Cultura

"Estación Bradbury: un visionario en El Colegio Nacional"

El Colegio Nacional comparte con los lectores de "Crónica" un fragmento de la colaboración de Vicente Quirarte en la obra que recoge el encuentro coordinado por la institución para conmemorar el centenario de su nacimiento

el colegio nacional

Ray Bradbury, autor de

Ray Bradbury, autor de "Fahrenheit 451".

En 2020 se cumplió el centenario del nacimiento de Ray Bradbury. Para conmemorarlo se llevó a cabo el encuentro Ray Bradbury en El Colegio Nacional, en el que varios colegiados e invitados especiales, desde sus disciplinas, se aproximaron a la vida y obra del autor de "Fahrenheit 451". El resultado de las charlas es el libro "Estación Bradbury: un visionario en El Colegio Nacional" (El Colegio Nacional, 2022), coordinado por Vicente Quirarte. Compartimos con los lectores de Crónica un fragmento de la colaboración de Vicente Quirarte en dicho volumen.

(Fragmento del capítulo “Ray Bradbury entre libros, estrellas y dinosaurios”)

El 10 de mayo de 1933, en la Plaza de la Ópera de la ciudad de Berlín, Alemania, tuvo lugar la primera quema de libros organizada por los nazis. En peligroso ascenso, el partido intentaba, mediante la acción del fuego, borrar de la faz de la Tierra obras consideradas como incitadoras del “espíritu antialemán”. Entre los autores condenados a la hoguera se hallaban Walter Benjamin, Ernst Bloch, Bertolt Brecht, Franz Kafka, Max Brod, Albert Einstein, Sigmund Freud, George Lukács, Karl Marx y Stefan Zweig. Entre los autores de otras nacionalidades estaban André Gide, Romain Rolland, Jack London, Ernest Hemingway, Máximo Gorki y Vládimir Mayakovsky. Todos son autores de obras canónicas que nos mueven, perturban y transforman. Al subvertir nuestra conciencia, nos obligan a crecer y a ser mejores.

Ray Bradbury estaba entonces en los trece años de su soberana juventud, y forjaba su educación en el cine, las historietas y las bibliotecas públicas. Posteriormente incluiría en sus "Crónicas marcianas" la narración “Usher II”, donde un personaje de apellido Stendahl edifica la casa de sus sueños: una mansión lóbrega, de crepúsculo incesante, fabricada con todos los recursos de la técnica, y que reconstruye mecánicamente las principales historias o escenas de los cuentos nacidos de la imaginación de Edgar Allan Poe […] Incapaz de vivir en el tiempo que le había tocado, Horace Walpole no se conformó con fundar la novela gótica con su obra El castillo de Otranto, sino que adoptó y adaptó para vivir un castillo medieval, […] La defensa de la imaginación halla su equivalente en otro ilustre habitante de Los Ángeles, como lo fue Bradbury: el mexicano Guillermo del Toro ha hecho de su casa una habitación en la que vive con sus fantasías, como puede verse en el libro At Home with Monsters, en cuyo prefacio escribe palabras que pudo haber suscrito Bradbury: “Los adultos se mienten a sí mismos y a los demás. Creen en conceptos que consideran reales como el dinero o el poder o la represión. Pero la fantasía es considerada infantil. Para algunos de nosotros no lo es”*.

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En la citada historia de Bradbury, “Usher II”, el inspector de Climas Morales [..] se presenta en la nueva Casa Usher con intención de destruirla, pues atenta contra las reglas del sistema que el nuevo imperio pretende establecer en Marte, basado en el materialismo, y que en la imaginación y la fantasía ve una abominación y, en consecuencia, un peligro. Stendahl tenía noticia de él, pues había destruido antes su biblioteca de cincuenta mil volúmenes. 

Al evocar la quema de libros de años atrás, Stendahl expresa:

Vicente Quirarte
Allí ardieron Poe y Lovecraft y Hawthorne y Ambrose Bierce, y todos los cuentos de miedo, de fantasía y de horror, y con ellos los cuentos del futuro. Implacablemente. Se dictó una ley. Oh, no era casi nada al principio… Primero censuraron las revistas de historietas, las novelas policiales, y por supuesto, las películas, siempre en nombre de algo distinto: las pasiones políticas, los prejuicios religiosos, los intereses profesionales. Siempre había una minoría que tenía miedo de algo, y una gran mayoría que tenía miedo de la oscuridad, miedo del futuro, miedo del presente, miedo de ellos mismos y de las sombras de ellos mismos.Ray Bradbury, "Crónicas marcianas", trad. de Francisco Abelenda, Minotauro, México, 2015, p. 234.

Lo que Bradbury logra en esta historia es el derecho a la imaginación, el de objetar y dudar otorgado por la lectura y la meditación, y que encuentra su refugio y razón de ser en las bibliotecas. Por esta circunstancia, y por haberse formado en las bibliotecas, aquellas que Jorge Luis Borges semejaba con el paraíso, Bradbury fue un gran defensor del libro, porque en él hallaba un pasaporte a otras latitudes, que permitían expandir el horizonte de los lectores. En una de sus numerosas apariciones públicas, las cuales podemos ver ahora gracias a los prodigios de la computadora personal, declara que si no se lee no se tiene poder de decisión.

*Guillermo del Toro, "At Home With Monsters: Inside his Films", Notebooks and Collections, Inside Editions, San Rafael, California, 2016, p. 6