
Germán Cueto (1893-1975) es revisado por segunda vez en el MFSEC con 73 piezas colección de Ysabel Galán y Fomento Cultural del Norte Potosino a raíz del centenario del surgimiento de El Estridentismo (1921-27), primer movimiento de vanguardia en México, siendo Cueto su más importante escultor.
En un primer viaje a España, 1916-17, Cueto fue introducido al Arte Moderno por su prima María Blanchard (1881-32), breve, pero destacada pintora cubista (ca 1916-19). Cueto reside en París (1927-32), y se une al grupo de Arte Abstracto, Cercle et Carré, (Círculo y Cuadrado) activo en 1929-31 y participa en 1930 en su única exposición colectiva en la Galerie 23. Al regresar a México, la oposición entre Estridentismo y Los Contemporáneos, cooperó a que ambos movimientos fueran eclipsados por la Escuela Mexicana de Pintura y el Muralismo; entorno que marginó a Cueto, discreto escultor vanguardista ajeno al arte mexicano nacionalista de la época.
Dos importantes logros de Cueto se revelan en un par de obras de esta exposición: Máscara, 1924, innovadora temprana fusión de pintura y escultura que avanza la expansión de la pintura de las Guitarras (1912-14) de Picasso (1881-1973) y los relieves y contrarrelieves (ca 1913-17) de Vladímir Tatlin (1885-1953). En Proyecto para Mural, 1942, Cueto explora materiales encontrados o desechados y alambre, diseminando el límite entre representación, abstracción y espacio, obra que anticipa los murales metálicos de Manuel Felguérez (1928-2020).
Germán Cueto fue el contrapeso al fracaso del Diego Rivera (1886-1957) cubista en París, quien regresó a México en 1921 frustrado a sumarse al Muralismo, convertirse en cacique cultural nacionalista, despotricar contra la Sociedad de Arte Moderno, SAM (1944-48) o atacar a Mathias Goeritz (1915-90); siendo Cueto uno de los pioneros fundamentales con los que inició el diálogo global del arte mexicano.
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