Cultura

Iglesias, un foro emergente para músicos y artistas

Ante un sistema institucional roto, son los músicos quienes buscan iglesias para dar conciertos, señala el fagotista Juan Carlos Villaseñor · “Con los sacerdotes todo es muy estable”

semana santa

"Tardes de concierto" es un proyecto en el que algunas parroquias abren sus puertas para que músicos profesionales ofrezcan conciertos.

Néstor Negrete/Desde la fe

La falta de espacios para que músicos, tanto estudiantes como profesionales, programen conciertos y la poca voluntad política de continuar proyectos corales, ha hecho que las iglesias se conviertan en recintos donde los artistas pueden promocionar su voz y su virtuosismo con algún instrumento, y si es posible, obtener alguna retribución económica voluntaria.

“Crónica” presenta dos entrevistas con músicos que han ofrecido conciertos en templos, además de una entrevista con el párroco que abre dichas iglesias para que el gremio artístico ponga en práctica su profesión.

ABARATAR LA MÚSICA

El fagotista Juan Carlos Villaseñor narra que, ante un sistema institucional roto, son los músicos quienes buscan iglesias para dar conciertos. En su caso, ha tocado en iglesias de Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Guerrero y Yucatán.

“Uno se acerca a (las autoridades de) cultura y nunca se puede programar por muchos motivos. O te pueden decir que sí, pero después te cancelan el concierto o te quitan presupuesto. Con los sacerdotes todo es muy estable”, comenta Villaseñor.

El músico que actualmente rescata las partituras del compositor Nicolás Olivari platica que en el Templo de Santa Teresa de Jesús, en el centro de Guadalajara, el párroco Tomás de Híjar programa conciertos cada semana.

“Pero son pocos los casos en que se corre la voz para avisar en qué iglesias se programa música, uno es quien va eligiendo los templos. He tocado en Alemania, en la Catedral de Berlín y es común que la sala de ensayos sea la iglesia, tienen ya hasta atriles, es una línea de gestión del espacio porque de tal a tal hora se dedica al culto, pero después queda libre para quien quiera rentarlo”, narra.

¿Cómo es la parte financiera en los conciertos en iglesias?

Hay diferentes modalidades. Una es cero a cero, si quieres tocar, lo haces y presentas el repertorio que quieras, en mi caso, lo uso para programar obras que normalmente no me recibirían: música de investigación o ciclos completos de fagot.

Recuerdo conciertos en que el padre corría la charola de las limosnas y me entregaba esa recuperación. Hay algunos, los menos, en que puedes llegar a un intercambio donde les das al párroco boletos de cortesía y puedes cobrar la entrada.

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Villaseñor señala que una de las grandes ventajas de tocar en iglesias es la acústica. “No necesitas llevar equipo porque acústicamente están diseñadas para que cuando hable el sacerdote se escuche su voz hasta la última fila”.

Sin embargo, por la propia historia del país, el vínculo entre música e iglesia se ha perdido y el fagotista observa tres factores.

“El primero es la separación de Estado e iglesia que se dio desde antes de la Independencia, entonces se terminó el patrocinio para los músicos. El segundo factor es la educación, por ejemplo, Juventino Rosas publicó partituras y tenemos su legado, pero más hacia el siglo XX, José Alfredo Jiménez ni un instrumento sabía tocar, es el reflejo de una sociedad que está cada vez más precaria en cultura y educación”, destaca.

Villaseñor afirma que se ha hecho más democrática la participación de músicos, pero no se ha cuidado la calidad. “Se ha abarato bastante al punto de llegar a lo más bajo que es el tercer punto: si vas a hacer música y quieres que sea un éxito tiene que ser ligera, con dos o tres compases repetitivos y en la letra tienes que decir culo o nalga y todo eso no va a entrar a la iglesia”.

DEL SALÓN AL TEMPLO

Jorge Pérez Rosas, director de la Academia de canto Vocal Art Temple 369, mira a las iglesias como el foro ideal que les ha permitido a alumnos desarrollarse en público ya que conseguir un escenario en las alcaldías de la Ciudad de México es difícil por el desinterés de las autoridades hacia la cultura.

“Las casas de cultura nada más programan a sus allegados y presentan lo que mejor les parece. Entonces es increíble que las iglesias se están abriendo a las expresiones artísticas”, indica.

El también maestro de canto narra que gracias a una de sus estudiantes se acercaron a las iglesias del Centro Histórico de la Ciudad de México para programar conciertos.

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“Conoció al sacerdote que promovía la cultura en la parroquia de San Lorenzo donde nos presentamos el fin de semana pasado, pero no es la única parte donde hemos estado. Cuando el presbítero Raymundo Maya Paz era el rector de los tres templos dentro de la Basílica nos permitió hacer conciertos en la Capilla del Pocito y uno fue muy significativo porque fue en el marco de los festejos de la Independencia de México”, comenta.

No obstante, recuerda Pérez Rosas que ese mismo programa no le interesó a ninguna casa de cultura de la Ciudad de México. “A ellos les interesa poner más la cuestión comercial fuera del contexto histórico y no les resultó atractivo nuestro proyecto”.

¿Los conciertos en iglesias les sirven de preparación a sus alumnos?

Sirven de manera gigantesca porque al no haber foros, al estar muy cerrados, es difícil que estudiantes o profesores puedan desarrollar su actividad artística. Los estudiantes obviamente para tener la práctica y desarrollarse frente al público, empezar a mostrar lo que han aprendido. El maestro para exponer que su trabajo va bien encaminado.

El músico también comenta que los templos cuentan con una excelente acústica.

“Fueron perfectamente diseñados para una época en la que no existía el micrófono, entonces las bóvedas, las columnas y todos los elementos arquitectónicos son en pro de escuchar al sacerdote sin importar en qué área de la iglesia estés”, indica.

El egresado de la Facultad de Música de la UNAM platica que formó un cuarteto: In Crescendo, el cual trabajó en las alcaldías Azcapotzalco y Cuauhtémoc.

“Era un programa que se llamaba ‘Encanto del canto’, estuvimos todos los domingos durante dos años en la todavía delegación Azcapotzalco, en el Jardín Hidalgo, hicimos conciertos cantando desde ópera hasta Cri-Cri, llegamos a tener 300 personas. Después se retomó en la alcaldía Cuauhtémoc y el éxito fue enorme porque la gente está ávida de escuchar algo más que banda, mariachi y reggaetón”, afirma.

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¿Por qué se terminaron esos conciertos?

El nuevo alcalde que llegó a Azcapotzalco no le interesó, aunque la gente hizo un escrito de mil y tantas firmas para que regresáramos a cantar. En la Cuauhtémoc, con el cambio de gobierno y los temas políticos contra Sandra Cuevas hizo que ella nos dijera que no quería exponernos a actos de violencia y ya no pudimos realizar nuestros programas.

IGLESIAS, OASIS MUSICALES

En junio de 2017, en la iglesia de Santa Catarina, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, inició el proyecto de cobijar a los músicos, éstos ofrecieron algunos conciertos, pero ocurrieron los sismos y el recinto religioso resultó afectado, sin embargo, el párroco Jaime Paredes Cruz no desistió y trasladó su proyecto a otras iglesias aledañas.

“La idea es buscar grupos que están entre los más consagrados y los novatos porque hay músicos profesionales que buscan espacios. Hicimos una sinergia interesante y no tenemos que poner escenografías porque el mismo espacio es bello con los retablos, las columnas y los arcos, y los músicos lo que valoran son las bóvedas y su acústica”, platica el sacerdote Paredes Cruz.

Por las iglesias han pasado todo tipo de agrupaciones y solistas: ensambles, coros, gaitas, pianistas. “Lo que hemos hecho es ir afuera de las escuelas para ofrecer las iglesias y se han apuntado muchos, llegan de la Facultad de Música de la UNAM, de la Superior de Música, del Conservatorio y de escuelas diversas, por ejemplo, de Atizapán”, narra.

El párroco Paredes Cruz puntualiza que en este proyecto no piden conciertos de música sacra, se acoplan a lo que los músicos proponen.

“Lo que queremos es abrir espacios a músicos y que a quienes estamos dentro de una iglesia nos sirva de formación, nos podamos acercar a esta música y hasta preguntar sobre algún instrumento, ellos nos explican y son conciertos didácticos. Las iglesias se han vuelto un espacio para los músicos, para las personas que los acompañan y para nosotros conocer más”, afirma.

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Algunos templos que hoy abren sus puertas a los músicos son: La Votiva, colonia Juárez; San Lorenzo y Nuestra Señora del Pilar, en el Centro Histórico de la CDMX. El sacerdote comenta que los conciertos son de cooperación voluntaria y lo que se junta, el 80 por ciento es para los músicos y el 20 por ciento para seguir imprimiendo los carteles de difusión.

Por último, Paredes Cruz adelanta su nuevo proyecto: rescate de la música litúrgica en los archivos históricos.

“Estamos haciendo un espacio de formación, juntando a gente que le guste la música y que formen parte de coros parroquiales que quieran adentrarse al mundo de la música litúrgica, de los acervos del Centro Histórico. Nos acompaña una persona que lee partituras y las transcribe: Mónica Bacab. Entonces queremos cantar música sencilla, rescatando el acervo del siglo XVIII y XIX de la ciudad, y pedir a los padres que nos deje cantar una misa dominical”, concluye.