Cultura

Juan Villoro: “Si no se comparte el conocimiento, se puede convertir en una forma de control”

El Premio Crónica presenta su libro para niños “El profesor Zíper y las palabras perdidas”. "Escribo para niños porque a ellos les fascina el lenguaje, están en una edad temprana en la que juegan con las palabras", señala

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Todo conocimiento tiene un poder rebelde porque a la primera persona que debe convencer es al científico mismo, dice Juan Villoro

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En todas las disciplinas el conocimiento es algo que si no se comparte se puede convertir en un instrumento de poder, señala el escritor Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) a propósito de su reciente libro “El profesor Zíper y las palabras perdidas”, donde narra la historia de tres amigos Alex, Julia y Asdrúbal, quienes deben enfrentar a una mafia que ha borrado del lenguaje palabras como libertad, invento y ciencia.

En el libro editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) e ilustrado por Rafael Barajas “El Fisgón” aparece como personaje el escritor Francisco Hinojosa (Ciudad de México, 1954) y también aparece una Academia Mexicana de la Lengua transformada en una Academia de Control que debe ser salvada con máscaras de Gabriela Mistral, Octavio Paz y Pablo Neruda.

“Todas las formas de conocimiento pueden ser una forma de poder. El conocimiento tiene un elemento liberador, pero también se puede convertir en una hegemonía, en un control de los demás”, expresa Juan Villoro, Premio Crónica.

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El autor mexicano opina que es importante que existan expertos en las distintas ramas, pero si ellos caen en la tentación de usufructuar el conocimiento para sí mismos y bloquear a las personas para que no accedan a sus saberes, el conocimiento se puede convertir en control.

“Escribo para niños porque a los niños les fascina el lenguaje, están en una edad temprana en la que juegan con las palabras, las reinventan y bautizan a su chupón, a sus juguetes, a sus peluches. Los niños son muy inventivos con la lengua por estar en ese momento en que entran en contacto con ella por primera vez”, señala.

Villoro indica que le pareció significativo escribir una historia donde una especie de mafia se quiere apoderar de palabras para usarlas en beneficio propio.

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“La gran aventura es liberar a esas palabras que están perdidas porque ¿qué pasaría si no pudiéramos decir los vocablos que tanto necesitamos?, es una especie de parábola general sobre los peligros que tiene el saber de quedar en manos muy reducidas, que se beneficien de manera exclusiva sin tomar en cuenta a los demás”, comenta.

El libro.

El libro.

- Las palabras que elimina la mafia, ¿causan problemas constantemente?

Son palabras que aluden a la imaginación, a la inventiva, a la fuerza rebelde del conocimiento, por lo tanto, todos los autoritarismos se oponen a estas palabras. En “1984”, la novela de George Orwell, la palabra ciencia es prohibida porque es peligrosa, y los autoritarismos trátense de dictaduras formales o de populismos, de izquierda o de derecha, se oponen a estas palabras que necesariamente son rebeldes.

Todos los descubrimientos científicos son contra intuitivos, esto quiere decir que nosotros tenemos un acercamiento a la realidad que nos permite acomodarnos a ella, pero para encontrarle algo diferente tenemos que pensar de otra manera, tenemos que derrotar nuestra intuición y aceptar que hay cosas que no necesariamente nos parecen viables pero que la naturaleza nos está informando que así son.

“En esa medida, todo conocimiento tiene un poder rebelde porque a la primera persona que debe convencer es al científico mismo, él tiene que deponer sus prenociones para ponerse al servicio de la verdad. Y es lo que debe de hacer un periodista, debe dejar a un lado sus subjetividades para enfrentar el conocimiento que le brinda la realidad, entonces, la verdad es siempre revolucionaria”.

El autor mexicano y Premio Herralde 2004 asegura que actualmente muchas personas se niegan a esos nuevos conocimientos. “De ahí que todos los poderes autoritarios quieran oponerse al conocimiento, pensemos en Donald Trump y la cantidad de mentiras que dijo a lo largo de su mandato”.

- ¿Hay un homenaje a esos buenos maestros excéntricos que nunca olvidamos?

Pocas cosas son tan importantes como tener un buen maestro y ha habido chicos muy desfavorecidos que gracias a la presencia de alguien que creyó en ellos, que los apoyó, pudieron destacar.

Pienso en la figura de Albert Camus, que fue un niño muy pobre en Argelia, huérfano de padre, hijo de una madre analfabeta, pero que encontró en un maestro un apoyo necesario para los estudios y para conseguir posteriormente una beca. Este profesor en las mañanas le llevaba un pan a Albert Camus porque sabía que comía mal, entonces le regalaba un croissant, un cuernito.

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Juan Villoro creó en su novela a Bernardo Banfi, un profesor que siempre le regala una oreja de pan a Asdrúbal, estudiante que trabaja y vive lejos de la escuela.

- ¿Por qué poetas son las caras que luchan?

Es un homenaje a la fuerza liberadora del lenguaje, es decir, a la literatura, muy especialmente a la poesía, al trabajo de los maestros que no imponen el idioma sino que lo contagian, que tienen una auténtica pasión por las historias y los libros.

“Hay una crítica a la vanidad intelectual, a las vanguardias que no quieren ser entendidas y cuyo timbre de honor y prestigio es estar aislados de los demás, repudian a la gente.

“Hay todos estos juegos y Octavio Paz, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, tres Premios Nobel de América Latina, se convierten en liberadores de las palabras porque los niños se disfrazan de ellos, van a la Academia y se sorprenden que los académicos tiene muy poco interés por los poetas porque ése es también un fenómeno que se da en los campos de conocimiento, hay gente que cada vez sabe más de cada vez menos”.

Es decir, añade Villoro, “se especializa tanto un filólogo en cierta área del lenguaje que sabe todo del tiempo pluscuamperfecto, pero no le interesa cómo se ha usado ese tiempo en la poesía, teatro o novela, entonces pasan inadvertidos los grandes poetas”.

Otra reflexión que realiza el autor de “Dios es redondo” y “El testigo” es que el conocimiento está en los niños y jóvenes.

“Cualquier persona que se dedica a enseñar algo puede caer en la tentación de enseñar hasta cierto punto porque tiene miedo que el alumno lo rebase, esto lo vemos en laboratorios de ciencia donde hay un jefe que descubre que un joven científico puede superarlo y le da suficientes conocimientos para mantenerlo a raya, no quiere ser rebasado por su discípulo”, externa.

Sin embargo, Villoro afirma que el mayor triunfo del conocimiento es que alguien te supere. “Los niños son nuestra superación futura y tenemos que entender que serán mejores que nosotros, tenemos que esperar que sean mejores que nosotros, pero eso no siempre es fácil de aceptar”.

HOMENAJE A HINOJOSA y LIBREROS

En los últimos 50 años ha habido una auténtica revolución cultural en México en el área de la literatura infantil, hace 50 años no teníamos la capacidad de instalar de la que ahora disponemos para que haya buenos libros para niños, comenta Villoro.

“Un escenario muy importante de la trama es la librería del Fondo de Cultura Económica donde aparece uno de estos libreros de camiseta roja que le regala un libro a un niño que no tiene dinero para comprarlo, esa labor editorial es parte de la aventura y parte del heroísmo que se trata de defender esa trama”.