Cultura

Katya Adaui: “¿Qué pasa cuando dejas de ser hijo? Es algo rarísimo”

La escritora narra la complejidad de las relaciones entre padres e hijos en su reciente libro de cuentos “Geografía de la oscuridad”

entrevista

“Geografía de la oscuridad” tiene 16 cuentos sobre la familia y el cuestionamiento a su sacralidad, dice Katia Adaui.

“Geografía de la oscuridad” tiene 16 cuentos sobre la familia y el cuestionamiento a su sacralidad, dice Katia Adaui.

“En nuestros países la negación es vista como un valor, la negación te permite salir adelante porque el horror es tan nombrable que si ves debajo de las piedras no puedes seguir viviendo”, expresa en entrevista Katya Adaui (Lima, 1977), a propósito de su reciente libro “Geografía de la oscuridad” (Páginas de espuma). Esta obra que reúne 16 cuentos sobre la complejidad de las relaciones entre padres, madres e hijos.

En el libro aparece una familia que queda atrapada en una parálisis incitada y deseada por la madre, otra familia con dos casas en donde no hay agua y en una de ellas se dedican a matar alacranes, aunque éstos se suicidan o mueren de sed, así como historias del cuidado que dan los hijos a sus padres hospitalizados.

–¿Por qué cuestionas la sacralidad de la familia?

No hay libro sobre la felicidad, pero sí sobre la angustia de estar vivos. La ficción nos permite cuestionar lo que en la realidad damos por sagrado e infalible. No hay inefabilidad en una relación, hay dudas.

“Este libro es dejar de ser la rémora, este tiburón que tiene a sus pequeños peces que le están comiendo en la barba lo que le sobra; ser un hijo así es terrible, vivir flotando debajo de una entidad superior que te va lanzando restos entre comestibles y desperdicios.

“Entonces me pregunté ¿cómo hago que este pez rémora se nutra por sí mismo en otras aguas? Trato de ver el momento en que la dependencia se pierde porque dependemos de la mirada. El padre y la madre tienen una mirada que te aprueba o reprueba y te regresa a los 5 años”.

En palabras de la autora, los padres y las madres de sus cuentos quieren olvidar lo que han hecho y quieren remediarlo sólo con el lenguaje, pero la reparación así es incompleta.

“No es suficiente decir ‘lo siento’ cuando el daño es supurante, es tardío, es bobo; tiene que venir con el gesto cabal de arrepentimiento que implica una reparación, es un precio que hay que pagar, pero no lo hacen”, expresa Adaui.

Es por eso que sus personajes de hijas e hijos acaban hablando de ellos, salen de sus casas o son padres que tratan de consolar, tratan de reescribir y reapropiarse de hacer algo mejor.

El libro de cuentos.

El libro de cuentos.

Adaui comenta que este libro nació con una fotografía de la Tierra vista desde el espacio. “Era una toma aérea donde notabas los apagones y las zonas luminosas, entonces me dije: esto somos, estamos irradiados de luz, tenemos una zona de sombra y una zona de oscuridad total”.

Sin embargo, para que exista la oscuridad debe de existir la luz, añade.

“En el libro aparecen pequeñas ternuras: un hermano con el que puedes ir riendo en el auto, un papá que se arrodilla a abrazarte o un papá que te pone el disfraz de sus animales favoritos aunque estén en extinción”, indica.

En el cuento “Correr” la autora aborda el tema de parálisis creativa que imponen los padres.

“La esposa, en algún momento, le reclama al esposo ser pasivo y luego el padre que no se puede parar porque no encuentra un motivo, es como esas personas que dicen: para qué hacer la cama si voy a volver a acostarme. Hay una parálisis que comparten los personajes: la parálisis creativa, estos padres incapaces de moverse, de salir del tablero de su propia rigidez, de sus propios ‘no’ y de su pasado, se han auto condenado”.

El pasado no te va a condenar, hay forma de salir de ahí, pero ellos se dan por vencidos al grado que la hija que nadaba y corría sufre un accidente y no puede subirse a la velocidad de la vida, añade.

DEJAR DE SER HIJO

“De niños queremos estar más tiempo enfermos porque tus padres te dedican absoluta atención, te cuidan, te apapachan, te llenan de consuelo, te ofrecen la cama matrimonial, te ofrecen la televisión y eso pareciera que fuera el remedio. Pero ¿qué pasa cuando un padre o madre enferma?”, cuestiona Adaui.

Un padre está preocupado porque lo persigue la idea de la muerte, pero cuando es al revés es algo muy raro, indica. “Como hijo no puedes ser enfermero, pero tienes el gesto amoroso de velar por la calidad de vida, te conviertes en el reino del placebo ¿Qué pasa cuando dejas de ser hijo? Es algo rarísimo”, indica.