Cultura

La migración es un autosacrificio motivado por razones perversas, dice María Ampuero

Todo tiene que ver con el dinero, el gran dios al que hoy se le hacen sacrificios humanos, añade

Entrevista

María Fernanda Ampuero habla de su reciente libro de cuentos Sacrificios humanos.

María Fernanda Ampuero habla de su reciente libro de cuentos Sacrificios humanos.

“Me interesa la exploración de la crueldad. El sacrificio humano es una idea cruel, matar a alguien para acallar a los dioses o para que las cosechas sean buenas, esto lo traslado al mundo actual en el que me parece que existen muchos sacrificios humanos que se hacen para acallar supuestas necesidades que tenemos”, expresa María Fernanda Ampuero (Ecuador, 1976), a propósito de su libro Sacrificios humanos.

El título editado por Páginas de Espuma cuestiona a través de 12 cuentos el amor filial, la migración, el racismo y la desigualdad social. “Hago literatura violenta y terrorífica porque siento que así es el mundo: violento y terrífico”, asevera.

“El tema de los auto sacrificios siempre tienen que ver con algo que está fuera de nosotros, es una presión para la cual nos han acondicionado, por ejemplo, la presión del migrante viene de decir no me conformo con lo que tengo, podríamos tener una vida mejor y comer mejor, hay un sistema que está presionando constantemente a la gente y ya ni hablar de aquellos que salen de países de guerra”, comenta la autora.

Las personas que quieren mejorar su vida y comprarse un carro para hacer una cooperativa de taxis, son las mismas personas que ensamblan carros por cinco dólares la hora, añade Ampuero.

“Creo ese sacrificio de decir yo soy quien me voy al extranjero es un autosacrificio motivado por razones perversas que tienen que ver cómo nos presiona la sociedad para aislarnos, para no vivir en comunidad, nos deshumaniza a tal punto que cada familia siente que está sola y en esa soledad alguien tiene que sacrificarse para irse y mandar dinero. Todo tiene que ver con el dinero que es el gran dios al que actualmente se le hacen sacrificios humanos”, destaca.

Ampuero señala que aquello que la biblia dice: el amor todo lo acepta, es falso.

“El amor no debería aceptar todo, estar enamorado no debería permitir al otro hacerte daño. También está el tema de la desigualdad social donde te han enseñado toda tu vida que el otro es mejor que tú, entonces auto sacrificas tu vida. Nadie camina hacia el altar de sacrificios si no ha sido condicionado por alguna presión familiar, social, de desigualdad o de amor romántico”, expresa.

En el cuento Sanguijuelas, la autora narra cómo las mamás de varios niños intentan quedar bien con una señora cuyo hijo tiene un físico que les resulta repulsivo a todos, además de que les provoca asco que el niño tenga una fascinación por las sanguijuelas.

“El niño que física y cognitivamente no tiene ninguna diferencia con los otros niños es consciente de que su mamá es una mujer violenta, cruel y que ve que la madre del niño que sí tiene diferencias físicas y cognitivas es la madre amorosa que él quisiera tener”, indica.

Por otro lado, está la conveniencia, añade, el hecho de usar a otras personas y condicionar el cariño de acuerdo si nos conviene estar a un lado de cierta persona, en este caso, de la mamá del niño con sanguijuelas.

“Es un cuento también sobre la crueldad infantil. Un niño no es cruel per se sino que el niño cruel expresa o desahoga esa crueldad que se ha ejercido sobre él, un niño que ha crecido en un ambiente sano, generoso y amoroso es un niño que no tiene que ser cruel con los demás”, comenta.

Ampuero señala que una de esas necesidades por las que nos sacrificamos es el amor filial. “Ese amor no siempre es sano y no siempre es genuino, hay mucha violencia en él, tanto en la acción de golpearte, por ejemplo, como en la omisión, de nunca hacerte segura de que eres amado”.

"Creyentes", un cuento

de “realidad putrefacta”. 

En el cuento Creyentes, la autora crea una ciencia ficción que no tiene que ver con naves espaciales sino con una “realidad putrefacta”. Unos hombres religiosos abusan de niños y ellos creen que por ser tan rubios, los salvarán.

“Es un símbolo de la gente que viene de otros países a hacer turismo sexual a nuestros países o a comprar niños y niñas; tiene que ver con las sociedades heridas. En el cuento hay una guerra civil que se oye de lejos, de la que llegan noticias pero nadie es espectador y en donde todos los lugares ya están contaminados por esa violencia”.