Cultura

Laia Jufresa: “Cuando escribes, tus materiales plásticos son las palabras”


La escritora presenta su novela “Umami”, que narra la vida un grupo de personas que viven en casas nombrada con sabores


entrevista

La palabra “umami” de origen japonés para nombrar al quinto sabor, es lo que sabe bien, dice Laia Jufresa.

La palabra “umami” de origen japonés para nombrar al quinto sabor, es lo que sabe bien, dice Laia Jufresa.

“Mi formación es plástica y una de las reglas principales cuando empiezas a pintar es no usar la pintura como viene del bote, esos son colores muy vistos, muy pre hechos, se ve muy amateur si sólo usas las pinturas, tienes que construir tu propio color. Esa es la misma regla para escribir”, afirma Laia Jufresa (Ciudad de México, 1983), autora de “Umami”.

La novela que se publicó primero en inglés y que ha sido traducida a nueve idiomas, llega al país, en español, gracias a una reedición de Penguin Random House. La obra narra la vida de los habitantes de la privada Campanario, éstos viven en casas nombradas con sabores (casa amargo, casa salado…) y varios de ellos atraviesan por un duelo.

Una característica de esta novela polifónica es que, al menos, dos personajes: Mariana, una pintora; y Noela, una médico fallecida, inventan palabras y frases.

“Cuando escribes, tus materiales plásticos son las palabras y si las usas como vienen del bote, como las oíste siempre o si no te das a la tarea de crear tu propio lenguaje, para mí se siente algo incompleto o amateur porque no te tomaste el tiempo de entender cómo estás usando el lenguaje. Ése era uno de los grandes retos de hacer una novela polifónica, que cada uno narrara distinto”, indica la autora.

Lee también

Desde el título, el sentido del gusto está presente en la novela. En palabras de la Jufresa, la palabra “umami” de origen japonés para nombrar al quinto sabor, es lo que sabe bien, que puede percibirse, pero no describirse, término que no existe en español.

El libro.

El libro.

“La primera vez que aprendí existía el sabor umami, que nosotros ni siquiera lo podemos reconocer, pero la gente que crece en Japón sí –dice que le falta umami como nosotros decimos le falta sal–, me voló la cabeza entender esa fascinación de lo que damos por sentado de nuestra percepción y lo que en realidad podemos ampliar cuando hay más categorías”, señala.

Lo que le interesó a Jufresa fue hablar del duelo y de esas otras sensaciones en un contexto adverso. “La persona que pierde a alguien sigue haciendo su vida. En el libro aparecen muchas pequeñas historias y me interesaba generar una atmósfera ambigua, una historia de duelo en donde hubiera espacio para la risa, la ternura y la humanidad”.

Uno de los habitantes de la privada es el antropólogo Alf quien perdió a su esposa, es por ello que entiende a Ana, una adolescente que mira la depresión de su madre Linda desde que su hermana Luz muriera ahogada.

Lee también

“Tenía claro que quería escribir una historia de duelo porque estábamos en 2012, había ya la gran explosión de violencia y muerte en México, había mucho escribiéndose sobre eso, era mucho ruido, muchos números y había poco espacio para hacer lupa en el duelo, en sus lados ambiguos y luminosos, cómo esa gente atravesando duelos seguía haciendo su vida y seguía con mucha resiliencia transformándose”, señala.

La novela se sitúa antes del 2006, antes del gran quiebre del tejido social, añade Jufresa. “Me parecía que era una historia un poco inocente, no se podría haber situado en el México posterior”.

La autora enfatiza en la ambigüedad ya que cada personaje tiene algo que le da sentido a su vida, por ejemplo, la pintura a Marina, el jardín para Alf y Ana, o la música a Linda.

“Las cosas que cada personaje tiene no son solamente positivas, todo llevado al extremo puede ser dañino incluida las amistades y codependencias. Es típico decir que el personaje debe tener un arco y transformarse, pero a veces siento que muchas películas y libros lo hacen de manera artificial, de repente todo va mal y luego todo va bien. Me interesaba ver las luces y sombras y que no siempre son positivas”, indica.

BURBUJA

Que la novela se desarrolle en un conjunto habitacional se debe a que la autora, después de regresar a la Ciudad de México notó que lo único que no cambiaba era el espacio, la arquitectura. “Mi manera de conocer la ciudad fue de interiores. Me fui muy chica y volví a los 18 años, no sabía cómo moverme y noté el contrapunto de las casas viejas con gente adentro creciendo y cambiando. Me interesaba ese microcosmos”.