Cultura

Laia Jufresa: "Veinte, veintiuno" es el diario de una madre durante el confinamiento por covid-19

La escritora cuenta que fundó la comunidad “Escribir es un lugar” para conocer voces, porque que la historia de cada una es importante

Retrato de una mujer joven con cabello corto y labios rojos
La escritora Laia Jufresa. La escritora Laia Jufresa. (La Crónica de Hoy)

El diario de una madre en confinamiento, eso es el libro "Veinte, veintiuno", un registro de los días durante la pandemia por covid-19, tiempo en que la autora y protagonista, Laia Jufresa (Ciudad de México, 1983) se cuestiona su calidad narrativa, el juego de palabras, su maternidad y los nuevos miedos adquiridos.

“Durante la pandemia fundé una comunidad de escritoras para compartir mis herramientas del coaching porque ellas estaban en casa con sus niños, haciendo la escuela en casa, y como todo recae en las mamás, no pudieron hacer tiempo para escribir. Abrí esa comunidad y lo que pasó es que me tuve que dar una cucharada de mi propia medicina”, narra en entrevista la autora.

En esa comunidad llamada “Escribir es un lugar”, Jufresa repetía que se necesita una diversidad de voces, que la historia de cada una es importante y que nadie la puede contar más que ellas mismas. Sin embargo, esos argumentos, la autora no los estaba aplicando y cuando se convenció, fue que empezó a escribir este libro editado por Random House.

¿Lo que tenemos cerca es lo que más conocemos?

Este libro fue una buena escuela de poner atención a lo que creo que conozco, a estar realmente presente en mi vida y me di cuenta que lo hice muy bien mientras escribía, pero cuando terminé de anotar, por ejemplo, las cosas que mi hija decía, me di cuenta que el libro es el único registro de las palabras que dijo sus primeros años de vida.

Cuando escribí tenía las antenitas levantadas y puse atención a las cosas que daba por sentadas, a esos actos que volvemos invisibles y desgraciadamente sucede con la gente cercana.

En el libro, Jufresa narra que inscribió a Olivia, su hija, en una escuela donde hablan gaélico, idioma que ni ella ni su esposo dominan, además hubo momentos en que le hacía correcciones de sintaxis o ponía en duda las amigas imaginarias de su hija.

¿En el encierro se agudizó tu obsesión por el lenguaje?

El lenguaje es mi material plástico, estar jugando con el lenguaje es importante. En mi primera novela hay palabras inventadas porque nunca he sido una purista del lenguaje. Soy una purista del mundo que estás creando, no me gustan los libros que hacen sentir al lector que tiene que haber leído otros libros para entenderlos. Mi responsabilidad es crear un libro que sea una esfera donde el lector está cómodo, donde se sienta suficiente sin tener que googlear algo.

Jufresa platica que en su comunidad "Escribir es un lugar", la escritura es un refugio.

“Como escritoras creo que nuestro trabajo es teletransportar al lector, que el lector sienta que estuvo en ese lugar y a mí me gusta hacerlo con pocas pinceladas, es decir, en este libro puedes sentir que estuviste en mi departamento, pero si te pido que los describas no tendrás mucho qué decir. No es una cuestión de descripción sino de presencia”, indica.

Constantemente la protagonista del libro se recuerda así misma que no es periodista, ni historiadora ni presidenta de alguna academia para que sus autocríticas no empañen la escritura de la no ficción.

“Esas voces internas tienen que ver con los cuentos que nos decimos para darnos miedo y para no hacer las cosas que queremos hacer. Todo mi trabajo tiene que ver con ayudar a la gente, en particular a las escritoras, a quitarse esos ruidos. Mi misión en la tierra es contar historias y creo que eso importa, no cambiará al mundo, pero tocará a individuos y es un trabajo que me importa y no lo puedo hacer si lo cargo de responsabilidades periodísticas o sobre la historia de la literatura”, destaca.

Jufresa añade que siempre hay una voz que la descalifica, que le dice que notarán que no leyó suficiente a Borges, “entonces he aprendido a lidiar con eso y muchos libros que podrían ser buenos se quedan en el tintero por esas voces críticas y también por talleristas destructivos”.

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