Cultura

Pantaleón Ruiz: “Llevar el textil a la pintura es toda una cocina”

El artista oaxaqueño habla de su libro en el que reúne más de 250 obras desde el dibujo hasta la escultura

entrevista

Empecé a hacer textil desde los 7 años, después me fui de casa a los 14 años para vivir en San Francisco, cuenta Pantaleón Ruiz.

Empecé a hacer textil desde los 7 años, después me fui de casa a los 14 años para vivir en San Francisco, cuenta Pantaleón Ruiz.

Cocinar la pintura aplicando tintes de tradición prehispánica como la grana cochinilla o usando técnicas milenarias como el temple, es lo que actualmente realiza Pantaleón Ruiz (Teotitlán del Valle, 1974), artista oaxaqueño que desde los 7 años trabaja el textil y de quien se reúnen más de 250 obras -que van desde el dibujo hasta escultura- en el libro “Pantaleón Ruiz. Trazo, textura, color”.

¿A qué edad aprendió el textil?

Me tocó crecer en una etapa en donde no había celulares y los niños participábamos en el oficio de la casa. Mi familia se ha dedicado al textil como gran parte del pueblo, entonces empecé a hacer textil desde los 7 años, después me fui de casa a los 14 años para vivir en San Francisco, Estados Unidos, donde hice el colegio y parte de mis estudios de pintura y escultura.

Pantaleón Ruiz incursiona en el trazo con grafito, la pintura con papel hecho a mano, pigmentos sobre lino, escultura de bronce y plomo con pigmentos. En el libro editado por Turner, se incluyen cinco ensayos que analizan tanto las técnicas como los motivos: animales, música, naturaleza, bicicletas, beisbol, mujeres. Los autores son: Juan Villoro, Jorge Pech Casanova, Enrique Juncosa y Erik Castillo.

¿Hoy es difícil conseguir los pigmentos naturales?

En México se sigue cultivando mucha cochinilla, incluso en Islas Canarias están haciendo una labor con la grana, y los japoneses con el añil. Son pigmentos milenarios y el mundo está loco por regresar a lo natural. Creo que lo más complicado son los costos: un añil puede costar hasta 7 mil pesos, depende mucho de la calidad.

¿La infancia determina su imaginación?

En Oaxaca tenemos la luz más hermosa, el cielo más azul, tenemos la belleza de la naturaleza; me tocó crecer en un pueblo y hasta podría decir que en un rancho porque mis abuelos y padres tenían su ganado, caballos, gallos…consciente o inconscientemente estoy llevando eso a mi pintura, es una remembranza de mi niñez.

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Hay obras del oaxaqueño que remiten a la música, por ejemplo, “Concierto para piano y cello” (2019) y “Ensayo de jazz” (2020).

“Me maravilla la música clásica, el blues y el jazz. En San Francisco me tocó crecer en una ciudad cosmopolita, en la escuela escuchábamos blues y jazz. La improvisación del jazz me maravilla porque es una línea continua que va a la improvisación de la misma textura, eso en mi obra lleva a diversos azules que hacen un juego, como si pareciera un compás”.

El artista que en 2006 recibió el premio en escultura, cerámica y diseño gráfico del Clackamas Fine Art Center y el galardón Mentor Council for Hispanic Advancement en Oregón, Estados Unidos, narra que antes pintaba al óleo, en acrílico y acuarela.

“Viví en Estados Unidos y ya estaba todo hecho, pero regresar a México fue descubrir desde cómo hacer un bastidor, el entelado, empecé a adentrar más el pigmento a mi pintura, sé cómo funciona el tema del textil, pero llevarlo a la pintura es toda una cocina: hay que calentarlo, hervirlo, preparar el temple que se usó hace 2 mil años atrás, preparar la media creta que se usó antes del Renacimiento, los estucos que es una preparación meticulosa...”, platica.

Regresar a la cocina de la pintura es una enseñanza que tuvo de Manuel Serrano, asistente de Rufino Tamayo y Francisco Toledo, y quien falleció en 2020.

¿En dónde se ubica su escultura “Ciempiés jugando con los niños”?

Estaban en el Parque Lincoln (Ciudad de México) ahora lo tengo guardado y en unos meses lo expondré en Oaxaca. Es una máquina textilera a la que le agregué personajes, entonces al girar manualmente la manija de la máquina se sueltan los niños a bailar. Es una máquina industrial convertida en una escultura con bronce y metal.

GRAFITO

Pantaleón Ruiz reconoce que muy pocos artistas trabajan con grafito. “Es el mineral que se usa para hacer lápices, pero aplicarlo al lienzo y hacer un esgrafiado es de lo más rico porque no es pintar, es como la cebolla porque entre más le quitas la cáscara se va descubriendo el corazón de la cebolla, esto es de la misma manera con la obra, uno va puliendo el grafito hasta llegar a su belleza que luce maravillosa en el trazo”.

El libro.

El libro.