Cultura

Resguarda INAH el entierro de una mujer prehispánica descubierto en Palenque

Los arqueólogos refieren que debió tener cierto estatus dada la presencia de incrustaciones en sus dientes, y por su ubicación cercana al área nuclear del sitio

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El entierro descubierto en la zona arqueológica de Palenque.

El entierro descubierto en la zona arqueológica de Palenque.

INAH

Tras el descubrimiento de un entierro femenino prehispánico en la Zona Arqueológica de Palenque, Chiapas, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha dado celeridad al resguardo y a las investigaciones iniciales sobre los restos óseos.

Una prioridad para los arqueólogos respecto al esqueleto y a su ofrenda mortuoria, fue concretar su recuperación y resguardo de manera inmediata a su exploración, debido a que las condiciones climáticas de la región maya vuelven apremiante tal labor.

“En Palenque hay muchos cambios de temperatura que llegan a causar problemas de conservación si los elementos no se recuperan con prontitud”, explica el investigador del Centro INAH Chiapas y titular del Proyecto Arqueológico Palenque, Arnoldo González Cruz.

Actualmente, los restos óseos de la mujer –cuyo sexo se ha definido a partir de la morfología de la pelvis, más ancha que una masculina– se encuentran en la bodega de materiales arqueológicos de Palenque, donde se concluye su limpieza para una entrante etapa de investigación.

De manera preliminar, se ha identificado que su cráneo tiene una deformación de tipo tabular oblicuo, y que algunos de sus dientes presentan incrustaciones de piedra verde.

El grupo de arqueólogos, compuesto por Carlos Varela Scherrer y Edgar Vázquez López, adscritos al INAH, y el osteoarqueólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, Luis Núñez Enríquez, anticipa que el personaje tuvo entre 25 y 30 años al momento de morir, y que debió ostentar cierto estatus dadas las citadas características y por su ubicación dentro de la actual zona arqueológica.

Cabe apuntar que el área donde se halló la osamenta, al interior de una cista, es decir, un contenedor elaborado con bloques de piedra acomodados para depositar el cuerpo, se ubica al este de la zona nuclear de Palenque.

“Podemos hablar de que el espacio donde la encontramos debió albergar plataformas con construcciones de material perecedero, las cuales daban acceso a los espacios principales de la ciudad, como el Juego de Pelota o la Gran Plaza del Palacio y el Templo de las Inscripciones”, señala Arnoldo González.

Simbolismo del contexto funerario

La tumba de la mujer de Palenque, localizada hace una semana en los alrededores de un área donde se construye un nuevo espacio de servicios sanitarios, como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), impulsado por el Gobierno de México, ratifica muchas de las antiguas prácticas funerarias identificadas en el sitio arqueológico.

Una de ellas tiene que ver con la propia cista –de 2.20 metros de largo y 60 centímetros de ancho– y su orientación al norte, así como con el acomodo del rostro de la mujer en dirección al este.

“Aunque no existe un consenso entre los arqueólogos –refiere Arnoldo González–, se cree que esta posición del rostro se asocia simbólicamente con el surgimiento del sol. De manera que aludiría al renacimiento del personaje en compañía del sol, cuyo tránsito también inicia en el este”.

Mayores análisis de los restos óseos de la mujer y su ofrenda, consistente en dos vasijas semicompletas y una fragmentada, serán conducidos en los meses próximos. Entre otros aspectos se buscará determinar con precisión la antigüedad del contexto, la cual, por ahora, se calcula entre 750 y el 850 d.C., en el periodo Clásico Tardío maya.

Los trabajos de exploración en Palenque continuarán durante el resto de 2022, acompañando las obras de remodelación que abarcan también espacios como las bodegas de materiales arqueológicos.

Actualmente, los investigadores estudian un área que, dada la evidencia de numerosos objetos de piedra trabajada y desechos de tallas, se plantea como un taller de lítica. Por su localización, a seis metros del contexto funerario descrito, la mujer podría incluso vincularse con este espacio.