Cultura

Roberto Abad: “Los poetas sobreviven a todo, siempre están entre nosotros como una subespecie de la humanidad”

Presenta su volumen de microficciones “El hombre crucigrama”, que es una experiencia distinta al libro convencional

Este libro es como un juego, tiene sus propias reglas y fronteras, dice Roberto Abad.

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Los sobrevivientes al fin del mundo serán las cucarachas y los poetas, el dinosaurio de Augusto Monterroso está extinto y harto de ser parte del discurso de políticos, y la historia de un escritor que plagió toda su vida y que al morir sus lectores lo confundieron con otro autor, son algunas de las microficciones que reúne el libro “El hombre crucigrama”, de Roberto Abad (Morelos, 1988).

Esta obra editada por la UNAM tiene una peculiaridad: los relatos carecen de títulos y en su lugar hay cuadros propios del crucigrama para que el lector adivine la palabra que nombra cada historia.

“Este libro es como un juego, tiene sus propias reglas y fronteras, dejé que mi interacción se viera atravesada por la noción de experimentación y de desdoblar lo que está permitido hacer y no hacer en un libro. El lector se encontrará con el fracaso y con una experiencia distinta al abrir un libro convencional, una interacción más allá de la vista”, indica Abad.

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El escritor comenta que este libro también es de paradojas y eso implica ausencias con las que el lector debe lidiar. “Coloco al lector en una posición activa en donde puede tomar ciertas decisiones que repercuten de forma directa con el texto. Siempre me he pensado como un lector que busca historias en las que en lugar de cerrarse una puerta se abre otra”.

Además de que esas ausencias llevan al error y al silencio, la publicación evidencia a otro personaje: Fernando Pessoa.

“Es el hombre de sombrero que se sienta a hacer el crucigrama, es el Pessoa con gabardina y una figura simétrica, quise meter ese arquetipo que es muy reconocible porque Pessoa significa todas las posibilidades de ser otro. El libro se compone de una estructura no convencional que tiene que ver con el artefacto del lenguaje que habita entre nosotros en el momento en que somos más libres”, apunta.

¿Por qué criticar al escritor que se mira irrepetible y al que busca el texto único?

La literatura se trata de colocarte en los diferentes lugares que te permiten una voz narrativa y no de recluirse en una sola.

A partir de figuras como los siameses, los dobles, intento reconocer las fronteras en donde uno se permite ceder a ciertas pulsiones que no son las tradicionales, hay dobles que quieren asesinar a sus dobles y hay otros que encuentran consuelo en que su igual esté en las mismas condiciones.

Abad menciona que el microrrelato “El dinosaurio” de Augusto Monterroso terminó por sobreexplotarse al grado de usarse como lugar común en los discursos políticos.

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“El dinosaurio durante décadas ha sido el referente inmediato de lo que significa una minificción, tan así que todo lo que es breve y chistoso se considera parte de esa literatura. Sí es una forma de hacer entrada al género y por supuesto no es la única, pero creo que es momento de que empecemos a dialogar con otras historias que son consideradas canónicas en este género de la brevedad, por eso hay una escritura del microrrelato de Virgilio Piñera, ‘En el insomnio’”, señala.

La idea del autor es que el dinosaurio se extinguió hace tiempo y lo que toca a las generaciones que hoy hacen minificción es ver con qué otros matices del género se pueden formar nuevas propuestas.

“En lo personal me genera conflicto que se siga mostrando ese texto de Monterroso como el más representativo porque limita, a estas alturas, la lectura de todo un género. Por ejemplo, ¿quién conoce las otras minificciones de Monterroso?”, cuestiona.

El libro.

El libro.

¿Por qué señalas que los sobrevivientes al fin del mundo serán las cucarachas y los poetas?

La poesía está muy cerca de la minificción, es una de las fronteras, siempre está ahí coqueteando la posibilidad de que la palabra encuentre una dimensión poética cuando uno escribe ficción breve.

Los poetas sobreviven a todo, siempre están entre nosotros como una subespecie de la humanidad que guarda poderes y que tenemos que conservar. En ese microrrelato juego con esa ironía, aunque lo cierto es que la poesía me ha ayudado a encontrar silencios literarios.

Otra crítica que hace Abad es sobre la imitación, hay un microrrelato de cómo un autor plagia al grado de que su cara es confundida.

“En la literatura es muy castigado y mal visto que uno imite cuando en otras artes la imitación es parte del aprendizaje. La reescritura en el diálogo y en la confrontación de ideas con otros autores está la posibilidad de una nueva lectura de las obras que tanto nos han dado de nuestra historia lectora. Todo el tiempo estamos hablando con gente viva y muerta a través de los libros y es complicado no dejarte influir por otras palabras”, afirma.