
¿Por qué en las historias de terror siempre aparecen niñas fantasma y no señores fantasma, adolescentes fantasma o un perro fantasma? Es la pregunta que lanzaron Alberto Chimal (Toluca, 1970) y Raquel Castro (Ciudad de México, 1975) para escribir el libro "El club de las niñas fantasma", editado por Alfaguara, donde abordan el tema de la soledad en la infancia.
La novela narra cómo los niños Carmen y René encuentran un gusto en común: las historias de terror; a ella le gusta verlas y a él le gusta leerlas. Un día, ambos entran a una oficina para corroborar que hay un fantasma que asusta a los empleados, el resultado de esa expedición es la aparición de una niña que flota y que quiere saber si existen más niñas como ella.
“Todo empezó como una broma entre Alberto y yo. A ambos nos gustan mucho las historias de fantasmas y nunca falta el relato de que en el hospital tal, en un edificio de oficinas o en una estación de bomberos se aparece una niña fantasma. Entonces Alberto se preguntó: ¿por qué niñas?”, comenta Raquel Castro.
Alberto Chimal se preguntó si era la misma niña la que se aparece en todos lados o son muchas niñas que las llevan cuando cae el sol en un camión y las recogen en la noche o madrugada, o si tienen un sindicato y las explotan.
“De ese juego empezó la idea de escribir un libro que tenía Alberto sobre un sindicato de las niñas fantasma pero cuando nos invitaron de la editorial a escribir una obra de ficción pensando en un público más joven, Alberto pensó en sus niñas fantasma y yo lo que le sugerí que ellas no fueran las protagonistas, que hubiera un par de niños vivos que trataban de descubrir por qué siempre eran niñas”, narra Castro.
A la pregunta de por qué en la novela las fantasmas quieren ser escuchadas, Chimal responde que les interesó abordar el tema de la soledad.
“¿Qué sentirían las niñas fantasmas de existir en semejante forma? Fue un tema que salía una y otra vez, ¿cómo se siente la soledad?, ¿cómo se siente que no le hagan a uno caso?, ¿cómo se siente no tener con quien hablar o no tener una amistad? Nos dimos cuenta que eso es un tema de las infancias”, señala.
-¿Encontrar a alguien con los mismos intereses es el primer vínculo de la amistad?, se le pregunta Raquel Castro.
-Hace mucha falta la empatía en estos tiempos, no nada más entre las generaciones más jóvenes sino en todas las edades. Es chistoso porque en estos tiempos de internet es más fácil encontrar grupos dedicados a cosas que te gustan, si te gustan las películas de horror estás a tres teclazos de encontrar a un grupo de personas a las que también les gusten.
“Pero, al mismo tiempo, hay una mayor intolerancia: entras al grupo de películas de horror y de repente descubres que se están peleando a muerte porque a unos sí les gustó el último remake de una película y otros prefieren la versión de hace 30 años. ¡Caray! encontramos un tema al que somos afines y aun así estamos buscando cómo seguir disgustados, cómo encontrar las diferencias en lugar de encontrar las afinidades”.
Otro tema que envuelve a la novela es el humor ya que hay fantasmas que saben usar internet y que conocen las groserías del momento.
“Nos gusta darle la vuelta a las cosas, proponer ideas extrañas, sorpresas y chistes para aligerar cuando una idea se vuelve pomposa o solemne. Nos pareció buena idea usar el humor para volver más entrañables a los personajes, en especial a las niñas que tienen su propia experiencia de no vida, cada una muy diferente”, indica Chimal.
Agencia de fantasmas.
Una historia paralela en “El club de las niñas fantasma” es el cuaderno “Fantasmas y el mundo espectral: Una guía básica”, que escribieron Alberto y Raquel, e ilustró Samantha Martínez, y en donde se explica cómo funcionan los fantasmas, cuál es su anatomía y cómo opera su agencia.
“Alberto es muy acucioso a la hora de crear mundos y cuando íbamos platicando de qué sí se valía y qué no se valía en el mundo espectral, hicimos esos apuntes de cómo serían nuestros fantasmas”, expresa Castro.
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