“El tío Rafael o La huida del peregrino” (Bonilla Artigas Editores), de Silvia Molina (1946), es producto de una pregunta que la escritora no pudo responder en su momento.
“Javier Garciadiego me preguntó si lo conocía, yo dije sí, fue mi tío, pero no sabía yo nada del personaje y empecé a buscar”, recuerda sobre el origen de la investigación que dio pie a esta publicación.
En conversación sobre esta biografía noveleda, Silvia Molina relata que al encontrarse con el personaje surgió en ella una curiosidad genuina por conocer lo que había hecho antes de llegar a México. “Resultó ser muy interesante”.
EL TIO.
Una vez más, Silvia Molina presenta a un personaje que late en sus recuerdos de niñez y juventud.
La editorial destaca que, así como la escritora ha reconstruido la ausencia de un padre al que no conoció (Imagen de Héctor) -el campechano Héctor Pérez Martínez, un intelectual y político en quien “un sinnúmero de refugiados españoles” encontraron “un amigo y protector”-, ahora se vuelca en la biografía del español Rafael Sánchez de Ocaña, quien entró en su familia al casarse con una hermana de su madre.
“Hay mucha nostalgia de mi niñez y adolescencia. Fue un personaje muy importante para mí porque fue muy cariñoso y me enseñaba muchas cosas. Me encantaba descubrir ese otro mundo que no era mexicano. Cuando iba a su casa haz de cuenta que entraba a España porque todo era un poco distinto, desde las bebidas hasta la comida”, comenta Silvia.
En este libro, la escritora hila la vida de un joven madrileño que se forma en la Institución Libre de Enseñanza y en el Ateneo, del que llega a ser secretario. Además de ser alumno de Henri Bergson y estudiar filosofía en Alemania, el joven se mueve en la Generación del 14, al lado de Ortega y Gasset y luego en la España previa a la Guerra Civil.
En tanto que diplomático, Rafael Sánchez de Ocaña recorre varios países antes de venir a México a convertirse en un periodista de fondo y rigor, así como maestro universitario que en sus clases habla de la historia de España.
“Traté de reproducir lo que habíamos vivido mis hermanos y yo a su lado, en las comidas familiares de los fines de semana. Me acuerdo que yo oía muchas conversaciones porque muerto mi papá iban a visitar a mi madre varios intelectuales que vinieron a México en el 39 y pues se hablaba de políticas y literatura y del quehacer periodístico”, indica la escritora.
A través de sus propios recuerdos del personaje, la escritora entreteje su propia biografía con la biografía integral y minuciosa de su Tío Rafael.
“Siempre me ha dado curiosidad mi propia experiencia, tratar de recordar ciertas cosas. Lo que sí tuve que hacer fue una investigación muy amplia, porque no sabía nada - dónde había vivido, ni quiénes habían sido sus hermanos o sus padres o abuelos, dónde había estudiado- y todo eso lo fui encontrando, consulté varios archivos, periódicos y manifiestos políticos de la época”, indica.
El proceso de investigación y escritura le llevó más de 6 años, llegando al punto en el que Silvia soñaba con el personaje, las descripciones de fotografías y sus propios recuerdos, los cuales también terminaron siendo material de esta historia.
“Empecé esto hace mucho tiempo y además recopilé todos sus artículos del periódico. En la escritura me costaba trabajo abordar al personaje, cómo comenzar y decidí empezar con la última vez que yo lo había visto siendo una niña: ese último encuentro se me quedó grabado toda la vida porque a mi regreso había fallecido y me dio tristeza no poderme despedir de otra manera, pero pues así es la vida, la verdad”, agrega.
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