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Esas leyendas que merecían un Super Bowl

Jugadores NFL

Te puedo asegurar que en algún momento de tu vida que has visto juegos de la NFL, has dicho la siguiente frase: “No es justo, un jugador como ese merece ganar un título”.

Sin más, todos hemos sentido esa impotencia por alguno u otro jugador que dadas su cualidades, entrega, sacrificio y estilo de juego merecía más, es decir, ser campeón.

Sin embargo no todos pueden, porque a veces no basta con el talento individual, es necesario contar con un equipo que arrope a tal o cual jugador que, por más destacado que sea, necesita de colaboradores, y es precisamente de lo que nos ocuparemos en esta ocasión.

Ejemplos puede haber decenas, pero por lo regular recordamos más a los ofensivos, ya que son los que venden el espectáculo, los que anotan, los que le dan sabor a este deporte que, se diga lo que se diga, fue diseñado para atacar, anotar puntos, es decir, para hacer un juego con vitalidad.

De todo ese universo que debe existir de jugadores que no lograron levantar triunfantes un Trofeo Vince Lombardi, hemos seleccionado a algunos que, al menos para esta columna, habrían merecido un título. Unos cuantos llegaron a jugar en un Super Bowl, pero no pudieron llevarse el trofeo.

¿INJUSTICIA DEL DESTINO?

Sin duda, el primero en esa lista es Dan Marino, el quarterback de Miami (1984-99), y que fue un adelantado a su tiempo. Fue el primero en lanzar más de cinco mil yardas en una temporada, en 1984, mucho antes de que una cifra así fuera casi normal entre muchos mariscales de campo. Sólo disputó un Super Bowl, el 19, ante San Francisco. Lo perdió, pero en su momento declaró que ya habría otra oportunidad, misma que nunca llegó en su larga carrera de 17 años en la Liga.

En la lista le sigue otro pasador poderoso, vertical y espectacular: Dan Fouts, de San Diego (1973-87). El sistema ofensivo de los Cargadores en ese momento era el más revolucionario ataque aéreo de la NFL. Con Fouts al mando, lo más lejos que llegó el equipo fue a dos Juegos de Campeonato de la AFC de manera consecutiva, pero nunca pudo saltar esa barrera. Junto con Fouts podemos señalar también a Kellen Winslow, uno de los mejores alas cerrados de la historia. Jugaron juntos pero se quedaron cortos.

EL MURO QUE NUNCA SE DERRUMBÓ

Un caso especial son los baluartes ofensivos de Buffalo, ese equipo que disputó cuatro Super Bowl de manera consecutiva (25, 26, 27 y 28). Sin más, sobresale el quarterback Jim Kelly, un show como pasador, por su estilo y efectividad, el corredor Thurman Thomas, el receptor Andre Reed y el ala defensivo Bruce Smith, por nombrar a los más destacados. Aún así, Kelly (1986-96) fue el pilar de ese equipo de época. Liderar a un conjunto cuatro veces consecutivas a un Super Bowl habla de su capacidad como líder y jugador.

Otra leyenda sin triunfo en Super Bowl es el pasador Fran Tarkenton de Minnesota (1961-78). Aunque tuvo una estancia de cinco años con los Gigantes de Nueva York, se le recuerda como un Vikingo. Fue el primer mariscal de gran movilidad, que ganaba tiempo, extendía las jugadas y eso lo marcó como único en su carrera. Fue el primer escapista. Disputó los Super Bowls 8, 9 y 11. Nunca ganó alguno, pero su legado es innegable.

Y es que la posición de quarterback siempre será medida por los títulos en relación a su éxito como jugador, no en vano Tom Brady, Joe Montana y Terry Bradshaw ostentan 15 campeonatos de la NFL con siete, cuatro y cuatro, respectivamente. Fueron grandes, pero esos títulos los hicieron inmortales.

EL CLUB DE LOS SUBESTIMADOS

Por eso, nos enfocamos en seis mariscales que se acercaron al gran juego pero se quedaron cortos a pesar de su calidad, ya sea por su productividad o por su espectacularidad. Podemos decir que casi por ley Cleveland es un lugar maldito para los quarterbacks, pero hay dos que lograron destacar y estar muy cerca de ese sueño llamado Super Bowl.

El primero sin duda es Bernie Kosar (1985-96). No poseía un gran estilo, ni un gran brazo ni era elusivo, pero sabia ganar. Llevó a los Browns a tres finales de Conferencia Americana, pero nunca pudo derribar la barrera de los Broncos de Denver. El otro fue Brian Sipe (1974-86), un tipo callado pero efectivo. En su mejor momento y con un equipo con potencial para llegar al Super Bowl todo se fue por la borda tras una intercepción infantil de su parte en la postemporada de 1980.

Uno de los jugadores más subestimados, desde mi punto de vista, es Danny White, el mariscal de campo de Dallas que suplió con crees a Roger Staubach, tras el retiro del verdadero “Capitán América”.

White (1976-88) no sólo llevó a otro nivel a la ofensiva de los Vaqueros tras la apertura de las ofensivas aéreas en la Liga, sino que condujo a Dallas a disputar tres Finales de la NFC de manera consecutiva en los 80, por desgracia ante muy buenos equipos (Filadelfia, San Francisco y Washington). Ese fue su máximo para White, y aunque no ganó un título, realmente merecía uno en su carrera. A la fecha no se le da el crédito merecido.

Otros con un talento muy por encima del promedio fueron Archie Manning, si el papá de Peyton y Eli; Mark Brunell y hasta Michael Vick. Manning (1971-84) tuvo la desfortuna de llegar a Nueva Orleans, quizá el peor equipo de ese momento. A pesar de su gran calidad, ni siquiera supo lo que era jugar en playoffs. Hacia el final de su carrera fue cambiado a los Petroleros de Houston, pero nada importante sucedió.

De Brunell (1994-20011) sencillamente puede afirmarse que era como un clon de Steve Young de San Francisco: zurdo, con gran movilidad, precisión y liderazgo, y una comparación así es más que una carta de presentación. En una ocasión llevó a los Jaguares a disputar una final de la AFC, fue su máximo, pero su estilo lo hizo un referente.

El siguiente seguro levantará a más de uno de su asiento, me refiero a Michael Vick (2001-15), si, esa centella zurda y de una elusividad y velocidad elecrizantes. Esos fans que ahora se maravillan con Lamar Jackson, seguro nunca vieron a Vick en su esplendor, tanto en Atlanta como en Filadelfia. Con los Halcones llegó a disputar una final de la NFC y con las Águilas sólo una vez playoffs, pero su estilo aún luce incomparable y difícil de igualar. Nunca la NFL ha visto a un quarterback correr de esa manera.

SUS PIERNAS NO PODÍAN CON TODO

Es un hecho que los corredores son el alma de este deporte, aún cuando hoy día se prioriza el juego aéreo. Los corredores son la base del futbol americano y en este apartado recordamos algunos que de verdad merecieron más, pero ese premio nunca llegó.

Gale Sayers de Chicago (1965-71) fue un fenómeno pocas veces visto en la historia de la NFL. Digamos que era la ofensiva del equipo pero su labor fue insuficiente para cargar con esos Osos que nunca pudieron montar un ataque decente.

Décadas después en Detroit sucedió lo mismo con dos corredores que, curiosamente, portaron el mismo número, me refiero a Barry Sanders y Billy Simms (extrañamente las iniciales de su nombre también coincidían) Es obvio que Sanders (1989-98), uno de los mejores cinco corredores de todos los tiempos no sólo por yardaje sino por su estilo, merecía ganar un Super Bowl. Lo más cerca que estuvo fue en 1991 cuando los Leones perdieron el juego por el título de la NFC.

Por su parte, Simms (1980-84), fue otro gran acarreador que tuvo un paso fugaz pero no intrascendente en los Leones. En cinco años los llevó a dos apariciones en playoffs, porque al igual que Sanders, cargaba con el peso del ataque.

Otros corredores que por su estilo y productividad merecían más fueron Eric Dickerson, OJ Simpson y Earl Campbell. Sé que habrá gente que ni siquiera los recuerda, pero era un espectáculo verlos. A los dos primeros en campo abierto, al tercero aplastando rivales.

Dickerson (1983-93), quien jugó su mejor football para Los Ángeles Carneros e Indianápolis, poseía una aceleración de cohete; era un corredor netamente vertical, pero muy difícil de alcanzar. Participó en repetidas ocasiones en postemporada, y su mayor logró fue llegar a una final de la NFC en 1985. Terminó como el noveno corredor de todos los tiempos y uno de los pocos en ganar más de 2 mil yardas en una temporada.

Le sigue OJ Simpson de Buffalo (1969-79), un demonio de la velocidad y los cortes en campo abierto sin disminuir su ritmo. Fue el primero el ganar más de 2 mil yardas en una campaña y de más mérito que todos los demás, pues lo hizo en sólo 14 juegos que duraba en ese entonces la campaña. Sólo jugó una vez en postemporada.

De Campbell (1978-85) baste decir que era un verdadero tanque, jamás eludía un contacto, porque, literal, pasaba por encima de los defensivos. En Houston tuvo sus mejores años, donde el coach Bum Phillips (hay que decirlo) se lo acabó. Posteriormente en Nueva Orleans hizo muy poco. Para su mala suerte con los Petroleros, se topó en dos ocasiones en la antesala del Super Bowl ante Pittsburgh. Sin duda, Campbell habría sido un espectáculo en el Gran Juego.

Finalmente, en este recorrido entre los corredores, destaca Adrian Peterson, otro de los que obtuvo más de 2 mil yardas en una campaña. Una rara combinación de fuerza y velocidad que llegó en una ocasión hasta la final de la NFC en 2009 haciendo equipo con Brett Favre.

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Sin más, en una lista que podría ser interminable, tocamos a algunos de los que creemos merecían un anillo de campeón, porque cuántos como ellos con el paso del tiempo no dejaron de ser meras ilusiones de lo que habrían logrado de llegar a un Super Bowl.

Por esa razón, terminemos con una historia cruel pero real, la de Dick Butkus de Chicago (1965-73), considerado el mejor linebacker de todos los tiempos y quien jamás supo lo que fue jugar en un encuentro de playoffs.

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