17 sep 2025 - 02:34 PMLogo La Crónica
Destino C

Víctor Somoza y Gustavo Muñoz, fundadores de El Peladito, relatan cómo un pequeño local de tacos se convirtió en una cadena reconocida por su sazón sinaloense, su ambiente familiar y su visión de crecer más allá de la CDMX

El Peladito: la historia del restaurante sinaloense que conquistó a México con aguachiles y tradición

Víctor Somoza y Gustavo Muñoz, fundadores de El Peladito (Alan Mino)

La historia de El Peladito comenzó hace más de una década, cuando Víctor Somoza decidió dar un paso arriesgado: dejar de trabajar para otros y abrir su propio restaurante en la CDMX. “Si yo estaba ayudando a crecer un negocio, pensé: mejor hago el mío”, recuerda.

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El 21 de febrero de 2014 abrió sus puertas con una oferta sencilla: solo tacos. Sin embargo, los clientes —muchos de ellos provenientes de Sinaloa, Sonora y Chihuahua— empezaron a pedir aguachiles, cócteles y botanas. Víctor aceptó el reto y poco a poco integró esos platillos. “Pasó un mes y medio y dije: hay que quitar el menú de tacos. Fue cuando nació el menú de mariscos y hoy muchos de esos platillos, casi un 40%, son creaciones mías”, asegura.

El crecimiento fue sorprendente. Con apoyo de amigos, especialmente músicos de bandas sinaloenses y clientes fieles, El Peladito se consolidó en poco tiempo. Lo que comenzó como un local modesto pronto se expandió a varias sucursales en la CDMX y hasta en Estados Unidos.

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Nuestro concepto es 100% sinaloense. La familia nunca estuvo en la gastronomía, pero la necesidad me llevó a trabajar en cocinas desde muy joven, primero en Tijuana y después en la capital. Ahí aprendí, toqué puertas y poco a poco formé mi propio estilo”, relata Somoza.

Para él, si existe un corazón en el menú, ese es el aguachile, platillo emblemático de Sinaloa. “Me encanta porque representa nuestra forma de comer: marisco fresco, cocido en limón, ya sea camarón, pulpo o callo de hacha. No es solo mi favorito, es el más pedido y el más representativo”.

Resistencia, sazón y comunidad

La pandemia fue uno de los momentos más difíciles en la historia del restaurante. Gustavo Muñoz lo recuerda como un periodo lleno de incertidumbre: “Fue una crisis mundial y para la gastronomía fue durísimo. Muchos restaurantes cerraron, pero nosotros nos mantuvimos. Lo único que funcionaba en ese momento era la comida para llevar y a través de aplicaciones de entrega de comida”.

Aun con dificultades para conseguir insumos y mantener a su personal, El Peladito logró sobrevivir. “Creo que lo que nos sostuvo fue el sazón, porque la gente ya conocía nuestros platillos y no dejamos de cuidarlos. Eso y el cariño con el que cocinamos”, dice Somoza.

El reto, añade, fue también la pérdida de personal de confianza que había sido formado en la cocina. “Eso nos obligó a redoblar esfuerzos, pero a pesar de todo seguimos adelante. Hoy tenemos una sucursal en Plaza Tepeyac y seguimos expandiéndonos”.

Más allá de la comida, El Peladito se ha convertido en un punto de encuentro comunitario. Sus espacios reciben desde estudiantes hasta familias enteras, con mesas de hasta 30 personas. La experiencia se complementa con música en vivo, karaoke y áreas para niños, lo que lo convierte en un lugar versátil y familiar.

“La gente viene porque aquí no solo se come bien, también se convive. Eso nos diferencia. Queremos que todos se sientan cómodos, desde los más jóvenes hasta los adultos mayores”, explica Gustavo.

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Esa conexión con la comunidad es parte fundamental de la identidad del restaurante. Para Somoza, cada platillo cuenta una historia ligada al mar, la playa y la frescura de Sinaloa: “Queremos que el cliente viva no solo un sabor, sino una experiencia cultural”.

El Peladito (Alan Mino)

Un futuro con sabor sinaloense

El éxito de El Peladito ha superado las expectativas iniciales de sus fundadores. “Cuando empezamos yo soñaba con tener un restaurante, solo uno. Nunca imaginé crecer tanto. Pero ahora queremos más”, confiesa Víctor.

El plan de expansión incluye abrir nuevas sucursales en Coyoacán, Guadalajara, Torreón y León, además de seguir consolidando su presencia en la CDMX. “El Peladito no se queda aquí, vamos por más. Queremos llevar el sazón sinaloense a más ciudades”, asegura.

Para Muñoz, la clave está en ofrecer un servicio cercano y constante: “Visitamos otros lugares, probamos lo que hace la competencia, y estamos convencidos de que nuestro sabor es auténtico. Además, el servicio es personalizado. Estamos al tanto de cada cliente, desde el primero hasta el último del día”.

Al preguntarles qué esperan que se lleve la gente después de visitar El Peladito, responden sin dudar: “Las tres cosas: sabor, experiencia e historia”. El sabor que remite a Sinaloa, la experiencia de compartir en un espacio familiar y la historia de un restaurante que comenzó con tacos y hoy es un referente de la cocina sinaloense en México.

Estamos bendecidos porque nuestra clientela es muy fiel. Nos siguen apoyando, regresan y nos recomiendan. Eso es lo más valioso: crecer de la mano de la gente”, concluye Somoza.