
Desde sus inicios, Ramón Medina se ha forjado una reputación por interpretar personajes oscuros. Sin embargo, el episodio que estrena este viernes en Mujeres Asesinas lo llevó a explorar un terreno nuevo: el abuso infantil. “Cuando me ofrecieron el papel, supe que sería un reto emocional”, confiesa. “Tuve que aprender a no juzgarlo, a encontrar humanidad en alguien que comete actos atroces. Fue un trabajo mental intenso”.
La relevancia de la serie radica en dar voz a historias femeninas y, en este caso, visibilizar una problemática que históricamente había sido silenciada. “Mujeres Asesinas refleja un fenómeno social en el que las mujeres reclaman protagonismo”, señala Medina. “Como actor, sentí la responsabilidad de honrar esa voz”.
El contraste de “La Lotería del Crimen”
Apenas un mes después, Medina aparecerá en la cuarta temporada de La Lotería del Crimen. “Mi personaje es un antagonista decisivo en el gran cierre de temporada”, adelanta. “Hay mucha acción, persecuciones y giros intensos. Entrar a una serie consolidada me permitió ver de cerca la mecánica de un formato que puede llegar a durar años; cada caso es una historia nueva”.
En paralelo a su ajetreado calendario televisivo, Ramón Medina presentó su ópera prima en el Marché du Film de Cannes. “No fue una proyección convencional, sino una búsqueda de coproducción”, aclara. Su proyecto, un thriller rural costumbrista producido por Pablo Giza, despertó gran interés. “Es una historia basada en las leyendas de mi región; dirigirla me hace sentir ‘pez en el agua’”.
Al hablar de su salto a la dirección, Medina comparte el anhelo de mostrar el México profundo: “Quiero contar las historias que conozco, entre mitos y maldiciones. Espero rodar el próximo año y, con suerte, regresar a Cannes con el filme terminado”.
Pero el cine de Medina no se detiene ahí. Acaba de escribir dos cortometrajes: Mamá, un thriller psicológico, y El candado de la cadena, un drama familiar rural. “Me encantaría estrenar al menos uno en el Festival de Guanajuato”, confiesa. Ambos reflejan su inclinación por explorar conflictos internos y paisajes íntimos, un terreno fértil para sus demonios creativos.
“Quizá cuento mis propios miedos y traumas a través de la ficción. No lo tengo claro, pero siento que estos proyectos son catarsis”, agrega al cuestionarlo por las motivaciones a hablar sobre estos temas.
Una etapa de libertad creativa
Con tantos frentes abiertos, Medina describe su momento profesional como “feliz y sin prisa”. “Antes corría para cualquier papel; ahora elijo historias que realmente quiero contar. No lo hago por pagar la renta, sino por pasión”.
Y, en efecto, pasadas la adrenalina del estreno en Vix y la expectativa en Azteca, quedan las dos películas cortas y la ópera prima en ciernes. Para sus seguidores, esto promete un 2025 lleno de rostros nuevos y narrativas arriesgadas.
“Les digo gracias a todos los que me han apoyado y los invito a acompañarme en estos estrenos. Cada proyecto les dará una experiencia intensa, ya sea en la pantalla chica o en el cine”, concluye.
Con un pie firme en la actuación y el otro explorando la dirección, Ramón Medina ha convertido su carrera en un rompecabezas de géneros —desde el horror folclórico hasta el drama criminal— que, sin duda, mantendrá al público al filo del asiento.