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Caroline construye su segundo álbum sobre una serie de decisiones estéticas que parecerían errores si no fueran tan perfectamente articuladas

Caroline rompe su molde con Caroline 2: así suena el disco que convierte el desorden en arte

Nuevo disco de Caroline, Caroline 2
Nuevo disco de Caroline La banda británica sorprende con su segundo álbum

Con su segundo álbum de estudio, Caroline 2, la banda londinense Caroline da un paso firme —y radical— hacia una estética sonora que desafía etiquetas y expectativas. Mientras otros grupos contemporáneos se atrincheran en el confort de sus fórmulas iniciales, este octeto decide romper su propio molde para construir algo más ambicioso, más caótico y, paradójicamente, más accesible. El resultado es un disco que redibuja el mapa emocional del indie contemporáneo.

Reseña del nuevo disco de Caroline

Desde su primer acorde, caroline 2 deja claro que estamos ante una obra que no teme el desconcierto. “Total euphoria”, tema que abre el álbum, arranca con una sincronía que parece fallida: guitarras, batería y voces parecen ejecutar piezas distintas. Pero esa sensación de caos inicial pronto revela una estructura secreta, casi matemática, que se va tejiendo lentamente hasta formar un tapiz de tensión emocional que implosiona en lugar de explotar.

A diferencia de otras bandas de su generación que apuestan por lo irónico o lo agresivo, caroline se aproxima a la música desde una sensibilidad política y emocional muy distinta. Su raíz está en el asombro, en una contemplación casi inocente del mundo moderno. Las melodías no se resuelven, simplemente flotan. Las letras no dictan, apenas susurran. En ese espacio de ambigüedad y apertura, caroline se revela como uno de los grupos más honestos de la escena actual.

Lejos de renegar de sus raíces experimentales, el grupo abraza ahora una paleta mucho más amplia. La colaboración con Caroline Polachek en “Tell Me I Never Knew That” es prueba de ello: una pieza de pop mutante que coquetea con el autotune, el trap y el saxofón, sin perder en ningún momento la cohesión emocional. No es un guiño superficial al pop, se trata de un injerto quirúrgico de nuevas posibilidades sonoras dentro de una identidad ya sólida.

También están los juegos metatextuales —“Coldplay Cover”, que no versiona a Coldplay, o “Song Two”, que no tiene relación con Blur— que sirven como comentario lúdico sobre la propia historia reciente de la música británica. Estas pistas, lejos de ser meros experimentos, funcionan como auténticos collages en los que la banda se fragmenta y se multiplica. en “Coldplay Cover”, por ejemplo, los miembros se dividen en dos habitaciones para tocar dos canciones distintas que, al entrelazarse, generan una compleja armonía superpuesta que resulta tan desconcertante como hermosa.

¿Qué esperar de Caroline 2?

A nivel técnico, caroline 2 representa un salto de madurez en la producción del grupo. Si en su debut homónimo había momentos donde el proceso parecía sobreponerse al resultado, aquí ese dilema se resuelve mediante un enfoque que combina la improvisación analógica con un esmerado tratamiento digital. El sonido es estructura, es lenguaje, es un sistema emocional. “U R UR ONLY ACHING” lo ejemplifica con claridad, comienza como una pieza folk, se transforma con capas de drones y guitarras distorsionadas, y termina como un mantra procesado en autotune que parece sacado de un universo paralelo donde conviven en armonía.

Caroline construye su segundo álbum sobre una serie de decisiones estéticas que parecerían errores si no fueran tan perfectamente articuladas. El grupo se apropia de la disonancia como lenguaje expresivo, con grabaciones que parecen salirse de compás, instrumentaciones que entran y salen con naturalidad brusca, y capas de sonido que conviven sin buscar una armonía tradicional.

Esta técnica, cercana al free jazz pero adaptada al formato rock instrumental, evoca una sensación constante de duda, como si las canciones se estuvieran descomponiendo en tiempo real, y que se entiende hasta una tercera escucha del disco; lo que podría reflejarse en una desventaja al no entenderse a la primera, pero con paciencia descubres que es un gran disco que vale la pena sentarse a escuchar en tan solo 39 minutos con 45 segundos.

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