Escenario

El legendario salsero Herman Olivera habla sobre el reto de llevar el legado de Fania All Stars al formato sinfónico y su conexión profunda con el público mexicano

Herman Olivera: “Fania Sinfónico es un homenaje atrasado que México merece”

Herman Olivera

“Soy Hermenegildo Olivera Suárez, pero todos me conocen como Herman Olivera”, dice con voz cálida el cantante nacido en Nueva York y criado entre los sonidos del barrio latino. Con más de 45 años de trayectoria, su nombre está íntimamente ligado a la historia viva de la salsa y al legado de Fania, una era dorada que no solo marcó generaciones, sino que ahora resuena con fuerza renovada gracias a Fania Sinfónico, espectáculo que llega al Auditorio Nacional de la Ciudad de México como parte de una celebración histórica.

Para Herman, este proyecto tiene un peso emocional profundo. “México vive en mi corazón y no paga renta. Llevamos 26 años consecutivos cantando en este país que tanto amo”, afirma. Su emoción no es solo por el regreso al escenario mexicano, sino por lo que representa este evento: una reinterpretación sinfónica del repertorio de Fania All Stars, agrupación que marcó el sonido latino en el mundo. “Este homenaje debió haberse hecho hace tiempo. Pero llegó, y qué mejor que en la sala más prestigiosa de México”, asegura.

Participar en un montaje de esta magnitud es para él una conexión directa con sus raíces musicales: “Fania Sinfónico me regresa a mis años de niñez, cuando me enamoré de esta música. Compartí escenario con muchos de esos íconos, algunos fueron mis maestros. Poder honrarlos desde un escenario como el Auditorio Nacional es un privilegio inmenso.”

La esencia de la calle con traje sinfónico

El reto de adaptar el repertorio rebelde y callejero de la Fania al formato sinfónico no es menor. La orquestación estará a cargo del maestro Luis “Perico” Ortiz, cuya experiencia garantiza una propuesta seria, emotiva y poderosa. “Va a ser algo curioso, porque ni la original Fania All Stars hizo nunca un Fania Sinfónico. Esta es la primera vez que se hace algo así”, explica Olivera.

La estructura del espectáculo también ha sido diseñada con especial cuidado. Herman participará en tres momentos distintos del concierto, interpretando temas seleccionados con rigurosidad. “Fui muy cuidadoso en elegir las canciones que voy a cantar. No quería hacerlo todo de golpe, sino disfrutarlo con calma. Así saboreo más el tarima, el momento, el público”, confiesa.

“Soy un apasionado de esta música, no el sabor del mes, sino el sabor de la vida.” Así define su compromiso con el legado que representa. Olivera es más que un intérprete: es un heredero directo del linaje de Héctor Lavoe, Ismael Rivera, y Tito Puente, artistas con los que convivió y de quienes recibió enseñanzas que aún guarda con reverencia. “Yo vi esa explosión en Nueva York. Alterné con Héctor Lavoe tres veces por semana, lo conocí dentro y fuera del escenario. Escucho todavía sus consejos. Lo extraño profundamente.”

Ese linaje musical no es solo memoria. Para Olivera, llevar la salsa a una nueva generación implica mantener su esencia emocional y visceral: “Es música que emociona, que te lleva. Esa es mi responsabilidad: hacer música de calidad, que deje huella.” También recuerda que el poder transformador de la salsa se transmite desde el alma del artista, no solo con la técnica. “Lo que uno deja cuando se va es el arte, la alegría, el ejemplo como ser humano y como músico.”

México: una cuna viva de la salsa

La relación de Herman Olivera con México es profunda y emocional. “Desde que bajo del avión, siento el amor. Tengo familia, amigos, colegas en México. Aquí me han hecho sentir en casa durante más de dos décadas”, dice con gratitud. El Auditorio Nacional será la primera parada de esta gira sinfónica, incluso antes que Puerto Rico, su tierra natal. “Eso dice mucho. Que sea México el primero en vivir esto lo convierte en histórico.”

Además, destaca el papel histórico de México como un punto clave en la historia del género: “Desde los años 50, con la llegada de músicos cubanos exiliados, México ha sido una plaza central para la salsa. Figuras como Beny Moré y Pérez Prado cimentaron aquí una conexión que sigue viva.”

En este contexto, la audiencia mexicana representa uno de los públicos más entregados y conocedores del género. “Siempre nos reciben con los brazos abiertos. Estoy seguro de que este concierto va a ser un evento que dará mucho de qué hablar. Porque es más que música: es historia, es emoción, es identidad.”

Aunque aún no han comenzado los ensayos colectivos, Olivera describe con entusiasmo el ambiente previo: “Vamos a estar todos juntos en el hotel, y cuando eso pasa, es una fiesta. Compartir con mis colegas en este tipo de eventos siempre es una celebración dentro y fuera del escenario.”

En cuanto al formato sinfónico, hay una mezcla de expectativa y emoción: “Nunca he escuchado estos temas así, con violines, con una sinfónica entera. Estoy ansioso por oír los primeros acordes. Va a ser algo grande.”

Por lo pronto, Herman continúa con una agenda llena, con fechas en California, Chicago, Nuevo México, Colombia y más. Pero su mente y corazón están puestos en el concierto de México: “Quiero invitar a todos a que compren sus boletos. Va a ser una noche histórica. México merece este homenaje y nosotros estamos listos para dárselo.”

Fania Sinfónico, con Herman Olivera entre sus protagonistas, no será solo un evento nostálgico. Será una declaración de amor a la salsa, a sus leyendas y al público que la mantiene viva. Y en el corazón de todo está México, listo para vibrar una vez más al ritmo de una historia que sigue escribiéndose en tiempo presente.

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