
La noche del 2 de septiembre de 2025 comenzó con un reto inesperado para los seguidores de Supergrass: una intensa lluvia complicó el acceso al recinto y retrasó a cientos de asistentes, provocando que muchos se perdieran las presentaciones de The Ramona Flowers y Sport Teams, quienes tocaron frente a unas 30 personas. Sin embargo, la adversidad no mermó el ánimo. El público esperó paciente, entre impermeables y paraguas, sabiendo que lo mejor estaba por comenzar.
Cuando las luces del Teatro Metropolitan finalmente se atenuaron, la euforia se desató. Los fans, ya acomodados en sus asientos, se prepararon para un viaje sonoro que los llevaría de vuelta a mediados de los noventa, a una época donde el britpop dominaba los reproductores de casete y los primeros discos compactos.
I Should Coco: un álbum que marcó una generación
El inicio fue explosivo con “I’d Like to Know”, tema que abrió la velada y que convirtió al recinto en un coro unificado. A partir de ahí, Supergrass ofreció una interpretación completa de I Should Coco, su disco debut lanzado en 1995, pieza fundamental del britpop y responsable de catapultar a la banda a la fama mundial.
Canciones como “Caught by the Fuzz”, “Alright”, “Moving” y “Grace” resonaron con la misma fuerza que hace tres décadas, provocando saltos, lágrimas y sonrisas entre los asistentes. El público no solo cantó, revivió la irreverencia y frescura juvenil de aquella época, cuando la música era un símbolo de identidad y resistencia.
Además del álbum completo, la banda complació a sus seguidores con joyas de su catálogo como “Time”, “Strange Ones”, “Richard III”, “Sun Hits the Sky” y “Pumping on Your Stereo”. El concierto alcanzó casi dos horas de duración, consolidándose como un espectáculo que reafirma que el britpop de los noventa mantiene intacta su vigencia y energía.

Una máquina del tiempo en el Metropolitan
Más que un concierto, la presentación de Supergrass en el Metropolitan fue un reencuentro emocional. Amigos de la adolescencia volvieron a abrazarse al ritmo de los acordes, cervezas se alzaron como brindis colectivos y los recuerdos de fiestas, primeras salidas y la efervescencia juvenil se materializaron en cada canción.
Gaz Coombes y compañía demostraron que la esencia del grupo permanece viva, logrando que más de 2,500 personas viajaran juntas en el tiempo. La combinación de luces azules, rojas y verdes, junto con una interpretación sólida y vibrante, transformaron al recinto en una verdadera cápsula del britpop.
Al final de la noche, quedó claro que Supergrass no solo conmemoró los 30 años de I Should Coco; también reactivó la memoria colectiva de una generación que encontró en su música un refugio y un estandarte.