Escenario

Andrés Kaiser y una profunda reflexión sobre la verdad desde las videomemorias de sus abuelos

El cineasta compite en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato con ‘Teorema de tiempo’, una película amorosa que cuestiona la realidad desde el encuentro con una serie de cortometrajes caseros

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¿Quién fue Arnoldo Kaiser? Alguien que filmaba pequeños cortometrajes caseros junto con su esposa, Anita, creando ficciones o reflejos de su vida cotidiana. Esta es la historia de una familia semejante a todas, llena de momentos solidarios y festivos. Andrés Kaiser, nieto del protagonista de estas memorias y joven cineasta, ha creado una película tan amorosa que cuestiona la fuerza de las imágenes, el paso del tiempo y la cuestión de la realidad y libertad creativa. Esto es Teorema de tiempo y en Crónica Escenario tuvimos el gusto de charlar con este joven cineasta que estrena su cinta en el marco del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF, por sus siglas en inglés).

El editor de oficio y director habló de cómo fue la experiencia tan personal de recrear la vida de sus abuelos a través de este poderoso documental. “Primero, creo que haber encontrado ese material es lo más cercano que estaré en mi vida a hallar un tesoro. Es una sensación muy grata y brutal cuando lo vi por primera vez. Mi tío lo rescata de la bodega familiar donde habían pasado años y milagrosamente están en un perfecto estado. Me encuentro con ello y me refiero a un tesoro no porque mis abuelos hayan sido los únicos que hayan filmado, pero es muy poco común que esos archivos fílmicos familiares sobrevivan a través del tiempo y al final descubres que lo que tienes en tus manos es una historia de pérdidas”, afirmó Kaiser.

La memoria es una de las cuestiones que plantea éste, su segundo largometraje, una que va cambiando con el tiempo. “Platicando con la gente, la mayoría te cuenta que sus padres o abuelos tuvieron una cámara de 8 mm pero nunca saben dónde quedó el material. En este caso, se trata de que este material de archivos de mis abuelos sobrevivió al paso del inclemente tiempo, lo cual me parece el primer milagro de esta historia”, dijo.

“Cuando pude ver el contenido de los rollos, me di cuenta de que era bastante particular porque no sólo eran los momentos familiares típicos sino que existía un sentido de puesta en escena fílmica de juego con la imagen y el cine mismo donde veo a mi abuela como directora y mi abuelo como actor a nivel casero. Eso cambió mi perspectiva de las cosas que creía, me preguntaba quienes eran estas personas en realidad y así pasaron 10 años tratando de describirlo, además sin ellos presentes para tratar de corroborarlo. Esa es la parte medular del proyecto que ha durado hasta ahora que se da su estreno en México en el GIFF”, declaró Andrés.

De alguna manera, ver este tesoro fílmico de su familia le ha hecho pensar al cineasta en la herencia de sus antepasados. “Parece que de manera inconsciente, la vena creativa siempre ha estado ahí en la familia, incluso el divertimento. Cuando veía la foto de mi abuelo con smoking al lado de sus compañeros igual de bien vestidos y sus instrumentos me decía ‘que buena onda, fue músico’ y mi madre decía que no era nada de eso, que eran los trabajadores de su imprenta”, mencionó.

“Desde ahí se nota esa creatividad que movía las cosas. También, checando material de mi abuelo cuando se grababa él solo y ponía su tripié, poniéndose como pudiera frente a la cámara, reflexioné que esas propuestas formales están en mi ópera prima, Feral, con Juan Felipe, que interpreta Héctor Illanes, y lo hice sin darme cuenta de ello. Fue hasta la edición de Teorema que me di cuenta de esa particularidad”, explicó.

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Andrés continuó ahondando en la importancia de la familia para crear una identidad, a veces sin saberlo. “Creo que la influencia que nos da a nosotros la familia llega a ser múltiple. No siempre es consciente ni positiva pero sus distintas índoles te llevan a todos lados. Estamos atravesados culturalmente por ella en muchísimas cosas de nuestro comportamiento y gusto, incluso a niveles genéticos o culturales. Eso define en gran medida lo que somos o de lo que queremos escapar también”.

Curiosamente, este documental comenzó a hacerse antes de su ópera prima, Feral. Pero al regresar a la misma y culminar ese período de 10 años de creación, a Káiser le resultó una experiencia importante donde puso en práctica la importancia del montaje. “Lo interesante en Teorema de tiempo es que el factor del rodaje estaba totalmente eliminado. Fue una decisión que tomamos desde muy temprano, pues creíamos que dependíamos solamente del material que ya se había rodado y es así, sin cuestionar nada a los creadores de si está bien o mal o es buena la toma. Es una cinta que depende en su mayoría del montaje y acomodo de la imagen, de verla desde la perspectiva del hoy sin ningún filtro y tal cual es, lo que se convierte en un ejercicio muy complicado debido a que uno quiere acomodar las cosas a placer”, manifestó.

“Mover la cámara y transmitir tu visión es lo que te permite la creación del cine. Cambiar de lente o la misma paleta de colores, pero cuando te enfrentas a algo que no es tuyo tienes que jugar con las reglas. Es por eso que la edición a dos manos en este filme se convierte en algo fundamental. Lorenzo Mora y yo le dedicamos mucho tiempo, construyendo y desechando ideas, teniendo la sensación de poder arrancar y después parar. De pronto encontramos una veta de oro después de estar escarbando tanto y a partir de ahí construimos todo. Fue un proceso largo que hicimos en plena pandemia, pero como ejercicio de montaje fue algo muy rico para ambos”, agregó Kaiser.

Otro de los aspectos interesantes en el documental es el factor narrativo, dándole una voz a la imagen que funciona como una guía. “Una de las pocas claridades que había en el filme era que debería ser coral, contada con la mayor cantidad de voces o no podía ser. De entrada, había que darles imagen o voz a mis abuelos y a todos aquellos que también salen ahí, a mis tíos, mi madre. Los contacté y todos fueron muy abiertos conmigo al respecto”, expresó.

“Tuve largas sesiones de entrevistas con ellos donde se abrió un mundo personal y subjetivo de cada quien con una capa muy interesante de testimonios que había que incorporar a la cinta para ayudar a darle forma. Creo que eso también es gran parte del contenido narrativo del filme, escuchar a los personajes que están ahí, nutriendo y dando contexto a la imagen sin necesariamente verlos, de hecho, no es algo que se necesite para que tenga un sentido”, añadió Andrés acerca de la participación de su familia en este proyecto.

Pero la cinta ofrece más que todo esto, pues su hipótesis nos habla de la importancia de lo que vemos, planteando la cuestión de la percepción de la verdad, ¿o acaso sólo es una interpretación de lo que fue?: “Pensemos en cualquier personaje y veremos que muchas veces no es lo que fue realmente sino cómo se veía a través de la mirada de otros. La imagen que tenemos de las personas es algo construido, no es real. Cuando llega la imagen fílmica y fotográfica, eso expande aún más las posibilidades de crear un personaje alrededor de ello”, dijo.

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“Hoy en día gracias a la expansión digital y de redes, crece todavía más ese factor. Creo claramente que muy raramente somos recordados como lo que fuimos o realmente somos y la mayoría del tiempo vemos nuestro mundo y a los grandes personajes del mismo o de nuestro núcleo familiar como lo que ellos proyectaron de sí mismos, por la imagen que se construye. El poder de la imagen me parece algo brutal, sobre todo en estos tiempos y es algo que desde mitades del siglo XX para acá no ha hecho más que crecer”, expuso el joven cineasta.

Asimismo, algo que también le fue revelado a Kaiser es la trascendencia de la libertad creativa. “La cuestión de que, al final, el no saber si el valor de lo visto es real o no y que tal vez nunca lo sabremos es algo con lo que podemos jugar. Mi abuelo Arnoldo hizo eso con la imagen todo el tiempo y eso habla de la libertad que tiene el artista”, reflexionó el cineasta.

“Ahora creo que una de las libertades más grandes que puede tener un creativo es eso, la libertad absoluta, algo que en el cine casero se da de forma natural porque no estás amarrado a lo que un público o estudio o institución pública espera de tu trabajo. Es simplemente hacerlo por gusto, creo que no hay mayor libertad que ello para esos artistas que son totalmente desconocidos o se hayan perdido en el tiempo y de los cuales tal vez hayamos perdido gran parte de su trabajo. Habría que valorar la libertad del quehacer artístico, que me parece fundamental en todo sentido”.

En este momento, la charla derivó en la memoria de aquellos que lucharon por ese principio libertario en su cine, por lo que Andrés recordó a Lourdes Grobet, con quien trabajó, entre otros artistas que encontraron esa libertad. “Tristemente, acaba de fallecer ella. Recuerdo que le edité su documental Bering: Equilibrio y resistencia y veía esa reflexión en vida porque me parece que ella era una de esas artistas que más libres han sido además de la creatividad. Es complicado ese balance porque todo se va ganando, es un extra que siempre cuesta. A ella le costó, a (Georges) Méliés, a muchos otros, pero me parece que llegar a eso es el privilegio absoluto”, aseveró nostálgico el director y editor.

Toda esa duda acerca de la realidad y la delgada línea entre lo que vemos y lo que es de verdad, nos obliga a cuestionarnos en qué punto estamos. ¿Acaso la imagen y la percepción de la verdad está dejando de lado a la realidad?: “No se que tan bueno soy para las predicciones pero me parece que la diferencia clave, comparándolo todo con la capacidad de Anita y Arnoldo Káiser y su capacidad de producción de imágenes a la fecha presente, creo que la frontera entre la imagen que proyectamos y lo que realmente somos va en una tendencia en que la línea que divide la realidad de la ficción es cada vez más delgada, lo que hace más difícil definirla”, destacó.

“Hay un, no sé si peligro, pero sí algo latente que puede causar un ambiente de confusión de identidad acerca de quienes realmente somos. ¿Quién es la imagen que vemos, sólo es eso o es el reflejo solamente del espejo? Pareciera que el dilema de la caverna de Platón ha adquirido un nuevo matiz. Hay historiadores y sociólogos que creen que nos estamos perdiendo en eso y otros que opinan que no es así. Pero está claro que la frontera entre ambas es mucho más delgada”, depuso el realizador de manera filosófica.

Finalmente, el director lanzó una interesante declaración que encierra gran parte del planteamiento de su filme. “Existe una interesante reflexión sobre la verdad, sobre nosotros y quienes somos en verdad o lo que depara el futuro. Es una pregunta muy interesante que queda ahí en el aire y que planteo ahí, en este Teorema de tiempo”, concluyó Andrés Kaiser.