Escenario

Claudia Sainte-Luce toca corazones con ‘El reino de Dios’, con una historia sobre las crisis de la fe

ENTREVISTA. La cineasta, referente del cine independiente en México, presentó en el Festival Internacional de Cine su nuevo filme que surge a partir de pérdidas personales y obstáculos profesionales

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La cineasta Claudia Sainte-Luce junto a su sobrino Diego, quien protagoniza el filme.

La cineasta Claudia Sainte-Luce junto a su sobrino Diego, quien protagoniza el filme.

Especial Twitter: Revista Vagabunda MX

Una de las cineastas mexicanas más activas en los últimos tiempos es Claudia Sainte-Luce, quien el año pasado después de un desgastante proceso presentó su filme El camino de Sol, en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). Este año, después de su paso por la Berlinale, la realizadora presentó El Reino de Dios en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, un proyecto que sirvió de forma catártica para expresar la crisis de fe. En Crónica Escenario charlamos con Sainte-Luce acerca de cómo llegó a este relato, entre otros cuantos detalles de la realización de este filme.

De entrada, Claudia abrió su corazón para explicar que la génesis de esta historia fue una crisis personal acerca de lo que hace y pérdidas personales que tuvo en los últimos años. “Tengo la desventaja de que no le dan salas a mis historias, no escribo guiones como otros dentro de la industria. Eso hizo que perdiera la fe en mí y el trabajo que hacía en el cine. La cosa es que aparte de esto, nomas me salen bien las mesas de dulce y en el COVID eso no era negocio”, dijo la cineasta.

“En este proceso me lanzo a mi pueblo con mi sobrino después de El camino de Sol y le dije si me ayudaba a contar este relato de un niño que estaba perdiendo la fe. Entonces, lo que el protagonista va sintiendo en la cinta es mucho de lo que yo sentía también en esa crisis, en ese momento y pude sacarlo de esta forma. Pero no me esperaba que lo que sucediera con la película, porque era una lección que ya había aprendido, resultó en darme cosas lindas después de aguantar un rato esas dudas y pues ahora llegar hasta el FICG es algo gratificante y sorpresivo”, confesó.

Siendo este su cuarto largometraje, Sainte-Luce recuerda un poco ese camino desde Los insólitos peces gato hasta El Reino de Dios y cómo ha vivido las diferentes cuestiones y crisis a las que se ha enfrentado. “Recuerdo que en el primer largo me encerré un mes y fui a rezar a todos lados porque pues no sabía hacer esto. Cuando salió y después del buen recibimiento, aprovecho esa inercia para escribir La caja vacía, que tiene mucho que ver con mi padre. Obtuve un fondo rápido para realizarla pero mientras Los insólitos peces gato les parecía algo lleno de luz, esta les parecía más oscura. Me di cuenta de que no era la misma y mi enfoque había cambiado pero seguía creyendo en lo que hacía”, mencionó.

“Fue cuando llegó El camino de Sol, que me costó muchísimo levantarla. Me tardé dos años con fondos propios para hacerlo, hubo mucha necedad de mi parte y la fe aun estaba pero la comencé a perder al finalizar el proyecto y me di cuenta que no la querían distribuir. Pensaba que había algo mal en mí o en la manera de contar la historia. Eso causó ese replanteamiento de la profesión y eso me lleva a El reino de Dios, donde creo que he aprendido mucho que el proceso de cada cinta tiene que ver con lo que estás pasando, que no todos la van a percibir igual y que tampoco puedes contar siempre lo mismo todo el tiempo”, explicó la cineasta.

Muchas veces se habla de las dificultades de la producción pero no del desgaste que ello conlleva, algo en lo que también se sinceró Sainte-Luce. “Depende de cada uno. Puede ser desde la capacidad de creer en uno mismo, puede ser conseguir los fondos y aguantar las críticas hasta esperar el estreno. En esta última cinta, vino de las dudas y la crisis de fe en mí misma, pero no siempre va a venir de un solo lado pues la gente cambia y dependiendo de eso, de la madurez que vas teniendo y las experiencias, entonces puede venir de cualquier otra parte ese problema”, expresó. 

Fotograma de El reino de Dios, que compite por el Premio Mezcal.

Fotograma de El reino de Dios, que compite por el Premio Mezcal.

CORTESIA

A pesar de esos duros momentos, el camino de El reino de Dios ha resultado en un viaje sorpresivo, incluso gratificante para Claudia, casi un reencuentro con la fe en sí misma desde el curioso momento del anuncio de su participación en la pasada Berlinale. “En mi cumpleaños, después de acabar la película, decidí ir a un lugar especial que para mí era Nueva Orleans, todo eso porque me encanta el vudú. Entonces, mientras caminaba por un cementerio mi marido me habló y me dijo que había mandado la cinta y recibió la carta de aceptación del Festival de Berlín”, recordó.

“Me quedé un tanto trabada por la noticia y en lugar de celebrar despavorida me puse a pensar en lo que faltaba hacer en la cinta. Después ya me relajé y la pasé bien pero poniendo pie en el festival. Me estresé mucho porque pensaba en todo lo negativo que podía salir de ahí, estaba nerviosísima. Pero cuando la presenté me distrajo ver otras cintas y al entrar en la sala, el 80 por ciento eran niños de 6 a 8 años que al final entendieron la historia, ese público diferente me gusto mucho y terminé por pasarla muy bien aunque sé que hubo momentos muy duros que yo misma me propicié”, declaró Claudia.

El filme cuenta la historia de Neimar (interpretado por Diego, su sobrino), quien tiene ocho años, vive en un pequeño pueblo y está ilusionado por hacer su primera comunión,ya que su abuela le ha asegurado que ese día conocerá a Dios. Su vida transcurre tranquila entre cuidar caballos de carreras, de los que es fanático; trabajar en un tope pidiendo dinero y ayudar a su mamá a vender tamales los fines de semana junto a su mejor amiga, Demi. Toda esta serenidad en el entorno de Neimar cambia de pronto. Su vida se va llenando de decepciones que harán que reconsidere su entorno, dejando de lado su inocencia.

Aunque pareciera que trabajar con un familiar como lo es su sobrino, Diego, pudiera resultar algo más complicado por no ser un actor profesional, la directora aclaró que resultó mucho más cómodo para ella. “De alguna forma trabajar con alguien conocido o cercano te da cierta familiaridad. Con mi sobrino existe una relación en la que lo siento como mi hijito. Platicamos a nivel emocional de forma muy linda y me conoce muy bien en otros sentidos porque estaba muy consciente de lo que estaba pasando”, explicó.

“Fue más difícil trabajar con el resto de la gente, pero para ello jugamos e hicimos talleres para demostrarles que actuar es un poco eso. Así los fui conociendo poco a poco y al final me la pasé muy bien porque a pesar de no tener un guion definido, sabía muy bien cómo quería que la escena se desarrollara. Sabía a dónde íbamos o teníamos que llegar pero no la forma en que lo haríamos y eso fue algo que resultó muy propositivo para ambas partes”, agregó.

Además, Sainte-Luce agregó: “Con Diego, lo difícil fue el cansancio derivado de la repetición. Los primeros días pensó que eso sucedía porque a lo mejor la estaba regando pero ya después agarró la onda y empezó a darse cuenta que las tomas repetidas no eran su culpa y de repente, como buen niño, le entraba al mame hasta que lo aplacaba y le decía que le bajara un poco de huevos comentándole que no era una diva, ni Bichir ni Pinal entonces eso fue un tanto divertido, ciertamente a veces hasta mejor que con los actores profesionales o los caballos, que fue algo de lo más difícil de grabar”, comentó entre risas.

En su presentación en el FICG, el elenco fue muy ovacionado por la audiencia.

En su presentación en el FICG, el elenco fue muy ovacionado por la audiencia.

ESPECIAL Claudia del Castillo

Algo que llama la atención de este proyecto es la falta de guion, que contrario a lo que uno pensaría, no presentó un reto para Claudia sino una libertad creativa que no había tenido. “Honestamente me la pasaba de maravilla. Tenía libertad de poder hacer lo que yo quería y al final funcionó el poder grabar lo que me parecía más adecuado. Ayudó, creo, que muchas veces sentía que yo era el personaje. Además, a este niño le estoy apostando por una carrera cinematográfica, porque si ya no la armo, puedo ser su manager o agente, pero ciertamente”, afirmó a nivel personal.

Sainte-Luce es una de las voces importantes en el cine independiente mexicano, por lo que afirmó que para apoyar a cineastas de esta clase, es importante darles un espacio y voz. “Me parece que la labor principal reside en hablar de ello, de esos proyectos sin dejar de hablar de otros más populares como los de Marvel. Es encontrar siempre ese balance en el espacio que se tiene, ir sumando cosas cada quien desde su trinchera y hacer que las notas no sean aburridas, meterles jiribilla”, destacó.

“Con las exhibidoras, sería bueno tener salas que se dedicaran a exhibir siempre cine mexicano y en cuanto a las distribuidoras o plataformas pues está el ofrecer más espacios y diversidad, que no todo sea Hollywood o La Rosa de Guadalupe en el streaming. Es ir poco a poco en ese sentido, aunque a veces me parece que ya es una guerra perdida y entonces me dedico a seguir a pesar de las crisis y dificultades que eso implica”, aseveró.

Si bien la crisis de fe casi la retira de seguir haciendo cine, Claudia Sainte-Luce ahora ha renovado sus votos cinematográficos y exclamó que, ahora, sólo habría escasas razones para dejar de hacer cine. “Soy muy pinche necia, francamente. Creo que las únicas cosas que me harían no hacer el siguiente proyecto que tengo en mente es que me de el virus del mono, que no obtenga dinero para realizarla o que simplemente me quedara ciega o la muerte me sucediera. Pero no creo que haya nada que me detenga porque es lo que me hace feliz y cuando eso sucede vas a pelear por hacerlo hasta el final hasta que cueste un huevo y la mitad del otro. Pero lo haces”, dijo.

Finalmente y a pesar de todas las críticas, el desgaste, el estrés y la falta de fe, la mexicana se muestra muy contenta de que El Reino de Dios haya encontrado un espacio en la 37 Edición del FICG. “Me da mucha emoción poder estar en este festival y lo que calma mis nervios es que va mi sobrino y mucha gente más que participó en la filmación. Traigo el apoyo de mi barrio y eso siempre es bonito a la hora de presentar tu película”, finalizó Sainte-Luce.