Escenario

Leonor Maldonado: “Me interesaba ver la danza como un archivo de vidas”

ENTREVISTA. El cineasta dirige el filme M20: Matamoros Ejido 20 el cual recibió el Premio TV Unam en el FICUNAM

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Fotograma de 'M20: Matamoros Ejido 20'.

Fotograma de 'M20: Matamoros Ejido 20'.

CORTESIA

FICUNAM 2023 continúa con la proyección de su programación hasta este domingo 11 de junio, dentro de la cual podemos encontrar la propuesta de la coreógrafa y cineasta Leonor Maldonado, quien a través de sus conocimientos y visión dentro del mundo de la danza presenta un documental que revisa el alcance de las expresiones artísticas como vías de reconstrucción del tejido social, además de funcionar como plataformas de impulso de la cultura en nuestro país.

La intimidad que ofrece la danza como método catártico emocional es tomada por un grupo de hombres de una comunidad en Matamoros, Tamaulipas, una zona donde la violencia es un factor cotidiano. Las historias que se entrelazan para romper un cúmulo de estereotipos redefinen la vida de este colectivo, en medio de un contexto donde el crimen organizado y la vida en la frontera limita la vida diaria.

M20: Matamoros Ejido 20 (2023) es un documental que ofrece una mirada íntima a la vida de un colectivo que enfrenta conflictos sociales y emocionales a través de la danza, un grupo al que Leonor Maldonado se acercó a través del cine para conocer aún más de sus motivaciones y diversos contextos:

“Tengo formación como coreógrafa y bailarina, y fue gracias a esto y un video que me mostraron de esta danza particular, que mi mirada como artista del cuerpo incitó mi curiosidad para pensar sobre las razones íntimas acerca de los movimientos de estas personas; es decir, la idea de ver la danza como un archivo de sus vidas o como un reflejo de algo que estos cuerpos están experimentando constantemente”, mencionó Maldonado respecto a sus motivaciones artísticas para retratar la vida de estos hombres.

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Los alcances de estas historias y la forma de verter el arte en desahogos emocionales fueron de suma importancia para el discurso narrativo del documental:

“Al adentrarme en esta comunidad pude observar que esta historia tenía el potencial para traducirse a partir de un documental, además de la posibilidad de ver esto como una coreografía expandida, donde los conceptos cuerpo, tiempo y espacio pueden ser resignificados en otros dispositivos, pensando el cine como una coreografía” expresó la coreógrafa acerca de los conceptos usados como base para la producción.

La danza tiene un nicho muy específico en México, donde proyectos como el de Leonor puede brindar una visibilidad mayor a una forma artística que siempre ha estado presente pero no con el impacto mediático que podría tener sin dificultad:

“El proyecto de Rigo tiene una lógica muy diferente a lo que conocemos en la danza contemporánea – por ejemplo – ya que su afinidad, al menos con los proyectos de los últimos años, es más cercana con el teatro. La lógica de la danza de Matamoros es más regional, concatenados a diferentes festejos de estas comunidades, lo cual le brinda diferentes capas y un público muy concreto”, la cineasta abordó la naturaleza de la danza de M20 y sus probables orígenes.

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“Rigo logró hacer algo que apelara a generaciones que no estaban ya interesadas en la danza y tampoco en la folclórica, mucho menos la contemporánea; en ese sentido ha logrado expandir la audiencia, incluso influenciando a otras plazas que adoptan el estilo del colectivo”, agregó la bailarina sobre el impacto del trabajo que ha construido el creador de este grupo.

Al poseer una disciplina artística distinta como soporte de conocimiento, Maldonado intentó crear un puente entre el lenguaje cinematográfico y aquellos conceptos de corporalidad y movimiento que domina de origen:

“Tuve que pensar cómo traducir mi conocimiento de coreografía hacia lo fílmico, pensando siempre en los tres conceptos que ya había definido como cuerpo, tiempo y espacio. Además, durante seis años estuve en una constante preparación en materia de cine para entender como comunicar mis ideas”, contó la directora sobre su tiempo de desarrollo como realizadora.

En territorios donde la violencia parece ser un elemento normalizado para distintas comunidades, el atrevimiento de crear un documento fílmico que retrate dicho contexto es bastante grande, convirtiéndose en un reto importante para todo el equipo de la cinta:

“Hubo mucha complejidad – además de miedo – al enfrentar los rodajes en estos territorios, pero al final todo fluyó gracias a que se construyó una relación sólida con el grupo; todos me decían que no hiciera la película, debido a los peligros. Nos tocaron desde balaceras hasta pedir permisos a gente peligrosa para poder hacer nuestro trabajo”, concluyó la realizadora.

El filme recibió el Premio TV Unam.