Lucía Puenzo: “Hay que dejar que las películas encuentren su público”
ENTREVISTA. Luego del éxito de La caída, la cineasta de origen argentino , estrenó en México su más reciente filme Los impactados, un drama que explora la imaginación de la electrofilia
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La cineasta Lucía Puenzo.
El mundo de las colaboraciones fílmicas entre países latinoamericanos se encuentra en su apogeo, creando producciones de alta calidad y generando interesantes simbiosis creativas que arrojan a la pantalla grandes historias con naturalezas profundas. Como consecuencia de este fenómeno, el reciente largometraje de Lucía Puenzo, Los impactados (2023), se presenta en salas mexicanas con el objetivo de alimentar la curiosidad del público alrededor de la columna narrativa del proyecto.
Ada (Mariana di Girolamo) ha sido alcanzada por un rayo durante una poderosa tormenta a campo abierto, sobreviviendo milagrosamente, y viviendo las consecuencias tanto físicas como mentales del accidente. Su entorno comenzará a transformarse, y su percepción de la realidad se moldeará aunada al desarrollo de una extraña electrofilia.
Con una extraña premisa que va mutando mientras avanza el desarrollo de una protagonista que parece reinventarse frente a sus círculos más cercanos, así como con la sociedad misma, Puenzo nos habla sobre cómo recibió esta historia que atrapó su atención instantáneamente, y que evolucionó mientras más indagaba en su tema base:
“Recibí la propuesta inicial por parte de Lorena Ventimiglia, quien es como una hermana para mí, prácticamente familia, y desde adolescentes nos causaban una fascinación enorme las historias de los sobrevivientes de impactos y la electrofilia; es así que me propuso co-escribir y dirigir la historia juntas, iniciando una intensa investigación con grupos de impactados, médicos especializados en ceraunopatía – la cual no sabía que existía – abriéndonos un mundo basto sobre el tema”, recordó la cineasta.
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La cinta transita por distintos tonos argumentales, desde su ángulo informativo anclado a la electrofilia, la reinvención del ser humano ante el paso del tiempo y el crecimiento personal, social y mental, e incluso una historia de amor que se deshilvana mientras la protagonista descubre su nueva naturaleza:
“Lo bueno de este proceso, en medio de otros proyectos más industriales, es que era algo completamente nuestro, sin presiones, muy independiente. Al principio ni siquiera sabíamos si iba a ser una película, sino que era una investigación manejada por nuestra curiosidad pura, llegando a un punto de inflexión donde realizar un filme se volvió inevitable. Nos percatamos que los sobrevivientes de impactos de rayos siempre encontraban algo más profundo dentro de su reconfiguración del cuerpo y su sinapsis, con un perfil poético, de cierta manera”, expuso la guionista sobre la cimentación ideológica de la producción.
“La arbitrariedad de que te elija un rayo, pulverizando tu cuerpo, permitiéndote reinventarte, me parecía que tenía algo tan potente e inexplicable, a nivel narrativo, que comenzaron a surgir ideas rizomáticas que nutrieron a la película, sin caer en un tratado médico”, agregó la directora.
El tiempo es un conducto de cambios y evolución del pensamiento, así como de las acciones que permiten distintas posturas de crecimiento, una reflexión que la escritora argentina tomó como impulso para despegar una historia donde el rayo destruye y crea al unísono, empujando a su personaje principal a una coyuntura introspectiva que sostendrá todo el desarrollo del filme:
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“Lo que pasó en la edición de Los impactados nunca me había sucedido, ya que toda la trama y los puntos de inflexión de la protagonista no estaban en el guión original, no fueron filmados inicialmente; nos percatamos que el corazón emocional de la cinta era otro, el cual se condujo a través de la sanación profunda de una mujer que – con la caída del rayo – descifró qué heridas emocionales, físicas y espirituales aún estaban abiertas, y cuales habían sanado”, compartió la realizadora ante la sorpresa del proceso creativo de su personaje principal.
“Tuve la suerte de tener productores que me permitieron reedificar el concepto del proyecto, sin presiones, reescribiendo escenas y filmando nuevas – meses posteriores al rodaje inicial – encontrando la historia su lugar de forma muy orgánica”, complementó Lucía ante el fenómeno de construcción de la trama en la isla de edición.
¿Es un producto efectivo? ¿Qué tan digerible puede ser el filme ante un público que cada día parece acrecentar el consumo de proyectos con manufactura comercial sin sustancia? Son cuestionamientos que surgen ante una premisa que resulta intrigante, pero que en su construcción podría toparse con pared con una audiencia ávida de mensajes inmediatos y masticados a su máximo punto:
“Hago películas que me gusten a mí, y creo que estas deben encontrar su público, no tenemos que hacer productos pasteurizados o que les guste a todo mundo, sino que debemos trabajar y dejar que los libros, las series y los filmes encuentren a su audiencia, sea pequeña o grande, un lugar donde también solemos encontrar sorpresas”, opinó la también directora de La caída (2022).
Finalmente, Puenzo nos expresa su postura sobre el fenómeno de la industria cinematográfica latinoamericana donde las coproducciones son cada vez más recurrentes, en ocasiones como consecuencia de los altos costos de producción, y por el otro como parte de un crecimiento creativo al intercambiar ideas y procesos:
“Son diferentes fenómenos los que hacen que emigremos buscando nuevos horizontes fílmicos, pero desde hace años que Latinoamérica está funcionando como una gran familia, y cada vez con más fluidez, respondiendo a factores económicos de los cuales no podemos desprendernos, pero que también obedece a factores creativos, sociales o políticos”, concluyó la cineasta para Crónica Escenario.
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