
En el cine es común encontrar, especialmente en el género del terror, una frase que describa la experiencia del filme como “la película más aterradora de todos los tiempos”, aquella que nos hará querer prender las luces de la sala o incluso tener una cubeta al lado por la repulsión explícita que ésta representa.
La mayoría de esas veces resulta simplemente ser una propaganda bien manejada que no cumple las expectativas de quienes son fieles al género y sus narrativas de todo tipo.
Así es como llega a las salas de cine el estreno más aterrador venido desde el continente asiático, una coproducción entre Tailandia y Corea del Sur. La Medium es un filme que logró espantar a muchas personas y que causó una gran impresión en su presentación en Cannes. Y es de imaginarse este efecto, considerando la espiritualidad a la que están acostumbrados a entregarse en este género aunado a las creencias en este continente, ¿pero logrará el mismo impacto de este lado del mundo?
Es innegable que lo espiritual tiene un peso muy importante en la cultura asiática, se han visto altares, sacrificios y toda un aura de misticismo que envuelve ciertas regiones, por lo que es normal que llame la atención todo esto para hacer películas basadas en estos espectros. Tal es el caso de Ringu (Nakata, 1998) o Ju On (Shimizu, 2000), en las que entidades femeninas toman el control de los vivos para llevar a cabo sus propios fines llevando a los involucrados a la locura o, peor aún, a la muerte, motivados de alguna forma por la venganza.
En esta cinta, dirigida por el tailandés Banjong Pisanthanakun (Están entre nosotros, 2004), comienza como una especie de falso documental (o no) que sucede en el pueblo de Isan, donde un grupo de jóvenes realizadores va a investigar acerca de Nim, quien tiene en su interior una fe creada alrededor del ser espiritual Ba Yan, documentando y explicando el poder e importancia del chamanismo en el lugar pero que, tras algunos sucesos peculiares alrededor de la familia de ella, deciden cambiar el rumbo de la investigación pues se encontrarán súbitamente frente a una especie de posesión que busca tomar el cuerpo de su sobrina, la adolescente y vivida Mink, lo que orillará a esta médium a averiguar cómo puede ayudarla, enfrentando los retos que la exacerbada fe y las rotas relaciones entre sus familiares le presentan hasta un desenlace brutal.
Esta espeluznante cinta demuestra que Pisanthanakun es alguien que sabe manejar el género, capaz de erizarle la piel a más de uno con su visión para justificar los innumerables dolores de espalda de cierto fotógrafo.
Después de una larga ausencia, Banjong vuelve a la pantalla grande y lo hace de una manera más madura puliendo mejor ese estilo que tanto lo caracterizó en su momento y que lo hace de la mano del surcoreano Na Hong Jin, que tampoco es un desconocido del terror al causar un gran impacto en el 2016 con The Wailing.
Ambos consolidan una dupla que se equilibra entre el terror y la constante tensión que envuelve la historia sin dejar de lado ciertos puntos sociales y una característica inclinación por ese lado espiritual.
Si bien el relato no es un concepto nuevo, pues ya se han visto historias similares, destaca el manejo detrás de la cámara que marca claramente una influencia por cintas como El proyecto de la bruja de Blair (Sánchez y Myrick, 1999) o en años más recientes Actividad paranormal (Peli, 2007), en que graban una historia haciéndola pasar por verdadera que va metiendo al espectador la duda de que tan real es lo que vemos a través del lente, lo cual genera una experiencia de alguna forma inmersiva que detona poco a poco. En eso radica lo emocionante de este tipo de híbrido que mezcla ficción y documental.
La ambientación es algo que te envuelve de inicio a fin, algo en que el género documental ayuda mucho durante el lento primer acto del filme, pues nos permite conocer las casas, la rutina y la manera en que la cultura se desempeña día a día, si bien no es algo americanizado como nos tienen acostumbrados, hace especial que sea una forma de ver un tema desde otro enfoque que no precisamente dominamos para meterle más misterio a la trama. Toda la neblina, velas, cuevas realmente adentra al espectador, jugando con sus expectativas y provocando la constante incertidumbre acerca de lo que sucederá, especialmente en ese segundo acto hasta llegar a un clímax inesperado.
Cabe resaltar que, para lograr su cometido de asustar la película no abusa del clásico “jumpscare”, que en otras cintas se utiliza hasta el cansancio, llegando incluso hasta quitarle la finalidad del miedo y el terror a lo desconocido o inesperado. Para lograr ese ambiente, el filme prefiere usar recursos de grabación funcionales para no dejar a la imaginación lo que sucede, pero logrando el equilibrio entre mostrar lo que ocurre sin que pierdas el ritmo de hacia dónde te quiere llevar pues conserva la capacidad de sorprender y reflexionar acerca de la fe y los lazos familiares.
A pesar de ser una buena propuesta y que realmente cumple su objetivo final de provocar una tensión palpable, La Médium al inicio puede ser un poco larga, pero ese planteamiento resulta necesario pues es gracias a todo ese contexto que después se puede entender el impacto de lo que sucederá posteriormente con cada ritual, los involucrados y la vida cotidiana de ellos ya que es parte de lo que hará entender las razones detrás de lo que acontece durante la posesión.
Después de su aterrorizador paso por Sitges, el festival más importante del género, La Médium llega a cines mexicanos para buscar asustar a una audiencia que ama el terror y parece perfecta para un público que no es ajeno a los espíritus, las crisis de fe ni a las familias rotas.
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