Escenario

Raúl Briones: “Como humanidad estamos en el momento de parar la maquinaria que nos está haciendo personas horrorosas”

ENTREVISTA. El actor mexicano protagoniza La cocina, el más reciente filme de Alonso Ruizpalacios que compitió por el Oso de Oro en la pasada edición de la Berlinale

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El actor Raúl Briones.

El actor Raúl Briones.

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El nuevo trabajo de Alonso Ruizpalacios es una modernización de la obra de teatro La cocina, de Arnold Wesker, la cual ahora se desarrolla en un restaurante de Times Square, Nueva York donde trabajan indocumentados mexicanos y de varias nacionalidades. La cinta sigue lo que ocurre un viernes normal, donde todo se trastoca cuando desaparece dinero de la caja y todos los trabajadores están siendo interrogados.

La mayoría de ellos son inmigrantes ilegales y luchan por defender su trabajo, el único lugar que les corresponde en el mundo, mientras preparan un sinfín de platos, tratando de seguir el ritmo del flujo constante de pedidos que llegan del comedor. Uno de los cocineros es Pedro, un joven mexicano enamorado de Julia, una camarera estadounidense que no puede comprometerse en una relación con un extranjero indocumentado.

Rashid, el dueño de The Grill, ha prometido ayudar a Pedro con sus papeles. Pero cuando Pedro es acusado de robar el dinero se precipita hacia un acto que detendrá la cadena de producción en la cocina de una vez por todas.

En Crónica Escenario tuvimos la oportunidad de charlar con Raúl Briones, protagonista de esta cinta junto a Rooney Mara, trabajo que se estrenó en la Berlinale 2024.

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Raúl, ¿cómo fue afrontar este trabajo fuera de México, con gente de tantos lados del mundo?

La verdad es que fue un placer. Fue un proceso muy complicado, difícil justamente por el tema de los idiomas, por ser la cabeza de un departamento como el actoral en un proceso tan grupal y tan de ensamble como lo fue el haber filmado La cocina. La verdad es que fue cuesta arriba, fue una montaña gigante. Ya tendrán oportunidad de ver la película aquí en México pero fue un placer porque crecí muchísimo. Si ahora lo veo a la luz de la distancia, pues no puedo más que estar agradecide de todo lo que viví en un proceso como La cocina.

Sabemos que hay una secuencia en la cual tiene un pequeño break de este día ajetreado, donde platicas del día a día, donde hablan más humanamente de lo que están pasando. ¿Cómo fue crear esta escena en el callejón?

Pues fue un momento muy agridulce porque teníamos muy poco tiempo y hubo muchos problemas en torno a la producción estando allá. Muchas cuestiones de comunicación que no estuvieron claras, entonces se nos fue el tiempo encima. Y al mismo tiempo teníamos que generar esta atmósfera íntima. Fue muy complicado filmar en general en Estados Unidos.

No fue fácil. No pudimos hacernosla fácil de ninguna manera, pero, por otro lado, eso a mí por lo menos me ayudó a sentir la diferencia en cuanto a las oportunidades que se tienen en los dos países, hablando políticamente.

Entonces fue muy hermoso filmar esa escena, pero pues tampoco pudimos filmarla como estaba originalmente en el guión, porque una de mis compañeras no consiguió la visa y no consiguió la visa no porque no entregara los papeles, sino porque simplemente la embajada no quiso dar la visa.

En fin, como que hubo muchos problemas ahí en torno al proceso de filmación que hicieron de esa escena algo bien complicado, pero al mismo tiempo que la dota de una profundidad que tú logras ver dentro de la película. 

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¿Cómo fue tu relación con Spenser Granese para lograr este vaivén que tienes con él en pantalla?

Pues en realidad no fue una construcción tan focalizada hacia alguno de los personajes, más bien, Alonso nos hizo ensayar en una cocina en “La Máquina de Teatro”, que es un espacio teatral de Clarissa Malheiros, que está aquí en Coyoacán.

Ahí pudimos montar una cocina miniatura con escenografía, replicando lo que nos íbamos a encontrar en el set, entonces ahí hicimos muchas improvisaciones y eso nos permitió ir descubriendo cuál era la relación con los distintos personajes, cómo se llevaban, cuáles eran sus posturas políticas, pudimos generar este imaginario de cuáles eran los conflictos que anteceden a la filmación de este día en la cocina.

Y entonces ahí surgió esta relación con Spencer, que es una relación que se viene arrastrando desde la obra de teatro y fue muy enriquecedor porque en realidad es como la gran metáfora de la lucha de esta relación bilateral México-Estados Unidos. Fue muy interesante porque a través de estas improvisaciones pudimos ir encontrando cuáles eran nuestras ficciones políticas dentro de la cocina.

Tú eres un actor que se ha caracterizado por hacer cine muy social en muchas formas y La cocina creo te da la oportunidad de llevar esto un nivel más arriba todavía. ¿Por qué te gustó involucrarte en La cocina?

La cocina es un textazo. Es uno de los grandes textos de la dramaturgia del siglo pasado y que Alonso retoma en una interpretación que sitúa al personaje principal, que en este caso es Pedro, en Nueva York. Cuando Alonso nos planteó la posibilidad de montar la obra de teatro también estaba la posibilidad de montar El Círculo de Tiza, de Brecht y desde ese entonces Alonso también traía estas implicaciones que tienen que ver con lo social y yo también.

Mi encuentro con el teatro fue un encuentro muy desde el barrio, desde la localidad, desde el municipio de San Cosme, Xalostok (Tlaxcala), a través de mi maestro, El Huicho, que también sale en la película de La cocina.

Yo descubrí la cultura y el arte y el teatro y la actuación en particular con un ingrediente social que a mí me cambió la vida, a mí me rescató la cultura, entonces hay algo en este tipo de temáticas que evidentemente me sigue llamando la atención porque yo creo que el mensaje tiene que ser esperanzador por mucho que hablemos de las cosas que nos oprimen.

Y La cocina, así como otros muchos textos, explora si no soluciones, sí un diálogo abierto en torno a las problemáticas. Este es un personaje que tiene una enorme necesidad de decir cosas y de parar todo para que lo escuchen.

Y creo que estamos en ese momento, en la actualidad, en el que necesitamos parar, parar, parar la maquinaria que nos está haciendo ser las personas horrorosas en las que nos estamos convirtiendo por defender nuestro trabajo, por defender lo que llamamos propiedad o la familia o la hombría o la paternidad. Hay un montón de cosas que ya basta, que necesitamos replantearnos, creo. 

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¿Cómo se da esta relación con Rooney Mara en el set, dentro y fuera del set?

Fue una relación muy hermosa, desde el trabajo dentro y fuera del set. Yo no tuve una relación fuera del set con Rooney. La conozco muy poco y, por supuesto, pues la quiero y ella me quiere, pero como compañeros de trabajo, no podría decir que somos amigues. Y está muy bien que así sea, porque tenemos formas muy parecidas de trabajar y también tenemos formas de estructurar el mundo que creo que son parecidas.

Ahora que estuvimos en Berlín, por ejemplo, fue una relación muy cordial y muy amable y ella es muy linda pero no pasó de ahí, ni tampoco de mi parte. Creo que tenemos una distancia que tiene que ver con que priorizamos el trabajo por cualquier cosa y eso se puede ver en la película. Entonces mi relación con Rooney es la relación de la película, no hay otra relación por fuera más que de una amabilidad y una cordialidad normales, digamos.

¿Cómo se sigue construyendo esta relación entre tu y Alonso?

Llevamos ocho proyectos entre teatro y cine. Esta es una relación muy profunda y muy hermosa y también muy difícil, es una relación humana. Yo he cometido muchos errores, Alonso ha cometido muchos errores, pero no más graves que lo que un ser humano normal, común y corriente.

Creo que hemos tenido también la enorme ventaja de poder dialogar con esos errores y reconocer en qué podemos descuidarnos o en qué hemos crecido tanto artística como humanamente.

Es una relación que además cierra una etapa y un proceso con La cocina, después de 12 años de haberla hecho teatro, ahora la filmamos, es cerrar con broche de oro un proceso muy importante en nuestras vidas e intentar abrir uno nuevo para futuras colaboraciones desde un diálogo más maduro. Creo que hemos madurado mucho como personas y como artistas y cuando el público tenga la oportunidad de ver la película se darán cuenta de a qué me refiero.

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Aquí en México conocemos tu calidad actoral, tu calidad humana sobre todo y llama mucho la atención que por fin pareciera que el extranjero está volteando a ver tu calidad. Hemos leído muy buenas reseñas de tu trabajo en la cinta en diversos sitios, como Variety. ¿Cómo estás recibiendo tú esa retroalimentación?

Pues creo que es muy lógica. A mí ni me vuela la cabeza. Yo he llevado un diálogo muy profundo y terapéutico, espiritual con mi trabajo artístico. Entonces, todo lo que tiene que ver con el éxito, la fama, el prestigio es un diálogo que está abierto conmigo y mi ego. No me agarra por sorpresa. Para mí, la verdad, es que solamente son las consecuencias de lo que llevo haciendo desde hace 20 años.

No es un golpe de suerte, no es como que un video mío se haya vuelto viral y entonces ahora la gente me voltea a ver. No, esto es una carrera a largo plazo. Entonces cuando hablan bien de mi trabajo yo puedo observar por qué y qué es lo que observan y qué es lo que señalan como algo positivo, pero yo también puedo ver todas las áreas de oportunidad que tengo para seguir creciendo, entonces yo me doy cuenta que eso de lo que hablan ya no es lo que soy actualmente.

Por supuesto que me da satisfacción que hablen bien de mi trabajo, pero como yo ya no estoy ahí, ya no están hablando de mí en presente. En el presente estoy filmando otras cosas, estoy imaginando otras cosas, estoy abordando el trabajo desde otro lugar. Entonces me gusta estar un poco delante de mis trabajos para que no me agarren exactamente en el momento actual.

Yo ya no vivo al día de mis trabajos. Yo ya tengo la oportunidad de ir dejando que se cocinen ahí y que tarde el tiempo que tenga que tardar en salir lo que tenga que salir porque no me muero de ganas ni de la fama. Del éxito sí, pero para mí el éxito está más relacionado con el descanso, con la felicidad, con el estar bien emocional y espiritualmente que con la cantidad de trabajo que tenga o no tenga.

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¿Qué viene para ti después de La Cocina, Raúl?

Pues vienen muchas cosas, ahora no puedo decir por lo que estoy a punto de empezar a trabajar porque todavía no se ha terminado de cerrar el cast, pero vienen dos proyectos muy importantes en puerta, dos largometrajes en los que tengo la oportunidad de tener roles protagónicos. Uno es sobre la fotografía y el otro es sobre las enfermedades emocionales o los trastornos mentales.

Creo que son dos proyectos que además he logrado negociar y acomodar para que yo tenga un tiempo amplio para poder profundizar en los personajes, investigar en ellos. Estoy muy contente la verdad de tener tiempo para tener un trabajo de detalle fino, digno, y no justamente por la idea de que La cocina me está dando más oportunidades, entonces yo ahora me llené. No, la verdad es que yo quiero ganar bien y trabajar poco, pero trabajar bien.