Escenario

“Titane”: Autos, sexo de titanio, violencia y redención

Una película poderosa y subversiva que derrocha el mismo espíritu salvaje de su protagonista llegó a las salas nacionales este jueves luego de ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes

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El filme es protagonizado por Agathe Rousselle.

El filme es protagonizado por Agathe Rousselle.

CORTESIA CINE CANIBAL

Al finalizar la edición de este año del que es sin duda el encuentro cinematográfico más importante del mundo, el Festival de Cine de Cannes, la cineasta Julia Ducournau se llevó merecidamente la prestigiosa Palma de Oro con su tercer largometraje como directora, para el cual también escribió el guión: Titane. Tras un productivo paso por más festivales y luego de estrenarse en diversos países, la producción francesa llega a los cines mexicanos a partir del 2 de diciembre con su interesante y efectiva combinación de elementos de ciencia ficción, drama, thriller y terror.

Es común saber de personas, hombres principalmente, que aman a sus automóviles, pero Alexia - interpretada primero por Adèle Guigue y posteriormente por Agathe Rousselle- lleva esto al extremo desde que es una niña distante que prefiere correr a abrazar con cariño a su auto antes que mantener una relación estrecha con sus padres y cuya conducta amorosa hacia los vehículos de cuatro ruedas se acentúa cuando es una mujer adulta.

Mientras suena de fondo el tema “Doing It to Death” (de la banda de rock indie The Kills) la protagonista de la cinta entra a un peculiar centro de entretenimiento en el que varias mujeres, incluyéndola, bailan de manera sugestiva alrededor y encima de autos teniendo como público a los hombres presentes en el lugar, quienes las observan con mucha atención. Después, ella termina asesinando violentamente a un fan y la adrenalina que siente en ese momento la lleva a tener sexo con un automóvil… es en serio. Esto es sólo el principio de una larga espiral de violencia, asesinatos brutales sin alguna razón aparente y deseos prohibidos a través de la cual Alexia se sumerge lentamente hasta tocar fondo, pero justo cuando parece que todo ha terminado para ella, la redención le llegará de manera inesperada a partir de su encuentro con un viejo bombero obsesionado y torturado por la pérdida de su hijo.

Con una actitud claramente rebelde, Julia Ducournau presenta con maestría una propuesta transgresora que resulta bastante original sobre las obsesiones de las personas por sus cuerpos y las formas en las que éstas pueden llegar tanto a usarlos como a maltratarlos para obtener algún objetivo, la percepción de la belleza, la excitación generada por la violencia, los efectos de la soledad y las identidades de género.

Se trata de una película que por sus características narrativas y estéticas no es del todo apta para cualquier público, pues su capacidad de escandalizar y provocar seguramente generará incomodidad entre algunos espectadores que la vean, incluso haciendo que piensen en salirse de la sala, pero si deciden quedarse y terminar de verla, se encontrarán también con una historia sumamente humana sobre dos personajes que sin saberlo se necesitaban para llenar sus respectivos vacíos emocionales y superar esa apatía que durante mucho tiempo les ha llevado a vivir por simple inercia, sin saber que afuera puede haber algo más para ellos a pesar de los múltiples errores que han cometido.

También vale la pena mencionar que se trata de un filme que duele, figurativa y literalmente, ya que por un lado incluye momentos desoladores que nos hacen sentir ese mismo dolor profundo que sienten sus dos personajes principales y por otra parte muestra escenas, más allá de aquellas en las que ocurren asesinatos, en las que el cuerpo de la protagonista es sometido a situaciones físicamente dolorosas que harán que muchos cierren los ojos para ya no verlas, mientras que algunos tal vez comiencen a sentir cierta ansiedad por lo que ven en la pantalla.

Es importante decir que absolutamente todo lo que ocurre en la cinta está ahí por una razón válida en beneficio del desarrollo de la trama, aunque a veces no lo parezca en primera instancia, pues no se trata de una película como muchas otras que sólo muestran escenas explícitas para simplemente asustar a quienes las vean o para generar en el público cierto morbo que les motive a seguir viendo; entiéndase que el objetivo de la directora no es sólo escandalizar por llamar la atención.

Titane es una sinfonía subversiva que se sostiene en la esencia humana naturalmente rebelde a ritmo de rock, pop y música electrónica mientras la pantalla se llena de momentos violentos -física, mental y sentimentalmente- que maltratan tu subconsciente para dejarte impactado, con una sensación de saber que acabas de ver algo diferente y que tal vez no debías verlo, pero que al haberlo visto algo ha cambiado en ti, aunque no sepas bien qué fue.

Se trata de una película que a pesar de ser complicada de ver por momentos, tiene lo necesario para ganarse una mención entre lo mejor del cine estrenado durante este año que termina.