
Este viernes fue sepultado el cuerpo del normalista de Ayotzinapa, Julio César Mondragón Fontes, a tres meses de su exhumación. Peritos del Equipo Argentino de Antropólogos Forenses (EAAF) practicaron estudios al cuerpo, en su natal Tenancingo, Tecomatlán, Estado de México. Mondragón Montes es uno de los normalistas que fueron asesinados la noche del 26 y 27 de septiembre del 2014 en la ciudad de Iguala a manos de la Policía Municipal, que estaba en complicidad con el grupo delincuencial Guerreros Unidos.
Su cuerpo fue hallado el día 27 por la mañana en las inmediaciones de la colonia Industrial, a aproximadamente dos kilómetros de distancia de donde ocurrió el ataque que dejó dos estudiantes muertos; su rostro había sido desprendido completamente. La autopsia original, que realizó la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), señaló que el rostro había sido devorado por la fauna silvestre; el cuerpo fue sepultado días después, a pesar de la inconformidad de la familia.
Fue hasta la llegada del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) que surgió la polémica y los expertos determinaron que la primera autopsia tenía inconsistencias y contradicciones, por lo que recomendaron realizar nuevos estudios al cuerpo de Julio César. El normalista murió a los 22 años, estaba casado y en ese entonces su hija tenía dos meses.
Para esta nueva inhumación, su esposa Marisa adquirió un nuevo féretro “donde será colocado para su eterno descanso su cuerpo, testimonio que nos mostró la tortura que sufrió” se lee en una de las páginas oficiales de Facebook donde se anunció este evento. Detallan que el cuerpo de Julio César, conocido como El Chilango entre sus compañeros, fue vestido con prendas nuevas que estaban guardadas desde noviembre de 2015, cuando fue exhumado.
También le fue colocada una medalla en forma de corazón; sus compañeros de la Normal de Ayotzinapa le regalaron una chamarra roja con las insignias de la escuela, así como cuadros e imágenes religiosas para su “último viaje”.
Exponen que por fin Julio César tendrá un funeral como merece. “Nos deja la tranquilidad de conciencia de que hemos caminado mucho para hacerle justicia, pero también la herida abierta de rabia y dolor por la que no perdonaremos jamás”, expresa dicho mensaje escrito por sus amigos.
El cortejo fúnebre salió a las 08:00 horas de la mañana de la Coordinación General de los Servicios Periciales de la PGR en su natal Tenancingo para llegar al panteón en San Miguel Tecomatlán, a las 13:00 horas de este viernes, para darle el último adiós. En el lugar se escribió un libro de condolencias, donde familiares y amigos le expresaron sus últimas palabras, que serán publicadas posteriormente.
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