
Investigadores del INAH descubrieron ocho campamentos temporales cuya antigüedad va de 400 a 7,000 años, vinculados con la cultura cucapá, en el desierto de Colorado, Baja california.
En un comunicado, la institución señala que además se hallaron materiales arqueológicos: cientos de huesos de animales —algunos extintos—, además de cerámica, lítica y lugares donde se extraía óxido de hierro que servía de pigmento para pintura corporal y mural.
Tras tres años de exploraciones con la colaboración de los indígenas cucapá, los investigadores identificaron una gran riqueza arqueológica de esta antigua cultura y de los primeros cazadores-recolectores-pescadores que poblaron dicha sierra enclavada en el desierto de Colorado.
El arqueólogo Antonio Porcayo Michelini, responsable del proyecto de investigación “Registro y rescate de sitios arqueológicos de Baja California-Fase Municipio de Mexicali”, explicó que “los cucapá, son una de las cuatro etnias yumanas, originarias de Baja California, región en la que han habitado desde hace por lo menos 2,000 años, según indican sus raíces lingüísticas”.
CAMPAMENTOS. Porcayo Michelini explicó que en el interior de la sierra se localizaron ocho campamentos, uno de ellos en un abrigo rocoso. Algunos de éstos fueron ocupados por quienes los investigadores denominan “indígenas cucapá arqueológicos”, cuya antigüedad va de 400 a 2,000 años, en tanto que en los otros habitaron grupos nómadas anteriores a dicha cultura, hace 7,000 años aproximadamente; tales lugares se conforman de estructuras circulares de piedra colocadas a una hilada conocidas como “corralitos”, que servían de cimiento para tejer enramadas, donde se habitaba.
En cada campamento se encontraron cinco y hasta siete corralitos, lo que indica que hubo varias familias viviendo de manera temporal, explicó Porcayo tras destacar que al momento de excavar los sitios, en dos corralitos se descubrieron cientos de huesos de animales consumidos como alimento; algunos tienen huellas de cortes de desarticulación, una minoría están trabajados y otros más fueron utilizados como materia prima para elaborar herramientas.
Antonio Porcayo puntualizó que antes se pensaba que estos corrales eran utilizados por los indígenas únicamente para pernoctar, ahora con esta evidencia se muestra que también eran grandes hornos para cocinar los alimentos, mismos que después cubrían con tierra en época invernal para aprovechar el calor del suelo y tener un reposo nocturno más confortable.
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