Columnistas Jalisco

Artículo ITESO

Los detonadores de la violencia

Un titular sensacionalista, de hace unos años, decía: “La mató porque no quiso calentarle los frijoles”. Quizás parezca un caso extremo, pero en la violencia de pareja contra las mujeres, que puede llegar al feminicidio, los detonadores no suelen ser grandes crisis. Son triviales, cotidianos. Por ello, cuando una mujer vive dentro de un ciclo de violencia suele ir con pies de plomo, intentando no hacer ruido, no hablar mucho o no molestar, porque nunca se sabe qué será lo que esta vez despierte la agresión.

Los lunes son los días con más denuncias. El COVID ya nos demostró que la convivencia estrecha hace que haya más exposición a fricciones cotidianas que pueden llevar a esa violencia: 2021 fue el año con más feminicidios desde que se tienen registros. Los fines de semana la convivencia se mezcla con otros factores, como el fútbol, por ejemplo.

Según funcionarias del Centro de Justicia para las Mujeres (CJM), es habitual que cuando pierde un equipo local, los casos de violencia aumenten: ante la frustración de ver a su equipo perder, generalmente acompañados de cerveza, algunos hombres deciden desquitar su frustración con sus compañeras. Ellas suelen esperar al lunes para acudir al CJM, luego de llevar a los niños a la escuela. Así no son inmediatamente descubiertas en caso de que la denuncia no prospere.

Otro factor reiteradamente mencionado es el calor: de acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en 2023 mayo tuvo un incremento de 47% de feminicidios con respecto al mes con menos feminicidios (diciembre) y en 2024 el incremento fue de 53% respecto a enero, que en ese año marcó 54 feminicidios. Hay factores físicos para ello, ya que el calor afecta al hipotálamo, que regula nuestras emociones, pero también psicológicos, como el estrés, y, de nueva cuenta, el incremento en el consumo de cerveza que, de acuerdo con datos de esa industria, aumenta entre abril y junio en México.

Los detonadores de la violencia

Las reacciones desmedidas y coléricas respecto a desacuerdos cotidianos y fricciones dentro de la dinámica familiar enmascaran un problema más profundo, que quienes trabajan con los temas de salud mental masculina no dejan de repetirnos: mínima tolerancia a la frustración, enojo acumulado, represión emocional, poco control de la ira, necesidad de dominación en el ámbito familiar, celotipia, entro otras.

El alcohol y el calor no producen la violencia, pero si la desinhiben facilitando que la burbuja estalle al primer roce, y estalle en el lugar en el que quienes la ejercen sienten que deben ser atendidos y consecuentados: su casa.

Bajo los influjos de la impulsividad y de la ira, a menudo las cosas se salen de control: ¿cuántas veces hemos leído que el feminicida no pretendía semejante desenlace? A pesar de las advertencias de los expertos en violencia familiar y de los múltiples estudios de estas dinámicas, existen pocas políticas públicas encaminadas a la atención emocional y de salud mental de la población masculina. La prevención de la violencia suele limitarse a estrategias publicitarias, como aquella campaña titulada “#NOESDEHOMBRES”.

Quizá pegar no sea de hombres, pero desde las autoridades responsables ¿qué herramientas, estrategias y capacidades estamos ayudando a generar para que un partido de fútbol que se pierde o un desacuerdo doméstico, en un mundo cada vez más caliente, no se convierta en esa mina explosiva que hace estallar todo?

Mariana Espeleta Olivera y María de la Concepción Sánchez Domínguez-Guilarte

*Mariana Espeleta Olivera y María de la Concepción Sánchez Domínguez-Guilarte, académicas del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia del ITESO

Tendencias