Mauricio Fernández Garza, alcalde con licencia de San Pedro Garza García, NL, falleció el 22 de septiembre de 2025 en Monterrey, Nuevo León. Tenía 75 años de edad.
La causa: había padecido mesotelioma pleural, un tipo de cáncer agresivo pulmonar con el que venía luchando desde hacía tiempo.
Su renuncia a la alcaldía de San Pedro Garza García fue anunciada formalmente el 15 de septiembre, debido al deterioro de su salud. Solicitó primero una licencia temporal y luego una definitiva.
Con su muerte se cierra una era muy visible en la política local de Nuevo León, particularmente en San Pedro Garza García. Fernández Garza fue una figura polarizadora: admirado por unos, criticado por otros, pero innegable su impacto en la forma de gobernar un municipio con recursos privilegiados.
Con él se institucionalizó un modelo de “municipio modelo”, con alta recaudación, excelentes servicios públicos y notoria visibilidad nacional. Su partida plantea la interrogante de si ese modelo se sostendrá con otros al frente, si la disciplina fiscal será tan férrea sin su liderazgo personal.

Legitimidad y continuidad institucional
La decisión de pedir licencia y renunciar fue clara en cuanto a reconocimiento de sus límites físicos. Dejar en “buenas manos” la administración es una frase recurrente, pero difícil de mantener si quien sigue no tiene el mismo capital político, ni la misma aceptación o el mismo “peso simbólico”. Mauricio Farah, el secretario general del Ayuntamiento, asume el encargo, pero la transición siempre conlleva riesgos de pérdida de claridad, evasiones de política o de priorización de proyectos.
Hasta ahora el análisis de su solidez financiera enfatiza capacidad personal de mando, decisión, disciplina. Su muerte invita a pensar qué tanto de ese éxito dependía de él personalmente, de su estilo, más que de instituciones robustas. Si buena parte del logro era atribuible a su liderazgo personal, su ausencia puede debilitar la institucionalidad. Sería un error creer que todo está asegurado porque los números sean buenos hoy.

El riesgo del mito y la mitificación
Fernández Garza ya era visto por muchos como una figura de leyenda local: el político-empresario que lo puede todo, que mantiene finanzas municipales impecables, que gestiona la ciudad con eficiencia empresarial, etc. Su muerte lo eleva al estatus de icono; eso tiene el riesgo de que su legado sea visto como algo “intocable”, idealizado, lo cual puede inhibir crítica, revisión, mejoras. También pone presión sobre quienes lo sucedan para mantener su estatura política y humana ante la ciudadanía.
San Pedro Garza García es el municipio más rico de México; un referente en servicios públicos, seguridad, calidad de vida, finanzas públicas. Que su alcalde muera en el cargo por enfermedad brinda una cara humana al poder municipal, humaniza el mandato.
Mauricio Fernández Garza deja un legado complejo: es un ejemplo de cómo un líder puede transformar fiscalmente un municipio gracias a la disciplina financiera, recaudación propia, transparencia, etc. Pero también su liderazgo estuvo marcado por un estilo muy personalista, polémico, que le dio poder de decisión amplio. Ahora, la pregunta es si ese estilo pudo institucionalizarse (es decir, que otras personas lo mantengan sin depender de él), o si esa “solidez” estaba demasiado sujeta a su persona. Su muerte revela que la política, incluso la municipal, necesita sistemas, no solo líderes.
Esta puede ser una valiosa oportunidad para que San Pedro reflexione sobre una gobernanza más colectiva: fortalecer al cabildo, rendición de cuentas, participación ciudadana más directa, para que el municipio siga siendo “modelo” no por el recuerdo de un alcalde, sino por la calidad institucional cotidiana.