Ya no es noticia el relanzamiento de muchas de las series de Hanna Barbera, ahora en formato de comic, bajo el sello DC Comics. Ya en su momento platicamos de la versión postmoderna de los Picapiedra y de cómo ésta, la familia prehistórica más popular, enfrenta en sus nuevas aventuras problemas muy de actualidad como la explotación de los animales, las periódicas y sórdidas invasiones de los spring breakers (alegorizados como marcianitos verdes de la raza del Gran Gazú), así como el abandono y las crisis mentales de los veteranos de guerra.
Scooby Apocalypse no tiene tan afilada la navaja de la sátira y la crítica social como los Flintstones, pero tanto a la historia original así como a los personajes les dieron los de DC comic una polveada de realidad y sobre todo de verosimilitud.
Para empezar hay una trama única; el equipo de misterio a la orden ya no se dedica a resolver enigmas de lo extranormal que terminan siendo montajes de timadores y prestidigitadores codiciosos. Perdió mucho de su encanto hippy, sicodélico y sesentero, pero lo compensó con mucho humor negro de actualidad.
En el comic, ya no opera el mito urbano de que Shaggy y Scooby están todo el tiempo drogados, de allí que platiquen y tengan una conexión tan cercana. Para empezar, Shaggy es todo un hipster y entrenador canino que fue reclutado por una agencia de investigación del gobierno, dedicada a crear una nueva raza de perros súper inteligentes, fuertes y combativos. Le dieron el empleo no por su curriculum (antes era el cajero de un negocio de comida rápida), sino porque al medir su coeficiente resultó que lo tenía muy alto, sí, pero en la escala canina; literalmente piensa como perro y si lo fuera sería todo un genio.
A esa misma agencia pertenecía la cerebrito cuatro ojos del grupo, Velma, una científica con problemas para socializar tipo Daria. Más allá el proyecto canino, éste es sólo una tapadera, la doctora Velma Dinkley, junto con otros cuatro investigadores, desarrollaron nano-robots capaces de hacer dóciles a los seres humanos (la idea parece tomada de la película Equilibrium (2002). Arrepentida de colaborar con un proyecto que dejaba en ridículo al de Naranja Mecánica, la doctora Dinkley contacta a los reporteros Daphne y Fred para que lo denuncien.
Siguiendo con los perfiles, Daphne es una reportera con un futuro prometedor en los noticieros serios; quien lo dejó todo por iniciar un programa llamado Misterios, misteriosos que se trasmite, a las tres de la mañana, por un canal del cable especializado en tejidos y bordados. Ya no es la damisela en problemas, es más bien la típica millennial con problemas no tratados de ira que utiliza de parrarayos de su furia y power femenino al buena-gente de Fred. Fred es su camarógrafo y mejor amigo (entiéndase su rogón y eterno enamorado no correspondido).
Scooby Doo, por su parte, resultó el experimento fallido del programa; desarrolló el habla de un niño de dos años, sus demás compañeros caninos literalmente lo agarraban de su puerquito. Shaggy lo salvó de que lo mandarán a “dormir”; incluso, lo llevó de paseo a una feria donde, vaya la casualidad, se toparon con Vilma. La doctora lleva a sus dos “nuevos amigos” al complejo, topándose con la sorpresa de que los nano-robots eran capaces de alterar el ADN humano y que han convertido a todos los empleados de la instalación secreta en verdaderos monstruos. Así daba comienzo el apocalipsis.
FRASES:
“En el comic, ya no opera el mito urbano de que Shaggy y Scooby están todo el tiempo drogados, de allí que platiquen y tengan una conexión tan cercana”
“El equipo de misterio a la orden ya no se dedica a resolver enigmas de lo extranormal que terminan siendo montajes de timadores y prestidigitadores codiciosos. Perdió mucho de su encanto hippy, sicodélico y sesentero, pero lo compensó con mucho humor negro de actualidad”
lg
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