En estos días vimos a una guapísima, casi divina y poco histriónica, Gal Gadot encarnar a una icónica súper heroína: Wonder Woman, en una película entretenida y bien contada, pero feministamente sobrevalorada.
Digamos que el filme dirigido por Patty Jenkins no está a la altura, en trama y actuaciones, de otros filmes del género como Capitán América, el Soldado del Invierno (2014) o Batman, el Caballero de la Noche (2008); pero sin duda, Wonder Woman llegó en el momento correcto, en uno de postmodernas amazonas que ya no jugaron con barbies sino que prefirieron a las Monster High, y que antes de dormir se leían un capitulo completo de “Los Juegos del Hambre”.
En este tenor, sitios de Internet especializados en cultura pop, como Vix Comics, anuncian el empoderamiento de las diosas, las alienígenas, las mutantes… dentro de las historietas.
Un par de reflexiones: no es que los cómics fueran falocéntricos por alguna imposición del hetero-patriarcado enajenante y excluyente; entiéndase, la sobre carga de testosterona o de personajes masculinos en las historietas obedecía, en buena medida, a una pertinencia comercial, dado que sus principales lectores eran niños y adolescentes; en consecuencia, los escritores y dibujantes, pensando ellos, buscaban darles gusto y consentirles sus fantasías fenotípicas; estos jóvenes lectores querían recrear su masculinidad, imaginativamente, en las aventuras de un súper soldado azote de los nazis, un gigante verde que todo lo quiere aplastar, un multimillonario de armadura voladora…
Tan palpable resultaba este hecho que hasta caricaturas como Los Simpson y Los Padrinos Mágicos parodiaron en un par de capítulos lo raro que resultaba, hasta hace pocos años, ver una niña en una tienda de cómics.
Cosa contraria ocurre con los mangas o historietas japonesas, las cuales han gustan parejo tanto a los públicos femeninos como masculinos; incluso existe un tipo de manga deliberadamente complaciente y solicito en sus historias y personajes, con los gustos y deseos de las adolescentes, llamado Shojo; a este género pertenecen, por ejemplo, las ya clásicas y memorables Candy Candy y Hello! Sandybell.
Regresando a Wonder Woman, a la miss y ex soldado israelita, a Gadot hay que aplaudirle que se haya sabido ceñir, con todo su garbo, el traje tipo corpiño acorazado de la amazónica hija de Hipólita (esa prenda parecía tener la etiqueta solo para uso de Lynda Carter); ya otras lo había intentado y terminaron siendo material para memes de Internet; como muestra, recordemos a la dulce, pero desangelada Adrianne Palick cuya mojigata caracterización de la Mujer Maravilla, una con pantalones azules para una frustrada serie de televisión de la NBC, no paso del piloto.
Es obligado recordar que aquí en México, nuestra Gaby Ramírez también supo lucir la diadema de la amazona, uso los brazales y acicateó el Lazo de la Verdad, solo que en poses más de Eva que griegas, cuando fue la modelo de portada de Playboy México, allá por el por 2011; es decir, antes de que la revista fundada por Hugh Hefner le bajara a los desnudos y le apostara más a la insinuación erótica.
Desde mi apreciación, la Wonder Woman de Gadot dejó de ser un símbolo (o fetiche) sexual, como lo era la de Lynda Carter; bueno lo sigue siendo, pero además, la versión de la israelita tiene un algo más: un aire regio, marcial y a la vez femeninamente bondadoso.
A mi parecer los escritores exageraron en este último rasgo de su personalidad, dado que (sin ser Shina) la Princesa de Themyscira, hija de Zeus, es ante todo una guerrera y no la versión olímpica, femenina y heroica de Gandhi, que le habla de paz y amor al propio Dios Ares.
FRASE:
“…A la miss y ex soldado israelita, a Gadot hay que aplaudirle que se haya sabido ceñir, con todo su garbo, el traje tipo corpiño acorazado de la amazónica hija de Hipólita (esa prenda parecía tener la etiqueta solo para uso de Lynda Carter)…”
lg
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