Cronomicón

Melomanías: Count Basie: La teoría del Big Band y la lluvia de estrellas (I)

El siguiente en nuestro listado de genios es otro personaje musical que también aportó más a la escena musical jazzera en lo grupal, con sus orquestas, que con su trabajo en lo individual; incluso esta diferencia es más marcada con nuestro invitado de hoy: William James Basie, mejor conocido con otro apodo de título nobiliario: “The Count” (El Conde).

Aunque en las divisiones entre los subgéneros del Jazz, Duke Ellington y Count Basie estaban del mismo lado de la cancha con las grandes orquestas, en realidad sí hay diferencias entre ellos dos: Duke era un pianista 10 años mayor, y mucho más virtuoso en el instrumento que Count Basie, y durante su carrera, todo el tiempo parecía interesado en explorar el otro lado del Jazz, por lo que prácticamente todas sus colaboraciones fueron con músicos de be bop y en su música con sus orquestas siempre resaltaban sus solos geniales; en cambio, Count Basie llevó el refinamiento y sofisticación de los arreglos armónicos orquestales hasta lo más magnánimo. Su firma era más bien los solos que sus músicos, y no él, hacían, pero su armonía siempre fue mucho más sofisticada.

Basie nació en New Jersey en 1904, hijo de padres músicos amateurs, recibió sus primeras lecciones de piano de su madre y desde muy joven mostró grandes aptitudes musicales. Desde la secundaria comenzó a alejarse de la escuela y a pasar el tiempo en el cine de su suburbio, en donde a cambio de hacer trabajos pequeños le regalaban las entradas; ahí recibió su primera influencia pues aprendió los principios básicos para componer e improvisar la música que acompañaba a las películas mudas.

El interés original de Count Basie era dedicarse a la batería, pero cuando vio tocar a su amigo Sonny Greer, aceptó que su talento no eran los tambores, por lo que a los 15 años eligió el piano como su instrumento definitivo. Su amigo Greer eventualmente se convertiría en el baterista de Duke Ellington. Basie tocaba en donde lo contrataran, pero en muchas ocasiones le pasó que lo despedían porque llegaba algún mejor pianista, esto únicamente lo motivó a cambiar su residencia a Harlem, la casa en donde todos los grandes se hicieron, para mejorar su técnica.

Ahí conoció a Duke Ellington y a Louis Armstrong; en sus inicios fue contratado por la banda de un grupo de teatro que se especializaba en hacer vodevil y burlesque, en donde fungió como solista, acompañamiento de voces blueseras y, una de sus más determinantes escuelas de la vida, como director musical de cantantes, bailarines y comediantes.

Con estos grupos de teatro, Basie viajó por todo Estados Unidos, y fue en Tulsa, Oklahoma, en donde le tocó escuchar por primera vez a una big band llamada Walter Page and his Famous Blue Devils. Dos meses después lo invitaron a formar parte de esta agrupación que fue una de las primeras big bands de la historia. Fue a su llegada a esta banda cuando recibió su apodo: “The Count”, que lo acompañaría el resto de su vida.

Al siguiente año, en 1929, lo invitaron a formar parte de la Kansas City Orchestra, dirigida por Benny Moten, y aceptó porque le gustó la meta del director de crear la mejor Big Band Orchestra que fuera capaz de competirle a la de Duke Ellington. Con esta banda, Basie perfeccionó sus habilidades de dirección musical.

Un año después fundó su propia banda: Count Basie and his Barons of Rythm. En una sesión de improvisación surgió lo que se convertiría en la primera pieza insignia del Conde: “One O´Clock Jump”.

Continuará…

@jorgehhm

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