Al final de los años 30, Count Basie decidió mover a su banda completa a la “Gran Manzana”, y ahí su primer choque con pared fue por el impresionante nivel que las bandas neoyorquinas manejaban, por lo que junto a su productor, John Hammond, debió reconstruir el guión de sus presentaciones, cuidando los detalles que los locales apreciaban: menor volumen, más y más largos solos, repertorio con más jazz standards y guardar sus mejores piezas para el cierre.
Hammond también le presentó a la cantante Billie Holiday, con la que nunca grabó discos porque ella tenía exclusiva con otra disquera, pero con la voz de Lady Day, la orquesta de Count Basie alcanzó nuevos niveles en el gusto de su público.
Lo inesperado llegó, en 1938 el Salón Savoy decidió ser la sede de un nuevo concepto: la Batalla de las Bandas. Por un lado Count Basie con Billie Holiday, en competencia contra otro gran músico, Chris Webb, baterista y líder de la banda de la casa, que en la voz tenía, nada menos y nada más que a una diva: Ella Fitzgerald, aún adolescente… Cuenta la leyenda que de este encontronazo salió vencedor Count Basie con Billie Holiday, por el voto de los asistentes al baile.
La publicidad, antes y después de la Gran Batalla de las Bandas, puso a Count Basie recostado sobre los cuernos orquestales de la Luna. La década que dio inicio a la Segunda Gran Guerra terminó con el Conde montado sobre un grupo que le respondía a la perfección y sobre todo, que le generaba un alto reconocimiento por sus distintos solistas.
Ya con la guerra encima, les hemos comentado que la historia de las bandas cambió radicalmente; la escasez generada por los tiempos bélicos causó la desbandada de la mayoría de las agrupaciones grandes, por lo que Count Basie no tuvo opción más que desmembrar su big band y actuar en lugares más pequeños, para menos gente y, por lo tanto, con los menos músicos posibles, por el costo.
El Conde, con su nueva banda, intentó insertar pequeñas partes musicales con estilo be bop, pero con la condición de que su base rítmica no se perdiera en la llanura de la libertad, sino que se mantuviera marcando el ritmo todo el tiempo, como para que su público disfrutara los solos del be bop sin caer en su agradable locura.
Hasta 1952, el Conde logró que su orquesta regresara al gran formato de las big bands; su historia de éxito creció aún más. La Europa de la postguerra estaba necesitada de estrellas americanas del jazz que desearan revivir y recuperar sus carreras, sobre todo Holanda, Alemania y Francia consumían toda la música jazzera. Count Basie no fue la excepción, pero él llegó como estrella y volvió como un gran Sol del jazz.
En 1955, Basie aportó la orquesta base para el concierto “Birdland Stars of 55”, que incluía artistas como Sarah Vaughan, Stan Getz, Errol Gardner, George Shearing y Lester Young.
Desde el final de los 50, Basie se convirtió en el dueño de la orquesta con quien todos querían grabar, lo hizo con: Dizzy Gillespie, Tony Bennett, Judy Garland, Joe Williams, Sammy Davis Jr, Sara Vaughan, Frank Sinatra y Ella Fitzgerald; con cada uno hay discos y piezas memorables, pero nos quedamos con su disco de 1961 con Duke Ellington: First Time! The Count Meets the Duke.
En 1958, Count Basie fue el primer artista negro en ganar un premio Grammy, y el mundo comenzó a cambiar desde entonces.
@jorgehhm
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