Cronomicón

Su carrera de reconocimientos comenzó en 1997, cuando ganó el Segundo Concurso de Cuento Juan Rulfo y después vinieron los Premios Nacionales e Internacionales

SOCIEDAD FANTÁSMICA: Recuerdo a Carlos Bustos

Estos días he estado recordando a Carlos Bustos, quizás porque el pasado 11 de enero habría cumplido años; quizás porque leyendo sus libros recibí un estímulo íntimo en la fe por la escritura. Tal vez lo he estado recordando porque él confió en mí y publicó mi primer libro y mi vida ya no pudo ser igual, para bien; quizás he pensado estos días en Carlos Bustos porque era un tipo jocoso, alegre, vital, siempre positivo y de buen humor. Es probable que estos días no haya dejado de pensar en él porque llegó a convertirse en un amigo insustituible y único, como lo son los verdaderos amigos; y porque él, como nadie, puso en nuestro estado al género fantástico en un lugar de dignidad literaria, nunca antes alcanzado. Y, también, porque su labor de editor sentó las bases de una nueva forma de editar libros y de construir un catálogo, junto con proyectos como los de Arlequín allá por mediados de los noventa.

O será por la decena del libros que escribió con absoluta responsabilidad; o porque su carrera de reconocimientos comenzó en 1997, cuando ganó el Segundo Concurso de Cuento Juan Rulfo, que se organizaba entonces en Sayula, y después vinieron los Premios Nacionales y los Internacionales, hasta que obtuvo el Concurso Nacional de Cuento Yáñez en 2016, que ya no alcanzó a recoger, porque un silencioso cáncer lo sorprendió, y a nosotros también. Quizás he estado pensando en Carlos Bustos porque al crear su Ediciones del Plenilunio en los mediados de los noventas, también marcó el inicio de las carreras de un puñado de escritores, entre los que se me identifica desde entonces: Luis G. Abbadie, Cecilia Eudave, el propio Carlos. Quizás he estado pensando en Carlos Bustos porque en 2015, el año previo de su muerte estuvo en Ciudad Guzmán, en el Centro Universitario del Sur, con mis estudiantes de Letras Hispánicas ofreciendo un taller de escritura creativa; o porque cada nueva edición dela Feria Internacional del Libro de Guadalajara era un pretexto para reunirnos y conversar entre risa y recomendaciones de libros.

Es probable que estos días haya pensado en Carlos Bustos porque en enero cumplía años, como yo, ambos capricornio; o por aquel enero de 1995 que me llamó por teléfono para decirme que su editorial publicaría “Periplos. notas de una cuaderno de viajes”, mi primer libro; y porque en septiembre de 2016, 21 años más tarde, me hizo una inesperada llamada en la que conversamos largamente, y recordó aquella primera, y me dijo que no dejara de escribir y me pidió que retomara un viejo proyecto de escritura sobre la muerte, y porque con esa llamada se estaba despidiendo, y no me lo dijo, y quizás ni él mismo lo sabía. He estado pensando estos días en el formidable escritor, editor y amigo que fue Carlos Bustos, que este mes de enero habría cumplido 57 años, pero que misteriosamente nunca cumplió los 50. He pensado en su lúcida memoria, su genuina imaginación, en sus sorprendentes libros, su jocoso sentido del humor, su amistad incondicional, su solidaria forma de ser escritor, sus enseñanzas disfrazadas de juego. Quizás será porque justo hace 30 años nos conocimos, una luminosa noche de enero.

No sé la exacta razón de que estos días piense tanto en Carlos Bustos y quizás no haga falta saberlo…

 

 

 

*Ricardo Sigala (Guadalajara, 1969) es escritor, periodista cultural y profesor. Autor de más de media docena de títulos que abarcan la narrativa, la poesía, el ensayo y la crónica: Periplos, Paraíplos, Letra Sur, Domar quimeras, Extraño oficio y La cristalina superficie del silencio, entre otros. También ha realizado estudios y antologías sobre literatura del sur de Jalisco.

 

 

 

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