Cronomicón

La estética

Cortarse el pelo es asunto serio, elegir el lugar por ejemplo, entre la variedad de sitios hay que seleccionar aquel que te de confianza, que luzca lindo y que te agraden los estilistas, que no quede lejos de casa claro está.

Combinación compleja diría, pero ya que lo tienes resuelto debes volver a elegir; despuntarlo solamente o cortarlo más, incluso aparece la idea de hacer un fleco que te haga ver más joven. No hay que dejar de lado el acto de ir la estética con el corazón roto, ya que es posible que salgas con un look nuevo, esperando que todo el dolor y la tristeza se hayan ido con el cabello cortado.

Como ya dije, cortarse el pelo es asunto serio y yo tenía más de un año que no hacía ese ritual, con razón Isabel me regañó al llegar, -Nos has abandonado- dijo en tono pesado, contesté con una sonrisa falsa -La vida ha estado difícil Isa-, -Pasa pasa y toma asiento- asintió.Al menos el tema del lugar ya lo tenía resuelto, llevaba más de cinco años yendo al mismo sitio que no era el mejor de la zona, pero era en el que me sentía cómoda, le tenía apego y una especie de familiaridad y camaradería.

Me senté en la sala de espera mientras llegaba Carlos, “El Artista”, le decían y era conocido por toda la clientela. La Estética Alicia es de las pocas tradicionales que quedan en el barrio, no se hacen citas, no te lavan el cabello antes de cortarlo y hay clientes de todo tipo y de todas las edades, hacen de todo y no se especializan en nada. Isabel es la que lleva la batuta y ha logrado que ese lugar persista a los años y a la gentrificación de la colonia. 

El local es viejo y no tiene nada particular, es más bien uno de esos lugares a los que se les agarra cariño con el tiempo. Las paredes tienen el color desvanecido y dejan ver en cada grieta el paso de los años, hay hoyos de humedad en el techo mal tapados con pintura, y las lámparas de luz blanca con focos parpadeando a punto de explotar hacen difícil la vista. Una que otra mosca vuela entre la clientela.

La mezcla de olores pasa de los vapores químicos de los tintes y el gelish, a la combinación del sudor de la gente con la humedad del lugar y el montón de pelos acumulados en el bote de basura.

La sala de espera es una banca con cojines sucios y llenos de pelos cortados, a lado, está un cesto con las revistas TV Notas; un desnudo al frente y fotos de celebridades alrededor, los colores amarillos y rosas mexicano roban la atención de cualquiera: ¡Casi no la cuentan!, ¡La incógnita!, ¡Lo mantuvo en secreto!, ¡No aprende!, son solo algunos de los titulares que saltan a primera vista, pero no son los únicos, Isabel se ha encargado de comprar la edición de cada número de manera puntual desde hace años, así que puedes encontrar una revista del 2025 o una del 2004, aunque para fines prácticos, la elección da igual, el punto es enterarte de los chismes de la farándula mexicana que por supuesto es gente que no conocerás nunca, pero que al leer de su vida te sientes incluido en ella y generas empatía o en su caso, enojo.

No me decidía, todos los títulos me parecían interesantes, cerré los ojos y como niña que va a recibir una sorpresa, alargué la mano izquierda y dejé que ella decidiera por mí, ¡Oportunista! fue la elegida, la abrí y me sumergí en las historias, me sentí como en el vecindario, escuchando tramas telenovelescas algunas poco creíbles, la difertencia era que en la revista los personajesaparecen maquillados, tuneados y son gente “famosa”.

Eran las 5 de la tarde y como era sábado había mucha gente esperando turno para pasar a las tijeras, “El Artista” no llegaba y el lugar ya estaba lleno, Isa me pidió que me pasara a la silla estelar para liberar un poco la banca y que más gente cupiera. Sin guiños ni peros asentí y me acomodé en el centro del ritual que no era tan suave como para quedarse dormida, ni tandura como para estar en posición militar, me acomodé con la revista y frente al espejo seguí leyendo los chismes sin particular atención.

De fondo sonaba La incondicional de Luis Miguel, “soy de viejas canciones” pensé mientras mi boca comenzó a cantar la canción, nunca le había puesto tanta atención como aquella tarde:

Tú, mi eternamente tú

Un hotel, tu cuerpo un adiós

Tú, mi oculta amiga, tú

Un golpe de pasión

Amor de madrugada

Isabel también la cantaba, cada una en voz baja para no llamar la atención. La vi de reojo y pensé en todos los años que Isa llevaba dando vida a ese lugar, cada vez más vieja, más triste, las arrugas se le marcaban como los surcos de los caminos de terracería. Cuántos años de fingir una felicidad falsa cada que llega un cliente conocido o que ella cree conocer, incluso con los nuevos,era sin duda una guerrera y yo le tenía un cariño arraigado.

La Incondicional seguía y a los cantos se sumaron más clientes, todas mujeres, también cantaban “las chicas” como Isa les decía, nunca he sabido sus nombres, cada vez que asisto a ese ritual hay un escruadrón nuevo, solo Isabel perdura con los años.

De pronto mi garganta se cerró y un nudo hondo me quebró la voz, comencé a llorar, por cada nota una lágrima escurría sin poder parar,canté más fuerte, todas me voltearon a ver, yo seguí llorando y cantando como sino me diera cuenta de las miradas de sorpresa que me veían con pena y capaz hasta lástima. Sentía que Luis Miguel me arrancaba el corazón, nunca me sentí la incondicional y esa tarde supe que muchas veces lo había sido. Ese descubrimiento fue el que me sacó las lágrimas que escurrían como cascadas en temporada de lluvia, corrientes fuertes y abundantes.

“Las chicas” se acercaron a mí conmovidasy aunque no era parte de sus servicios consolar a clientas con el corazón roto, me abrazaron y me dieron un pedazo de papel para limpiarme los mocos que también escurrían sin poderlos controlar. Los niños que había en el lugar me miraban con asombro. -Perdón Isa- fueron las únicas palabras que pude pronunciar ante semejante espectáculo que estaba dando.

Acabó La incondicional y la siguiente canción fue La maldita primavera de Yuri, parecía que la tarde estaba destinada al llanto y la tristeza. Yo que había salido de casa con esperanza de olvidarme por un momento de aquel sujeto al que no nombraré porque ya se ha ido, ahora me encontraba sentada en la estética llorando y espantando a la clientela, seguí cantando:

Qué queda de un sueño erótico si

De repente me despierto y te has ido

Siento el vació de ti

Me desespero y te has ido

Mi llanto incontrolable hizo que varios clientes se fueran diciendo que volvían más tarde, otros solo se salieron del local y se sentaron en la banqueta, otros me siguieron viendo.

-Perdón Isa- repetí.

-No te preocupes, aquí se te quiere- contestó tiernamente y me abrazó con un amor maternal.

Cuando me soltó, me vi al espejo y mi cara hinchada me hacía ver como rana, era una rana roja, una pena infinita me invadió y me hizo levantarme súbitamente de la silla.

Corrí al perchero por mis cosas y salí a toda prisa sin ver a nadie, corrí unas cuadras sin destino hasta que llegué al parque y en la primera banca que vi me senté. No sé cuanto tiempo estuve así, cuando me levanté, caminé lento y ahí lo supe, el corte de cabello que me iba a hacer, era un intento de sanar las grietas de aquello que estaba roto y que no tenía remedio y Luis Miguel y Yuri no me dejaron.

Seguí caminando mientras cantaba La maldita primavera en voz baja, “cortarse el pelo es cosa seria”, pensé.

 

 

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