Queridos lectores, es un placer reencontrarnos en este espacio dedicado al conocimiento y la memoria. Hoy les traigo la historia de una mujer que revolucionó la Bibliotecología en México, una científica de la información, el conocimiento y el saber, cuya trayectoria ha dejado una huella imborrable en la investigación, la academia y la cultura mexicana.
Raíces y vocación
Nació en el Campeche de los años cuarenta, pero su vida pronto la llevó a la Ciudad de México, donde creció sin perder el arraigo a sus raíces. Su familia, de fuerte tradición norteña y militar, la educó con un profundo sentido del compromiso y la disciplina. Desde pequeña, la cultura formó parte de su vida. Sus primeras experiencias asistiendo a funciones en Bellas Artes y su educación en colegios como el México-Americano y la Fundación Dondé forjaron su carácter y su amor por el saber. En una época en la que pocas mujeres accedían a estudios superiores, ingresó a la escuela normalista, formando parte de la primera generación en recibir educación mixta.
De la Docencia a la Bibliotecología
Su carrera inició en la docencia, impartiendo clases en zonas marginadas de la Ciudad de México. Fue entonces cuando descubrió que su verdadera vocación iba más allá del aula: el acceso a la información y la construcción del conocimiento. La Bibliotecología apareció en su vida por recomendación de su padre, quien la animó a explorar esta disciplina. Se formó en la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA), donde tuvo como maestros a figuras clave del ámbito bibliotecológico como Roberto Gordillo, Pedro Zamora y María Teresa Chávez. Mientras trabajaba como docente por las mañanas, dedicaba sus tardes al estudio y sus noches a la práctica bibliotecaria. Su primer gran proyecto fue la creación de una biblioteca de cultura general para un banco, facilitando el acceso a la información para los empleados. Más tarde, su camino la llevó a la Biblioteca de la Cámara de Diputados, donde dejó la enseñanza para enfocarse por completo en la gestión del conocimiento.
Liderazgo en la UNAM y aportes académicos
Su talento la llevó al Servicio Nacional de Empleo, dentro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Ahí conoció al Dr. Adolfo Rodríguez Gallardo, quien más tarde la invitaría a trabajar en la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM, primero como colaboradora y después como subdirectora.
Desde esta posición, enfrentó desafíos como la falta de reconocimiento de los bibliotecarios y la lucha contra intereses sindicales. Fue promotora clave en la creación del Centro Universitario de Investigaciones Bibliológicas, que más tarde se convertiría en el Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información.
Académica incansable
Se ha distinguido como miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y consejera de la Federación de Mujeres Universitarias. Sus investigaciones han abordado temas cruciales como información y sociedad, políticas de información, globalización e infodiversidad.
Más allá de los libros
Su pasión no se limita a las bibliotecas. Es amante de la alta costura mexicana, con prendas bordadas de distintas regiones del país. Su amor por la gastronomía, el folclore y la cultura la han llevado a recorrer México con una visión de anticuaria de la cultura nacional. Las Bibliotecas, la historia y el arte, han sido los pilares de su vida, así como su compromiso con la educación y la cultura.
Una mujer que dedicó su vida a abrir las puertas del saber a generaciones enteras, y que recientemente recibió el Doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en reconocimiento a su labor como científica social.
Un ejemplo de actitud, esfuerzo y gratitud. Hoy retrato a la Dra. Estela Morales Campos.
Queridos lectores, hasta aquí mi columna del día de hoy. Historias y retratos como el de la Dra. Estela Morales nos enseñan que el esfuerzo, la perseverancia, el respeto, la actitud, la empatía, el amor y la pasión, son elementos clave para alcanzar nuestras metas. Con estos valores, continuemos en busca de ese rayo de luz en medio del cielo estrellado.
Hasta la próxima.
Jorge Alejandro Peña Landeros
Director de Biblioteca
Universidad Panamericana