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Piensa por mí: estudio revela que ChatGPT podría hacernos menos inteligentes

Entre más crece la máquina, fáctica o digital, los seres humanos empequeñecemos en una relación inversamente proporcional. Es el ingenio humano el que está mejorando exponencialmente la tecnología, volviendo reemplazable su capacidad de trabajo físico e intelectual.

En cuestión de meses, un mismo aparato —por ejemplo, un smartphone de una marca prestigiosa— reaparece en el mercado mejorado, listo para cumplir nuevas exigencias; su reinvención deja en la obsolescencia a los modelos anteriores.

Así como ocurre con nuestro gadget, igual sucede con el software que estos soportan —no se diga con las aplicaciones que, a través de ellos, corren—. Hay una demanda constante de actualizarlos, porque todo el tiempo sus desarrolladores los están perfeccionando.

Estudio revela que ChatGPT podría hacernos menos inteligentes

Los adelantos tecnológicos han vuelto nuestras vidas y trabajos más sencillos. Tareas antes complicadas, que requerían concentración, ingenio y quizá paciencia, ahora las ejecutamos sin dificultad gracias a la intervención y mediación de la máquina.

Nos estamos alienando de forma paulatina y gradual. Algún día será que, inevitablemente, por un determinismo progresista, reventaremos en la inutilidad y atrofia de todas nuestras capacidades, sin percatarnos en qué momento involucionamos como resultado de nuestra adaptación al confort de estas sociedades hipertecnologizadas.

Este proceso de autoaniquilamiento —en el que vamos restando talento a nuestro equipamiento de capacidades innatas o adquiridas (los jóvenes, gracias a los teclados, van perdiendo la habilidad de escribir a mano con pluma y papel)— recuerda al experimento de la rana de laboratorio puesta en una olla con agua a la que el científico iba aumentando su temperatura, grado a grado, hasta hervir completamente, cocinando finalmente al anfibio. En esta modernidad: ¿quién necesita hacer cálculos matemáticos mentales o en papel? Ya no es necesario desplegar un mapa para dar con un lugar o dirección; para eso existe el GPS…

Estudio revela que ChatGPT podría hacernos menos inteligentes

Para la generación X que creció con la televisión analógica, elegir un canal y un programa a veces requería de una Teleguía; ahora, con los servicios de streaming, un algoritmo decide por nosotros qué ver.

Con Internet, un escritor, antes perito en la búsqueda documental, ya no necesita más de archivos, bibliotecas o hemerotecas: si hay una copia digital de la fuente a consultar, basta con localizarla en la web con un motor de búsqueda como Google, descargarla y explorarla con los comandos del programa en el que está digitalizada para ubicar la información requerida.

Ahora, con la inteligencia artificial (IA), el algoritmo requiere un mínimo de especificaciones o comandos de nuestra parte para entregarnos, en cuestión de minutos o quizá segundos, un texto completo con citas y fuentes, si así lo solicitamos.

Ya casi nadie puede redactar un texto en una máquina de escribir mecánica; esta es toda una proeza retro, digna de las excentricidades de los aún supervivientes hipsters de camisa a cuadros de manga corta, corbatín de moño y gafas.

Los ratones de biblioteca también están ya casi extintos: las bibliotecas ahora son digitales y los libros se leen en sus versiones e-books, EPUB, MOBI o, ya de menos, en PDF. Los cursos de Internet que nos capacitaron para buscar información en la web ya son obsoletos. El articulista, el ensayista, hasta el novelista y el poeta —cuyas destrezas cultivaban a lo largo de los años— ahora fácilmente serán reemplazados por ChatGPT. Y esas mismas destrezas se perderán por la dependencia a estas nuevas tecnologías, capaces de hacernos todo, de forma eficaz y rauda.

Estamos siendo integristas y reaccionarios ante el empuje de un progreso al que descalificamos sólo anteponiendo nuestros prejuicios y fobias. No es el caso. Hay todo un estudio, emprendido por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Estados Unidos, que reveló —lo que ya muchos intuían— que ChatGPT, de OpenAI, podría a la larga medrar nuestras capacidades intelectuales y cognitivas.

Los investigadores dispusieron de un grupo de voluntarios a los que dividieron en tres equipos que redactarían un escrito: el primero, con ayuda de ChatGPT; el segundo, auxiliándose de un motor de búsqueda de Internet, y el tercero sin otra herramienta que su ingenio.

Durante la redacción del ensayo, su actividad cerebral fue monitoreada mediante un electroencefalograma. Acto seguido, sus textos pasaron a ser revisados por humanos y también por herramientas de inteligencia artificial.

Estudio revela que ChatGPT podría hacernos menos inteligentes

Resultó que quienes utilizaron ChatGPT en su redacción presentaron menor actividad neuronal en algunas partes del cerebro; además, tuvieron dificultad para recordar lo que habían escrito. A diferencia de ellos, los que emplearon un mínimo de tecnología para realizar su escrito presentaron los mejores resultados en participación, comprensión y retención de sus trabajos.

En una segunda sesión, los investigadores solicitaron al grupo que utilizó ChatGPT que volviera a realizar el ejercicio de escritura, pero sin valerse de la IA. En esta nueva oportunidad, el grupo ChatGPT obtuvo los peores resultados respecto al resto de sus compañeros, al presentar una redacción imprecisa, superficial y sesgada.

Alerta para todos los investigadores, académicos y estudiantes: el uso habitual de la IA puede conllevar una “deuda cognitiva” que, a largo plazo, merme su rendimiento en el aprendizaje del pensamiento independiente.

Personas con deuda cognitiva podrían presentar, a largo plazo, una menor indagación crítica, mayor vulnerabilidad a la manipulación y menos creatividad, así como una probable disminución de las habilidades de aprendizaje.

El estudio señala que, cuando los participantes replican sugerencias de forma acrítica, sin indagar su exactitud y pertinencia, no sólo pierden la propiedad de las ideas, sino que también se vuelven susceptibles a interiorizar perspectivas superficiales o sesgadas.

En el caso de los participantes que escribieron sus ensayos sólo con la mente, estos resultaron más satisfechos, conectados e identificados con sus trabajos en comparación con los otros equipos que se valieron de la tecnología para redactar sus textos.

Estudio revela que ChatGPT podría hacernos menos inteligentes

Es fácil ser fatalistas en cuanto al futuro de las habilidades de aprendizaje, sobre todo de las nuevas generaciones, al toparnos y retomar los resultados de estudios similares que advierten que estar adictivamente expuestos a Internet puede resultar perjudicial para nuestras capacidades cognitivas básicas, como lo son la concentración, la retención y la comprensión.

Sumemos a esta temprana merma la dependencia que ahora estamos creando respecto a la IA: pareciera que el homo technologicus que está por venir será menos inteligente, competente, crítico y capaz de poseer un pensamiento profundo e independiente.

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