Junto a tres mil asistentes y el calor de más 33 grados del sábado, por primera vez en seis años, el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval rompió el listón inaugural de una de las tantas marchas por la igualdad que Guadalajara celebra. La crítica no dejó pasar un segundo; primero por algunos miembros de la propia comunidad Lésbico Gay Transexual Transgénero y Travesti (LGBT), que aseguraron, el funcionario “no ha trabajado lo suficiente” para que los derechos civiles en la entidad, sean igualitarios.
Al día siguiente, los grupos conservadores hicieron lo propio. El primero en arremeter en contra de Sandoval Díaz, fue el senador panista José María Martínez Martínez, quien solicitó vía redes sociales, que el titular del Ejecutivo “encabezara la marcha por la familia”, en donde los manifestantes solicitan que el Estado no garantice igualdad de derechos civiles para la población. Lo cual, contradecía la postura pública de “tolerancia” que el partido al que el gobernador representa, había expresado en reiteradas ocasiones.
Asimismo, lo hizo el arzobispado de Guadalajara, su representante aseguró que el acto de representatividad política dentro del #GuadalajaraPride, ocasiona “confusión ante la inmensa mayoría que él (el gobernador) representa” (sic). Y es que para José Francisco Robles Ortega, el acto tiene poca relevancia pues las acciones de gobierno deberían de encaminarse a solucionar problemas como la —delincuencia organizada o delitos como el robo—.
OCULTAN VIOLENCIA
Nadie, de ningún partido político o representante popular, hizo mención de la gran problemática que tiene el Estado en referencia a los crímenes de odio. Según cifras de la Asociación Lado S, Jalisco ocupa el cuarto lugar nacional en crímenes de odio, registrando que en los últimos 20 años se han asesinado a 69 personas por su preferencia sexual.
Y a pesar de las desalentadoras cifras, nada impidió que los asistentes caminaran. Incluso, los marchantes compartieron carriles, calles, sudores, gritos y protagonismos, con uno de los bares en los que a penas en el mes de febrero había registrado el primer transfeminicidio de la ciudad, El Caudillos.
El 18 de enero del año en curso, fue encontrada sin vida Anahí Tapia Llamas, mujer de género, aparentemente de 23 años de edad, quien (de acuerdo a las investigaciones policiacas) habría recibido dos disparos en el tórax que le quitaron la vida de inmediato.
“Hubo una riña al interior del establecimiento (Caudillos, disco-bar). Una persona resultó muerta. En el mismo lugar se muestran evidencias, las muestras de arrastre, lo que da lugar a que fue dentro del establecimiento”, comentan en el escueto informe policial. Nadie gritó el sábado por Anahí. Ni el gobernador, ni la Fiscalía, ni el arzobispo, o el panista. Su caso sigue sin culpables.
lg
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