Cuentan que un domingo de junio de 1971, un taxista fue abordado por una misteriosa mujer, de rostro inexpresivo, tez pálida y cabello negro y suelto, quien le pidió llevarla a la dirección que traía anotada en un papel.
El hombre quedó sorprendido cuando al llegar se percató que se trataba del portón de entrada al Panteón de San Joaquín.
-Aguarde. Esto no tardará –Ordenó la pasajera. Enseguida se introdujo al camposanto.
El taxista creyó ver que su clienta, al internarse en ese conglomerado de lápidas y cruces blancas, no movía los pies, sino que flotaba, arrastrando su blanco y largo vestido.
Había llovido poco antes y empezaba a oscurecer. Transcurridos varios minutos, él decidió buscar a la dama. En medio del cementerio avistó una luz y caminó hacia a ella. Entonces encontró un mausoleo, con dos escalones en su ingreso, en los que estaban prendidas seis veladoras.
El frío y el susurro del viento, le hicieron salir rápido. Subió al carro y arrancó, pero apenas avanzó una cuadra vio en el retrovisor a su clienta, sentada en el asiento trasero, con los ojos bien abiertos. Una mancha tinta en el pecho de la mujer se expandía en el blanco de su prenda.
Espantado, descendió del taxi y echó a correr. El lunes se enteró que el coche estaba en un corralón, pues la policía lo halló con el motor encendido y con la portezuela del chofer extendida. También las puertas traseras estaban abiertas de par en par. Decidió olvidarse de todo, pero al leer el periódico supo que un día antes del suceso, una mujer había aparecido asesinada en las inmediaciones del panteón. Cuando vio la foto se horrorizó. Era su pasajera…
LA CRUZ Y LA ESTRELLA DE DAVID
A partir de noviembre de 1968, el Panteón de San Joaquín fue administrado por el Ayuntamiento de Guadalajara. Hacía unos años antes ya estaba funcionando, pero era conocido como Cementerio de Tetlán.
Está ubicado en avenida Presa Laurel, esquina con calle Peso, en la zona limítrofe entre las colonias Lagos de Oriente, San Joaquín y Benito Juárez, en Guadalajara.
Su terreno mide aproximadamente 2.5 hectáreas, considerando la porción que, al parecer a mediados de la década de los 80, pasó a ser propiedad de La Iglesia de La Luz del Mundo.
La parte utilizada por esa religión lleva el nombre de Cementerio Hermosa Provincia, abarca una hectárea y está delimitada por un barandal de unos dos metros de altura. El sitio es peculiar, pues a unos metros de las tumbas con la cruz acostumbrada por los fieles católicos, están erguidos mausoleos y lápidas con la estrella de David, símbolo de los creyentes del culto fundado por Aarón Joaquín.
Desde 1986, el Panteón de San Joaquín tenía ya agotadas sus reservas -según lo consignan versiones de funcionarios municipales de esa época-, aunque sigue en servicio para quienes poseen propiedades ahí.
(Fotos: Cortesía)
lg