Guadalajara

Crónica de una visita presidencial en la que se inauguraron escuelas, la hidroeléctrica de Colimilla, el malecón de Chapala, el aeropuerto, La Plaza de La Bandera y el Monumento a Los Niños Héroes

Las encarecidas peticiones al presidente Miguel Alemán durante su gira de 1951 en Guadalajara

A mi abuela María de La Luz + (1923-2009)

A Ubaldo, mi papá + (1939-2023)

 

El 4 de marzo de 1951, una tarde de domingo, María de La Luz Navarro de González salió de su casa en las inmediaciones del Cuartel Colorado, en Guadalajara; en su rebozo cargaba a Cecilia, que entonces era la más pequeña de sus hijos, con 8 meses de nacida; en la mente llevaba aferrada la determinación de hablar con el presidente de la República Miguel Alemán Valdés, quien ese día iba a inaugurar la Plaza de La Bandera en el marco de un extenso itinerario de cinco días en Guadalajara y otras latitudes de Jalisco.

En el 2021, a pesar de las siete décadas transcurridas, Ubaldo, el primogénito de María de La Luz, quien en aquellas fechas tenía 11 años de edad y la acompañó a ver al presidente, rememoraba el episodio con cierta nitidez, aunque no conservaba la fecha exacta. “Me acuerdo  -decía- que en ese tiempo tenía yo un carrito que hice poniéndole unos pequeños baleros con rueditas a una tabla”. Según me explicó era una especie de “Avalancha”, un juguete montable de la marca Apache, que se hizo muy popular a mediados de los años setenta.

Ese carrito fabricado por él siendo niño y aprendiz de carpintero, oficio al que se dedicó por el resto de su vida,  me parecía que era el medio por el cual Ubaldo se remontaba a esos ayeres y los traía al presente. Algo así como su máquina del tiempo.

Con la información que me dio sobre la gira presidencial, después de hurgar por unos minutos en la hemeroteca, efectivamente localicé los vestigios de aquella visita del mandatario Miguel Alemán por estos lares.

Según lo consigna el periódico El Informador, la Alianza de Camioneros y otras empresas de transporte de la época, incluidas líneas foráneas, proporcionaron ciento sesenta y cinco camiones para trasladar gratis a quien quiso ir a recibir al presidente el jueves 1 de marzo de 1951 al Aeropuerto Civil –que hoy es el Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo-. Los directivos de carros de alquiler se ofrecieron a cubrir la ruta con una tarifa de un peso por persona, y dueños de automóviles particulares también colaboraron en hacer viajes, sin costo, a la terminal aérea. Se previó estacionamiento para tres mil coches, pero llegaron diez mil.

“EL MEXICANO I” Y LOS CIEN MARIACHIS

El diario refiere que a las 11:40 horas de ese primero de marzo, el presidente Alemán aterrizó en un avión plateado denominado “El Mexicano I” y tras una recepción con globos tricolores que fueron soltados al aire, y de la participación de un mariachi de cien integrantes, procedió al acto de inauguración del Aeropuerto Civil de Guadalajara; de ahí partió hacia Chapala, en donde cortó el listón del malecón, el bulevar, la plaza pública, los servicios de agua y drenaje y la ampliación de la Calle Hidalgo. Se quedó a comer en Villa Montecarlo, sólo con invitados especiales, y vino a dormir a la capital del Estado.

El viernes 2 inauguró con un acto público en el Jardín de San Francisco, la ampliación de varias calles de Guadalajara, luego presidió la apertura del pasaje subterráneo en Juárez y 16 de Septiembre e hizo un recorrido por avenidas y calles como Alcalde, La Paz, Libertad, Alemania, Catalán (hoy  Revolución) y Tolsá y Munguía –que actualmente son Enrique Díaz de León-. Ese mismo día acudió al “Pozo número cuatro”, ubicado en la Colonia Chapalita, para el comienzo del funcionamiento de nuevas redes de agua y drenaje, así como del servicio para dotar a la ciudad de 400 litros del líquido por segundo.

Ese mismo día inauguró la Calzada Revolución, visitó la Colonia de la Dirección General de Pensiones, puso en marcha la dotación de agua potable para el municipio de Tonalá y la planta hidroeléctrica de Colimilla.

El sábado 3 de marzo encabezó la apertura de la Delegación de la Cruz Roja así como de varios mercados, entre ellos uno con el nombre del propio presidente, y del Reformatorio de Menores –en la Calle González Ortega número 679–; reinauguró la Casa del Campesino –en la calzada que se llama igual– y visitó La Colonia de la Habitación Popular en Guadalajara –que después fue renombrada como Jesús González Gallo, quien a la sazón era el gobernador del estado y estuvo participando en la gira presidencial–, en donde el primer mandatario entregó los títulos de propiedad de doscientas casas. Además inauguró el Edificio del Trabajo.

El domingo 4 de marzo dio el banderazo al primer tramo de la carretera “Miguel Alemán” (Guadalajara-Puerto Vallarta), y “simbólicamente” inauguró un total de 517 kilómetros de carreteras “de primera” y 163, “de segunda”; se dirigió de ahí al municipio de San Martín Hidalgo, en donde campesinos y vecinos de poblados de la zona interrumpieron el viaje en carretera del presidente y su comitiva, ocho o diez ocasiones, en encarecida petición del suministro de agua. Una vez sorteados los grupos de sedientos demandantes, inauguró una escuela rural y simbólicamente otros 312 planteles escolares –esto sin contar las 129 escuelas que había inaugurado en visita previa-.

Y a las seis de la tarde de ese día, presidió la inauguración de la Plaza de La Bandera, en Calzada del Ejército y el Camino a San Pedro Tlaquepaque, mediante una “brillante ceremonia” en donde se izó un estandarte en el asta monumental, con la asistencia de aproximadamente 50 mil personas, incluido un coro de 2 mil voces de escolares que entonaron un himno al lábaro patrio compuesto por un maestro jalisciense identificado por el periódico sólo como el “Señor Aceves”. Por la noche de aquel domingo estuvo en Palacio de Gobierno en un baile exclusivo para invitados distinguidos.

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El lunes 5 inauguró el Monumento a los Niños Héroes, que hoy en día ya es conocido como “Glorieta de las y los desaparecidos”, y la escuela de Aviación de la Base Aérea Militar. Antes, visitó la Universidad de Guadalajara en donde, con una lluvia de porras y confeti, fue recibido por el rector Jorge Matute Remus y el presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, la FEG, Carlos Ramírez Ladewig, quien tras un discurso esgrimiendo la simpatía y adhesión del estudiantado tapatío, y de prenderle en la solapa un distintivo de oro de la universidad, le endilgó la solicitud de una cooperación de 250 mil pesos que se necesitaban para la construcción de un nuevo edificio de la Facultad de Odontología, la compra de libros que se destinarían a la biblioteca de Derecho, y de máquinas de escribir para el bufete de servicio social, petición a la que el mandatario Alemán accedió “tomando providencias para su inmediato cumplimiento”.

LA DEMANDA DE MARÍA DE LA LUZ

Ubaldo, obvio, desconocía el itinerario de los cinco días que cubrió el presidente Miguel Alemán, pero recordaba cómo la escasez y la falta de dotación de agua potable en ese tiempo lo obligaban a que a su corta edad tuviera que caminar varias cuadras para recurrir a una pila o venero ubicado cerca de la calle 34 y el camino a San Pedro Tlaquepaque, en donde llenaba dos botes de lámina que cargaba atados a cada extremo de un palo, y con él en la espalda –como si fuese una cruz- retornaba a casa.

Nunca olvidó que esa tarde del domingo 4 de marzo de 1951, su mamá María de La Luz no pudo hablar con el presidente pues a pesar de su firme intención, el gentío y la comitiva del mandatario se lo hicieron imposible. Ella, al igual que los campesinos y los vecinos que interrumpieron el andar presidencial en San Martín Hidalgo, tenía una encarecida petición: suministro de agua.

 

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