Universidades

Letras Rebuscadas

El adiós al Papa Francisco: un mundo en luto

Campanas en son de duelo. Un mundo enlutado. El último adiós a un líder espiritual, a un hombre de Estado. Se fue con el Creador el alma del Pontífice Francisco, apenas un día después del Domingo de Resurrección, cuando los candados del Cielo fueron retirados por el Salvador, según cuenta la historia de la redención.

Papa Francisco

Ya todo está hecho. Goce de la paz eterna el 266° papa en la sucesión de San Pedro. Dejas temporalmente, en la orfandad espiritual, a mil 300 millones de católicos. Muchos se despiden de ti con sollozos y rezos, pero con la esperanza de que alcances el eterno descanso.

En tu testamento dejaste inscrito que no deseabas exequias ni un ataúd suntuoso. Fuiste en vida un hombre de hábitos sencillos, a imitación del Santo de Asís. Y con el mismo recato quisiste que se te despidiera.

Quisiste mejorar el mundo, reformar la Iglesia y propagar el Evangelio. Dejaste palabras de orientación y guía en cada una de tus encíclicas. La Encíclica Verde, Laudato Si‘, visibilizó con su justo reclamo un mundo que agoniza por un progreso que no reconoce el sufrimiento de los seres que integran la creación.

Responsabilidad para con ellos tenemos, no como sus amos, sino como sus custodios. Velar porque la felicidad sea compartida y experimentada por todo ser vivo. ¿De qué sirve el artilugio maravilloso de máquinas prodigiosas y el saber de una ciencia que devela del cosmos sus misterios, si el precio a pagar es la injusticia y la explotación de los marginados?

Preclaro en su pensar, el Papa vio con atinado sentido de justicia que algo estaba mal con el guion político y económico seguido por las naciones más aventajadas y codiciosas. Cambiemos el modelo que juega con la fantasía de un ascenso interminable, sin medir con tino los alcances y fuerzas de la tierra. Que la prosperidad alcance para todos y que, de paso, el mundo —la casa común— no se desangre. Así lo decretó, desde el Trono de San Pedro, el Papa que no se polarizo en juicio ni a la izquierda ni a la derecha, y que encontró en el justo medio la solución.

Tumba del Papa Francisco

De tu Iglesia, la principal de tus encomiendas, reconociste la conveniencia de caminar en comunidad, reconociendo el derecho del seglar, el diácono, el presbítero y los epíscopos de hacer escuchar su voz en búsqueda del consenso. La sinodalidad implica reconocer la unidad en la diversidad, nada más adecuado para estos tiempos posmodernos.

Quisiste igualar el espíritu peregrino de San Juan Pablo II, pero ya pesaban en ti los años; un cuerpo anciano que resguardaba un alma jovial y emprendedora. No hubo continente que no visitaras y, en Medio Oriente, inspirado por uno de tus amigos y mentores, Carlos María Martini, te acercaste a dialogar en Tierra Santa, en 2014, con otros credos distintos al católico, dejando de lado exclusivismos religiosos y rencillas del pasado. Fuiste el primer Papa en visitar la península Arábiga al ser acogido en los Emiratos Árabes Unidos en el 2019.

La muerte no es el final definitivo, no para un hombre de fe. Es un nuevo comienzo; la apertura a una nueva existencia; un reencuentro con el dador de vida. Feliz retorno, buen pastor; tu rebaño, al que bien apacentaste, se despide de ti con cariño. Mil gracias y hasta siempre.

Lo más relevante en México