Universidades

Historia y Crónica de la UNIVA: La escuela de periodismo Pío XII, sus periódicos

La carrera de periodismo no era propiamente una licenciatura; para ingresar, la exigencia mínima en lo escolar, era contar con estudios de secundaria. Pero dado que la idea era formar periodistas católicos, otra exigencia era la recomendación de un párroco, de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana o de algún alumno del mismo Pío XII. No siempre, pero sí en muchas ocasiones, la carta de recomendación de un sacerdote le acreditaba al aspirante una beca, aun tomando en cuenta que las colegiaturas apenas equivalían a una cuota de recuperación. Otros cubrían su mensualidad con trabajo, ayudaban con las labores de mantenimiento, orden y aseo del caserón; o, si contaban con alguna experiencia en el ramo periodístico, servían en los trabajos de la imprenta.

Cartel

Para poner en práctica lo aprendido, los alumnos del instituto empezaron a editar, a partir del 31 de enero de 1963, un modesto periódico mensual con un tiraje de apenas 300 ejemplares intitulado Palestra. Su lema era “Hacia la verdad con justicia y caridad”. Algunos estudiantes, en el futuro grandes periodistas, tuvieron su primera incursión en el mundo del periodismo en esta publicación; hablamos de personas como Jorge H. Aguirre Jáuregui, Carlos Ruíz Velasco Mejía, Raquel Guadalupe Núñez. Ellos editaban el periódico bajo la dirección de Pedro Vázquez Cisneros, profesor de la materia.

El Pío XII era un centro intelectual católico muy activo y así continuó durante el ciclo de 1963-1964; además de seguirse ofreciendo las carreras de Teología y Periodismo, y un curso de oratoria, continuaron las conferencias semanales sobre moral y los cursos monográficos sobre tema culturales para obreros.

Credencial de estudiante

Para 1964, el instituto se diversificó aún más: comenzó un ciclo de conferencias sobre cinematografía, bajo la dirección del Lic. Francisco Zárate; y se conformó el Grupo Experimental Pío XII de Arte Dramático, dirigido por el Dr. Enrique Moreno García. También desde hacía tiempo, hasta por razones constitucionales, la Iglesia casi nada hablaba de política; su Doctrina social era poco divulgada y menos conocida por el común de los católicos. En este sentido, el instituto abrió un curso trimestral intitulado: Iniciación a la vida política. En él, se habló y debatió sobre temas de política, sociedad, estado, ciudadanía, democracia, Iglesia y política, elecciones. Reconocidos pensadores católicos los impartieron, como el Lic. Ignacio González Luna Morfín y el Pbro. Lic. J. Jesús Padilla.

Palestra

En junio 1964, a Palestra le añadieron un suplemento que gustó mucho desde un comienzo Palestra en el cine. No pasó un mes, para ser precisos el 24 julio, para que el suplemento se convirtiera en una publicación independiente, semanal y especializada intitulada Cinerama con un tiraje de mil ejemplares. La dirigió el maestro de la materia de cine, Francisco Zárate; su portada estaba impresa a color, lo cual era bastante innovador para la época. En sus páginas salieron publicadas entrevistas de artistas del cine nacional e internacional: Ignacio López Tarso, el Indio Fernández, Mario Moreno Cantinflas, Ingrid Bergman, Alfred Hitchcock; realizadas éstas, en su mayoría, por el director de la revista. Para financiarla, los alumnos salían, al concluir sus jornadas laborales, a vender a los empresarios espacios publicitarios en la revista. De más efímera duración y con menos éxito fue el semanario Trincherazo, publicado en 1964: una revista de toros y deportes dirigida por Luis González Gallardo, la distribuían en la plaza de toros y al año dejó de imprimirse.

La institución seguía innovando. Firme en su compromiso de fomentar la cultura política católica, se abrió en septiembre la carrera de Ciencias Sociales con la intención de formar nuevos líderes católicos. Su apertura trajo un cambio de nombre: Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades. El nombre no duró, ni la carrera tuvo el éxito esperad

El 10 de julio de 1965 fue el día de la primera cosecha; el esfuerzo había dado frutos y egresó la primera generación de las escuelas de Periodismo y Teología, domiciliadas todavía en calle de Pedro Moreno. El honor de ser el padrino de estos recién egresados, obvio, le debía corresponder al hombre de la responsabilidad y la determinación que mantenían en pie la institución: el Lic. Santiago Méndez Bravo.

Entre éxitos y fracasos, el Pío XII seguía en el bregar; y, como veremos en seguida, se le abrían nuevas oportunidades de seguir acrecentado su influencia y abonando en su labor de hacer oír la opinión de las mentes pensantes de una catolicidad que despertaba en su quehacer y proselitismo político-cultural. En octubre del 1965, el señor Carlos Gutiérrez Nieto invita al instituto a colaborar, y coadyuvar, en la administración del periódico de línea editorial pro-católica de mayor tiraje y de añeja historia (se empezó a publicar a principios del siglo XX): La Época. Gutiérrez Nieto lo seguirá administrando a través de terceras personas hasta que, en 1967, le delegó toda la responsabilidad de la publicación al Pío XII.

Lo más relevante en México