No es gratuito que la abolición de la esclavitud tuviese al menos tres declaratorias durante la campaña de Miguel Hidalgo: quizá era, con muchos matices y en muchos ámbitos, el signo fundamental de la vida social de la Nueva España. Eso explica que, no bien establecido el primer gobierno insurgente, en la vieja Valladolid, a cargo del intendente José María Anzorena, se emitiese, en octubre de 1810, el primer bando para abolir la esclavitud y el pago de tributos a que estaban obligados los indios.
Consciente de que el modificar un estado de cosas arraigado en tres siglos de obediencia a la corona española, era difícil, Hidalgo emitió una segunda proclama sobre la misma materia, a fines de noviembre de 1810, en Guadalajara, apoyado en que es “contra los clamores de la naturaleza, el vender a los hombres” y disponía la liberación, de cuanto esclavo hubiese en el reino, en un plazo de 10 días, y habría de reiterarlo, en la misma Guadalajara, a principios de diciembre del mismo año.
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