
A las 8:30 de la mañana, Alejandra Romero apretó su bolso con fuerza mientras se agolpaba en el andén de la terminal Pantitlán. Era el primer día que la estación volvía a abrir sus puertas al público tras meses de obras en la Línea 1 del Metro, y los rostros de cansancio de los pasajeros contrastaban con el brillo recién renovado de las instalaciones. Sin embargo, lo que parecía una promesa de mayor eficiencia pronto se convirtió en una rutina que Alejandra conocía demasiado bien: la larga espera.
“Sigue siendo igual, dicen que hay más trenes, pero aún así pasan cada vez más tarde. Hoy he esperado más de 15 minutos”, lamentó.
El pasado viernes, el Metro capitalino reabrió las estaciones Isabel La Católica, Salto del Agua y Balderas como parte del plan de renovación de la Línea 1. Guillermo Calderón, director del Sistema de Transporte Colectivo, había anunciado con optimismo que ahora 19 trenes cubrirían el tramo desde Pantitlán hasta Balderas, nueve más de los que operaban antes del cierre.
“Se supone que esto debería mejorar el servicio, pero parece que seguimos igual o peor”, se quejaba Alejandra mientras el reloj marcaba los 20 minutos de espera.
El plan de modernización de la Línea 1, que inició en julio de 2022 y está a cargo de la empresa china CRRC Zhuzhou Locomotive, prometió una revolución en la manera de viajar por el Metro. Además de la incorporación de trenes NM-22 con capacidad para 2 mil 200 pasajeros, el proyecto incluía nuevos sistemas eléctricos, hidráulicos y de telecomunicaciones, así como la sustitución de vías, balasto y tuberías de drenaje.
Calderón declaró que, una vez completado, habría 29 trenes nuevos en operación. Sin embargo, para los usuarios, los beneficios de esta modernización aún parecían lejanos.
En este primer tramo remodelado, de Pantitlán a Balderas, se esperaba que la ampliación de trenes ayudara a aliviar los tiempos de espera y las aglomeraciones. Pero, en la práctica, la situación era distinta. Alejandra, quien diariamente toma el Metro desde Pantitlán, notaba que el servicio no había mejorado como esperaba.
“Antes solo eran diez trenes y ahora dicen que son diecinueve, pero yo no lo noto. Seguimos esperando y los vagones siguen llenos”.
No es la única que lo siente. Otros usuarios expresaban su frustración en las redes sociales, compartiendo videos de trenes detenidos por varios minutos en las estaciones y andenes abarrotados. Aunque Calderón había asegurado que los trenes NM-22, de fabricación china, eran más rápidos y eficientes, los pasajeros no parecían sentir esa mejoría.
“Dicen que son más rápidos, pero yo llevo parada aquí más de diez minutos”, exclamaba otro usuario, quien esperaba en la estación San Lázaro.
A pesar de los retrasos, la reapertura de las estaciones representa un alivio para algunos usuarios.
“Al menos ya no tengo que caminar tanto desde Pino Suárez”, señalaba Alejandra. Para muchos, la modernización del Metro ha sido una promesa largamente esperada. Sin embargo, la realidad en los andenes transmite una sensación de incertidumbre. Con la mitad de las estaciones aún cerradas —incluyendo aquellas que van de Cuauhtémoc a Observatorio—, el sistema sigue en transición, y los usuarios siguen adaptándose a los cambios, esperando que las obras finalmente den el resultado prometido.
El pasado viernes, el servicio de trenes se amplió hasta Balderas, que funcionará temporalmente como la terminal de la línea mientras continúan las obras en el tramo pendiente. Pero para Alejandra, y para miles de usuarios más, lo que aún parece faltar es un tren que llegue a tiempo. Mientras la megafonía anunciaba la llegada del tren, Alejandra miraba su reloj. “¡Vaya!”, dijo con un suspiro, antes de empujar su cuerpo cansado y entre el tumulto dentro del vagón.
Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .