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El próximo martes, los estadounidenses podrían elegir a su primer presidente fascista, a sabiendas de que lo es y de que amenaza con usar al Ejército para atacar al “enemigo interno”, tal como hizo Mussolini hace un siglo

Trump es un fascista… y lo demostrará tanto si gana como si pierde

Elecciones Manifestación contra el "fascista" Trump en Nueva York (Agencia EFE)

Es un hecho inaudito en el último siglo de historia de Estados Unidos: por primera vez, un expresidente —Donald Trump— ha sido acusado de ser un fascista, el peor insulto (junto al de nazi) que se podría decir del mandatario de una nación que sacrificó las vidas de 318 mil soldados en los campos de batalla de Europa para librar al mundo del totalitarismo que nació en Italia hace un siglo.

Para añadir más gravedad al escándalo, la acusación contra el expresidente Trump no la lanzó un demócrata, sino un republicano de connotado prestigio, el general retirado John Kelly, al que Trump nombró jefe de Gabinete durante casi todo su mandato, y por tanto, una de las personas que mejor conoce y más tiempo pasó en el Despacho Oval con el impredecible magnate populista.

“Se derramará sangre”

Dos martes antes de las elecciones, el diario The New York Times llevó a su portada la alerta de Kelly sobre la amenaza fascista que se cierne sobre Estados Unidos, si su antiguo jefe gana, pero también si pierde y cumple su amenaza de que “se derramará sangre, si le vuelven a robar las las elecciones”, como sigue diciendo que pasó en 2020.

Consciente de que la gravedad de su acusación y de que iba a provocar un terremoto político en el sprint final de campaña electoral, Kelly dijo que decidió romper su silencio tras escuchar a su antiguo jefe decir en Fox News que, de ser necesario, está dispuesto a usar al Ejército de EU para enfrentar lo que llamó “el enemigo interno” desde el mismo día de las elecciones, y añadió que no le preocupa “el caos de sus partidarios ni de actores extranjeros, sino de los lunáticos de la izquierda radical”.

En apenas una frase, Trump concentró toda la esencia de la ideología fascista: los enemigos internos son los que llama peyorativamente los “antifas” —los demócratas liberales, la prensa progresista, las minorías y las organizaciones civiles y activistas, como las feministas, LGBT o Black Lives Matter—, mientras que defiende el derecho de los “verdaderos patriotas” —militares, policías, agentes fronterizos, grupos paramilitares de extrema derecha y cualquier ciudadano armado— a recurrir a la violencia para defenderse.

Basándose en los tres años que pasó junto a Trump en la Casa Blanca (de 2017-2019), Kelly sostiene que su antiguo jefe “es un fascista”, señalando el hecho de que, de los 18 presidentes que ha tenido EU desde 1922, cuando Benito Mussolini llegó al poder en Italia, Trump es el único cuya estrategia de gobierno encaja con la ideología del fundador del fascismo: hiperliderazgo, control del Congreso y el poder Judicial y represión contra la prensa y los opositores.

“Trump nunca aceptó el hecho de que no era el hombre más poderoso del mundo", declaró Kelly sobre la frustración que le generaba al mandatario republicano estar maniatado por el escrutinio de la prensa, el Congreso y los tribunales, como es lo propio en un Estado de derecho democrático.

“Hitler también hizo cosas buenas”

Esto explicaría por qué Trump más que admiración por el presidente ruso Vladimir Putin, lo que siente es envidia, ya que ha podido desmantelar la democracia en Rusia y convertir al país en un Estado fascista. En una entrevista en diciembre a CNN, Trump ya señaló que le gustaría ser dictador “aunque fuera un solo día”, pero más preocupante aún, alertó Kelly, son sus constantes alusiones a Hitler.

“Comentó más de una vez que ‘Hitler también hizo algunas cosas buenas’”, dijo Kelly, coincidiendo con lo dicho por Jeffrey Goldberg, el editor en jefe de la revista The Atlantic, quien le tocó presenciar la frustración que sintió Trump porque sus “generales (como el entonces presidentes llamaba a su círculo más cercano) no le seguían sus órdenes” y se lamentaba de que no fueran como los “generales de Hitler” al que debían obediencia ciega.

Trump llegó incluso a copiar una frase de Hitler de su libro “Mi Lucha” —“los judíos están envenenando la sangre de los alemanes”— para inocular el odio xenófobo al denunciar que “los inmigrantes están envenenando la sangre de los estadounidenses”.

Un día después de que el general retirado rompiera el tabú y dijera en voz alta lo que muchos piensan de Trump, su rival demócrata, Kamala Harris, declaró que ella también pensaba que el republicano era un fascista y añadió que “los votantes no quieren un presidente de Estados Unidos que admira a dictadores; es un fascista”.

Trump se muestra cada vez más errático e inestable, y en un segundo mandato personas como John Kelly no estarían allí para contenerle; es profundamente preocupante e increíblemente peligroso que Donald Trump invoque a Adolf Hitler, el hombre responsable de la muerte de seis millones de judíos y cientos de miles de estadounidenses”.

Donald Trump en un mitín
Donald Trump Rumbo a las elecciones de Estados Unidos (EFE)

Aprovechando la oportunidad de hacer daño a la campaña de su rival, que no se cansa de llamarla “comunista” o “marxista”, Harris añadió que “es un inestable y un desquiciado”, sugiriendo maliciosamente el parecido entre el comportamiento megalómano y payasesco de Mussolini cuando se dirigía a las masas hace un siglo, y el de Trump en la actualidad.

Pero, la candidata demócrata se equivoca en algo y esto es lo verdaderamente preocupante:

¿Cómo van las encuestas en Estados Unidos?

Una reciente encuesta señaló que dos de cada tres votantes republicanos prefieren un líder autoritario a un mandatario constreñido por los candados de la democracia (como los jueces que lograron su escandalosa orden de separar a los niños de sus padres migrantes en la frontera, por pura crueldad).

Esta deriva hacia al autoritarismo de la opinión pública estadounidense (particularmente la del votante masculino) ha dado sus frutos en la carrera hacia la Casa Blanca. Trump ha logrado neutralizar la ventaja que le sacó Harris (están virtualmente empatados con un 48% del voto para cada uno), lo que implica que muchos indecisos y muchos que dieron la victoria a Biden hace cuatro años, anuncian ahora que lo harán por el republicano, pese a que su retórica es más agresiva que nunca y pese a ser advertidos de su comportamiento fascista.

Tú me insultas, yo te voto

Especialmente lamentable es el papel de muchos hispanos que votarán por el republicano, pese a que el expresidente no los baja de “criminales”, de “basura” o de “animales”, como decía Hitler de los judíos para despojarles de su condición humana (untermenschen).

Si Trump gana las elecciones, regresará más vengativo que nunca y avisa que firmará “desde el primer día“, decretos presidenciales que harán la vida insoportable a los inmigrantes, convirtiendo en sospechoso de ser un criminal a cualquier persona que no sea de raza blanca.

Si pierde, Trump no se va a esperar a la víspera del día de la investidura para revertir el resultado de las elecciones y pervertir la democracia estadounidense, como hizo el 6 de enero de 2021 (el “día de la infamia" por el asalto al Capitolio), sino que “actuará” desde la misma noche electoral.

“Retrocedan y esperen”

De esta manera, cobra sentido como una siniestra premonición cuando Trump, al ver entrar en la cárcel a decenas de militantes de Proud Boys por profanar el edificio del Congreso, lanzó el siguiente mensaje en las redes sociales dirigido a los integrantes de esa organización armada parafascista: “Retrocedan y esperen”.

Ahora se ve claramente hasta cuándo tenían que esperar: hasta que se conozcan los resultados de las elecciones. Ciento dos años después de la marcha de los camisas negras de Mussolini sobre Roma, los chicos de Proud Boys y sus distintivas camisas negras podrían estar preparándose ya para marchar nuevamente sobre Washington.

Como dijo este mismo lunes el fundador de los Proud Boys, Gavin McInnes, todo está listo para que muy pronto “Estados Unidos vuelva a odiar de nuevo”.

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