
Del 13 al 16 de mayo, São Paulo es sede del Foro Mundial de Economía Circular 2025 (WCEF), y si algo quedó claro en los primeros días del evento es que América Latina y el Caribe no solo son parte de la transición global hacia un modelo económico más sostenible: son pieza clave, pero aún no actúan como tal.
Con su biodiversidad única, sus abundantes recursos naturales y su potencial para producir bienes intermedios de bajo impacto ambiental, la región podría posicionarse como proveedor estratégico de materiales para un mundo que busca desesperadamente descarbonizarse.
Pero para que ese potencial se traduzca en liderazgo real, el comercio internacional debe dejar de operar bajo reglas diseñadas para beneficiar al Norte Global, y los propios países latinoamericanos necesitan dejar de competir entre sí y empezar a integrarse de verdad.
El momento es ahora
“Estamos ante una reescritura de las reglas del juego geopolítico”, advirtió con crudeza Izabella Teixeira, exministra de Medio Ambiente de Brasil y copresidenta del Panel Internacional de Recursos, durante su intervención en el foro el 14 de mayo.
“En este nuevo escenario, ya no importa solo quién produce petróleo, sino quién lo compra. Y en ese sentido, los países con capacidad para producir alternativas sostenibles son los que tienen la ventaja estratégica”.
Según Teixeira, el mundo busca nuevas visiones de desarrollo ante la escasez de recursos y la urgencia climática. Y América Latina, con sus minerales estratégicos, su capacidad agrícola y su energía renovable, puede proveer lo que el mercado global exige: soluciones, no solo materias primas.
Convertir ventajas naturales en poder comercial
Tatiana Prazeres, secretaria de Comercio Exterior de Brasil, fue directa: “El sistema comercial global debe dejar de ser una traba y convertirse en acelerador de modelos sostenibles”. La Organización Mundial del Comercio (OMC), dijo, fue creada después de la Cumbre de Río de 1992, pero aún no tiene acuerdos serios sobre comercio y medio ambiente.
Hoy, Brasil impulsa desde el G20 los llamados “Principios sobre Comercio y Desarrollo Sostenible”, que podrían sentar las bases para una gobernanza más justa.
Mientras tanto, países como India y Colombia ya están aplicando incentivos reales al reciclaje, a los productos secundarios y a la industria circular. “Hay que romper las barreras no arancelarias que impiden escalar las soluciones sostenibles”, dijo Pavan Sukhdev, CEO de GIST Impact.
De lo contrario, la región seguirá exportando lo que otros transforman, y luego comprando caro lo que podría haber producido con valor agregado.
Integración regional como supervivencia
Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), solo el 15% del comercio total en América Latina es entre países de la región. En Asia la cifra es del 55%, y en Europa del 68%. “El estancamiento en productividad, infraestructura y capital humano nos está costando caro”, señaló Leonardo Lahud, especialista del BID.
La paradoja es evidente: el 40% de nuestras exportaciones son bienes intermedios, fundamentales en cualquier cadena global de valor. Pero en lugar de integrarnos para fortalecer esas cadenas regionales, seguimos operando como islas fragmentadas. El reshoring —la relocalización de industrias— que avanza en EE.UU. y Europa es una oportunidad para cambiar eso. “La resiliencia pasa por la integración regional”, enfatizó Lahud.
Para Rafael Cervone, vicepresidente de Fiesp, la narrativa del producto sostenible debe llegar al consumidor como un argumento de valor, no como un lujo. “La circularidad empieza en la extracción y termina en el reciclaje. Todo el ciclo debe ser competitivo. Pero no sirve hablar de consumo consciente si los productos piratas y el contrabando siguen inundando nuestros mercados”, afirmó.
La economía circular debe ser rentable para todos, no solo para quienes tienen subsidios millonarios y mercados cautivos.
Región clave en la nueva economía
El continente africano avanza con una zona de libre comercio de 3.4 billones de dólares. Asia lidera en producción circular. Europa impone estándares verdes. Y América Latina, con el mayor capital biológico del planeta, sigue esperando que la globalización juegue a su favor sin mover fichas propias.
“La apropiación de los recursos naturales, la circularidad y el comercio deben estar alineados si queremos transformar realidades”, sentenció Teixeira. “No se trata de consenso, sino de convergencia. Y la región tiene lo necesario para liderar, si decide hacerlo”.