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“Armas contra el comunismo”: Bolsonaro; “Fascismo al caño”: Lula. Brasil, ante el duelo del siglo

En cuatro meses, 148 millones de brasileños deberán escoger entre un presidente de ultraderecha, que imita ya a Trump con el bulo del fraude; y el expresidente izquierdista, favorito y con sed de venganza tras su paso por la cárcel. La campaña promete ser de infarto

elecciones en el gigante sudamericano

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, hace apología de las armas con un niño levantando un fusil

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, hace apología de las armas con un niño levantando un fusil

EFE

Brasil calienta ya motores de cara a las elecciones del 2 de octubre, que prometen ser las más decisivas de su historia y también las más peligrosas, dado que se hace cada vez más evidente la intención del presidente, Jair Bolsonaro, de seguir los pasos de Donald Trump y no reconocer una eventual derrota, como anuncian las encuestas.

“Quiero unas elecciones limpias, democráticas y auditables", advirtió este martes el líder ultraderechista, que desempolva el fantasma del fraude en las urnas electrónicas, pese a que se utilizan en Brasil desde 1996 y desde entonces nunca se ha denunciado una irregularidad.

Dada su afinidad y admiración por el expresidente estadounidense, Bolsonaro parece estar avisando, desde ya, que no reconocerá otra cosa que no sea su victoria en las elecciones, tanto si es derrotado en primera vuelta por su rival —para lo que necesitaría el 50% de los votos más uno—, como si es derrotado en segunda vuelta, prevista para el 30 de octubre.

En cualquier caso, sea en primera vuelta o en segunda, Bolsonaro, de 67 años, tiene motivos para estar preocupado.

Rezagado en las encuestas

El expresidente Lula da Silva levanta el puño junto a seguidores, tras anunciar el 7 de mayo que será candidato

El expresidente Lula da Silva levanta el puño junto a seguidores, tras anunciar el 7 de mayo que será candidato

EFE

Aunque la campaña oficial aún no ha comenzado, el pistoletazo de salida ocurrió el pasado 7 de mayo, cuando el expresidente Lula da Silva, de 76 años, anunció lo que todo el mundo ya sabía: que competirá para echar del poder al mandatario ultraderechista, al que acusa, entre otros males, de devolver a Brasil a la lista negra de países con hambre. Si se mantienen las encuestas, Lula se convertirá, por tercera vez, en presidente de Brasil.

El sondeo de Datafolha de la semana pasada revela que Lula da Silva acaricia la victoria en primera vuelta, ya obtendría el 48% de los votos, frente al 27% que lograría el actual presidente brasileño.

El tercer lugar en la encuesta lo ocupa el exgobernador del estado de Ceará, Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT, socialista), con un 7%, y casi al borde de la desaparición, con apenas un 2%, Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño (centroderecha), hasta ahora uno de los partidos más grandes de Brasil, que buscaba crear una tercera vía electoral.

Contra la “amenaza comunista”

De nuevo siguiendo el mismo peligroso comportamiento de Trump, el presidente Bolsonaro combina la amenaza de fraude con el discurso del miedo.

Si el republicano alertaba a los estadounidenses que Biden, favorito en las encuestas, era un “socialista amigo de Cuba y Venezuela”, Bolsonaro acusó ayer a Lula de querer “cambiar de régimen” para implantar el comunismo.

"Soy un presidente que, cuando joven, juró dar la vida por la Patria y por nuestra libertad", dijo el capitán de la reserva del Ejército, un nostálgico de la dictadura militar.

Durante la inauguración este martes de un complejo deportivo en la localidad de Jataí, en el estado central de Goiás, dijo que "hay gente que quiere el poder por el poder", pero aseguró que Brasil tiene un "pueblo libre" que hará "todo para seguir libre, a pesar de los intentos de algunos por querer cambiar de régimen".

Por ello, el presidente insistió en sus políticas para facilitar la compra de armas por parte de civiles, promovidas en el marco de la supuesta autodefensa contra la delincuencia, pero que ahora llevó más allá de ese objetivo; de hecho, a un punto de ruptura democrática.

"El arma de fuego en las manos de los ciudadanos de bien, más que defender a su familia, pasa a defender también a la Patria", proclamó ante sus enfervorecidos seguidores, a los que gritó: “El pueblo armado jamás será esclavizado".

También en franca alusión a la amenaza de que “los comunistas regresen al poder”, Bolsonaro volvió a subrayar que su gobierno "es radicalmente contra el aborto, contra la ideología de género, contra el comunismo" y "le teme a Dios por encima de todo".

Peligro de enfrentamiento civil

Las constantes referencias de Bolsonaro a las armas en manos de civiles y sus críticas al sistema electoral han despertado temores de que, en caso de una victoria de Lula, no reconozca su derrota y anime a sus seguidores a resistir en forma violenta, en un país donde el número de ciudadanos con armas se ha disparado, desde la llegada al poder del presidente civil que más ha hecho por facilitar la venta de armas.

Pero Bolsonaro no sólo está invocando peligrosamente a un levantamiento armado de los ciudadanos, en caso de que Lula le “robe” las elecciones, sino que en más de una ocasión ha sugerido la “intervención” del Ejército contra los otros dos poderes democráticos que le investigaron: el Congreso y Tribunal Supremo. Paradójicamente, la máxima corte fue la que en 2018 le permitió la victoria, luego de invalidar la candidatura del favorito, Lula da Silva, sometido entonces a un proceso judicial, que acabó llevándolo a la cárcel.

“Nunca más el fascismo”

Con el trauma de sus 580 días tras las rejas —por un oscura trama montada por el juez anticorrupción Sergio Moro, “premiado” por Bolsonaro con el cargo de ministro de Justicia, hasta que dimitió tras revelar la prensa que fue un montaje— Lula prometió que luchará de nuevo por la presidencia para echar “al fascismo al caño de la historia, de donde nunca debió salir”.

Sin embargo, a medida que se acerca “la madre de todos los duelos” algunos analistas recuerdan que Lula aún no ha ganado, y que, si lo logró en dos elecciones, luego de tres fracasos consecutivos, fue porque moderó su discurso, se quitó la ropa de obrero sindicalista y se puso un saco socialdemócrata.

De hecho, la entrevista que Lula concedió recientemente a la revista Time, en la que afirmó que en la guerra de Ucrania tenían la misma culpabilidad el presidente ruso, Vladimir Zelenski, y el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, levantó una oleada de críticas, al punto que la encuesta más reciente, publicada este martes, revela que el apoyo a Lula ha retrocedido hasta el 46% y el de Bolsonaro ha aumentado hasta el 36%.

Dos candidatos radicales, no gracias

Lo último que necesita Brasil son dos candidatos radicales, y si Lula empieza a justificar las dictaduras en Venezuela, Cuba o Nicaragua, podría ahuyentar a muchos votantes moderados, que lo único que quieren es que se marche Bolsonaro, el verdadero peligro para la democracia.

Además, como advierte el analista Oliver Stuenkel, consultado por El País, “esta elección marca el momento más importante desde 1985 porque el peligro para la democracia brasileña aumentaría exponencialmente a partir de una reelección de Bolsonaro. Hemos visto cosas semejantes en Venezuela, Hungría, Turquía, Rusia, y Nicaragua, donde el proceso de erosión de la democracia se aceleró después de la reelección”.

Y Bolsonaro, como en su día dijo Trump, ya ha avisado que, si gana la reelección, será mucho más radical.