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Guía para intentar sobrevivir a una estampida como la de Seúl

La tragedia es la enésima de una lista de avalanchas que, por la inacción de las autoridades, nos obligan a aprender a protegernos para lograr salvar la vida>

Multitud de personas en un festival de música
Túnel donde se produjo una estampida durante el concierto Love Parede en Duisburgo, Alemania, en 2020:21 jóvenes murieron, 550 resultaron heridos Túnel donde se produjo una estampida durante el concierto Love Parede en Duisburgo, Alemania, en 2020:21 jóvenes murieron, 550 resultaron heridos (EFE)

1.- ¿Cinco personas por metro cuadrado? Date la vuelta

Los manuales sobre aglomeraciones humanas o estampidas —desconocidos para el público, a diferencia de los obligatorios en caso de incendio o terremoto— calculan que una concentración de cinco personas por metro cuadrado es un escenario potencialmente peligroso, mientras que ocho personas es un nivel crítico.

Según Baek Seung-joo, profesor de seguridad contra incendios de la Universidad Open Cyber de Seúl, la noche del 25 de octubre había 10 personas por metro cuadrado en el callejón de Seúl —de 45 metros de largo por sólo cuatro metros de ancho—, donde murieron asfixiadas y aplastadas 157 personas, mientras otras 28 siguen en estado muy grave.

El momento crítico en el callejón se alcanzó aproximadamente a las 11 de la noche, cuando desapareció el espacio libre entre cuerpo y cuerpo, los jóvenes perdieron su autonomía y, a partir de entonces, se movían como si fuera una sola masa humana.

Por tanto, una persona que se empieza a poner nerviosa ante una aglomeración que empieza a apretarse peligrosamente debería darse la vuelta.

El problema en el caso de Seúl es que un joven, que lleva dos años encerrado por la pandemia, y tiene por fin la oportunidad de divertirse con otros jóvenes, lo último que tiene en mente es que una multitud pueda ser peligrosa. 

Pero los responsables de seguridad sí tienen la obligación de saber cuando saltan las alarmas y cómo deberían actuar en cuanto la escuchan con insistencia.

2.- Ante la ausencia de control policial, date la vuelta

En Seúl, todo lo que podía salir mal, salió mal. Primero, falló la falta de previsión de las autoridades de una ciudad de 10 millones de habitantes y de la enorme expectación ante el primer Halloween en tres años.

Según se conoció cuatro días después de la tragedia, a las 8 de la noche era evidente que todas las calles de bares del barrio de Itaewon habían superado el nivel crítico de saturación, y aún así, la boca del metro no paraba de vomitar gente joven con disfraces para “una noche de terror”.

Nadie dio la orden de prohibir a los trenes que pararan en la estación de Itaewon y las paradas aledañas, o de que sólo funcionaran para sacar personas de allí.

El segundo error trágico fue que las autoridades sólo enviaron a unos 150 agentes a patrullar la zona, cuando a las 5 de la tarde ya se había superado la cuota de cien mil personas en la calle. Pero el más grave y que podría acarrear cargos por negligencia criminal, es que, media hora antes de la estampida, la policía ya había recibido once llamadas de jóvenes que pedían ayuda porque estaban atrapados en una avalancha. Nadie hizo nada y el metro seguía descargando gente.

3.- ¿Imposible darse la vuelta? No grite

En los países donde los terremotos son frecuentes, como México, los carteles sobre cómo actuar en caso de incendio, tiene igual de destacado cómo actuar en caso de sismo, y en ambas situaciones de peligro de muerte, la primera regla es la misma “Mantenga la calma” o “No entre en pánico”.

Tiene todo el sentido. La primera herramienta que nos mantiene con vida es respirar, y por tanto, lo primero que se necesita para garantizar la vida (o luchar por ella) es tener suficiente reserva de oxígeno, y la mejor manera de que no se escape es tener la boca cerrada y tratar en lo posible de no entrar en pánico para no hiperventilar.

En una situación de estampida es vital no desperdiciar oxígeno gritando o pidiendo ayuda, a no ser que haya una oportunidad de poder ser rescatado, como una persona que ha quedado atrapada en un edificio derrumbado, por ejemplo, en un terremoto, y reserve sus gritos cuando escuche que alguien puede oírlo.

4.- Ponga los brazos en posición de boxeador

De igual manera que, ante una caída, ponemos lo brazos para protegernos de un golpe en la cabeza que podría ser fatal, ante una situación de asfixia por avalancha es vital que exista un colchón de aire que evite el aplastamiento o la rotura de las costillas que protegen a los pulmones; y la única manera de tener una mínima garantía de supervivencia en una avalancha humana es poner los brazos en posición de boxeador y, si no hay peligro de perder el equilibrio, levantar la rodilla, todo ello para intentar formar una burbuja protectora.

Esta técnica está probada en los estudios que realizó Paul Wertheimer, director de Crowdsafe, una consultora especializada en control de multitudes.

5.- Aléjese de las paredes

No hay nada más peligroso en una situación de estampida que estar cerca de un muro o una valla. La mayoría de las víctimas suelen encontrarse en primera línea de impacto o quedan aplastadas contra una pared, como ocurrió durante la situación de pánico que se vivió en Turín en 2017 o durante las tragedias ocurridas en los estadios de Heysel (Bélgica) y Hillsborough (Inglaterra) en los años ochenta.

6.- Déjese arrastrar por la marea humana

Cuando nos empujan, el reflejo natural consiste en resistir a la presión empujando en la dirección contraria. Sin embargo, en el caso de una avalancha humana no es aconsejable actuar de esta manera, ya que no se puede contrarrestar una onda de choque con la fuerza de los brazos exclusivamente. La presión que ejerce el gentío lo arrastrará a usted, haga lo que haga. Por tanto, ofrecer resistencia sería desperdiciar una energía sumamente valiosa. Además, al resistirse, podría aumentar la tensión física, y eso haría que las siguientes olas fueran todavía más intensas. Debe hacer lo contrario: déjese arrastrar por la marea humana y procure simplemente mantener el equilibrio.

7.- El error más trágico: agacharse

En una aglomeración humana, la delgada línea entre la vida o la muerte es no caerse; y la primera regla para no caerse es no agacharse bajo ningún concepto.

Cuando alguien es consciente de que se encuentra atrapado en una avalancha humana, además de reservar el máximo oxígeno posible para respirar, lo que necesita también para mantener el cerebro en alerta máxima para saber cómo actuar es, por ejemplo, no caer en la tentación de agacharse para recoger el celular que se cayó, o los lentes o la cartera. En caso de que caiga alguien, lo mejor es que se alerte a las personas que están alrededor y se forme un círculo para que vuelva a ponerse en pie y evitar que se genere una caída en cadena. Desgraciadamente, la probabilidad de éxito en este escenario es muy baja, tan baja como que la probabilidad de que quien cae salga vivo de esta pesadilla

Conscientes o no de la existencia de estos primeros cuatro puntos del manual de supervivencia ante una avalancha, dos amigas mexicanas, residentes en Seúl, relataron a CNN cómo estuvieron a punto de morir por no cumplir la primera regla —no te sumes a una multitud que parece fuera de control— y cómo lograron salvarse porque siguieron los pasos dos, tres y cuatro del manual.

“En cuanto salimos del metro estaba llenísimo, estábamos como sardinas”, relató Carolina Cano, “pero desafortunadamente decidimos quedarnos y tomamos ese callejón”. 

Su amiga, Juliana Velandia, a la que perdió durante la estampida, corrigió al periodista tras señalar que no cayeron al piso y que se mantuvieron con el cuello y la cabeza en alto, lo que les permitió respirar, aunque sabían que pisaban cuerpos cuando caminaban y trataban de no tropezar y, al mismo tiempo, no entrar en pánico. Eso les salvó en gran parte la vida.

8.- Si caes, acuéstate sobre tu lado izquierdo

El peor escenario posible en una estampida, como ya se ha dicho, es caerse, porque genera un vacío que desequilibra a quienes están detrás y caen sobre tí, y sobre ellos caen quienes están detrás, formando un tapón humano letal. A partir de entonces, cada respiración es un soplo de vida, y cada falta de respiración es un soplo de muerte. Bastan dos minutos sin respirar en una situación de pánico para desmayarse y morir.

Si alguien tiene la mala suerte de caer en una avalancha humana, la mejor posibilidad (aunque pequeña) de sobrevivir es acostarse sobre el lado izquierdo del cuerpo para proteger su corazón y pulmones. Si estás boca abajo o boca arriba y la gente cae encima de ti, existe el riesgo de que las costillas perforen un pulmón, o que la presión sea tan fuerte que impida respirar.

Y jamás intentar levantarse, aunque esté siendo pisoteado. Siempre será mejor rodar sobre sí mismo hacia un punto donde haya espacio para levantarse y escapar de la avalancha o que alguien pueda ayudar a sacarlo.

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