El 25 de abril de 2015, todo tembló en Nepal, un pequeño país ubicado en la cordillera de las montañas Himalaya. El derrumbe de casi un millón de viviendas mató a 9 mil personas, y se cebó con los más pobres del país. El terremoto, de 7.5 grados en la escala Richter, fue la peor desgracia del país en 80 años.
Hoy, un año después, apenas se han reconstruido o entregado 30 mil viviendas, y la mayoría de los que se quedaron su techo siguen sobreviviendo en campamentos de refugiados. Tras varias promesas incumplidas, el gobierno nepalí anunció ayer que el ejecutivo “aumentará su esfuerzo para completar la reconstrucción lo antes posible”.
Los ciudadanos conmemoraron la efeméride con actos en todo el país, e iniciaron una vigilia de tres días. Cientos de personas en Katmandú se reunieron para encender velas para recordar a los fallecidos, y se celebró un concierto en una explanada, para celebrar que ya no queda ninguna tienda de campaña de refugiados en ella. Poco a poco, el país trata de recuperarse.
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